Mar¨ªa Blanchard, toda una vida de pintura y escritura
Una exposici¨®n y tres cartas in¨¦ditas proyectan nueva luz sobre la artista
La vida de la pintora Mar¨ªa Blanchard, la gran desconocida del grupo de artistas que dieron lugar al nacimiento de la vanguardia, sigue siendo en muchos aspectos un misterio. Tres cartas in¨¦ditas procedentes del archivo del pintor y cr¨ªtico Andr¨¦ Lhote nos acercan un poco m¨¢s al personaje, a quien la Fundaci¨®n Bot¨ªn dedica una exposici¨®n centrada en su etapa cubista.
En 1916 Mar¨ªa Guti¨¦rrez Blanchard abandona Espa?a para no volver nunca m¨¢s. Tir¨® su apellido Guti¨¦rrez al Sena con el af¨¢n de un clochard por olvidar su pasado. Se convert¨ªa en Mar¨ªa Blanchard. Dejaba atr¨¢s la seguridad de una c¨¢tedra de Dibujo en la Escuela Normal de Salamanca y el amparo de una familia bien situada. La austeridad castellana era lija para quien ya hab¨ªa experimentado la promesa de libertad que ofrec¨ªa Par¨ªs. Espa?a le neg¨® la expresi¨®n de su pintura. Su intento de romper cors¨¦s y acercarse al cubismo hab¨ªa sido vapuleado por una cr¨ªtica reaccionaria. Siete a?os m¨¢s tarde, cuando ya hab¨ªa conocido el ¨¦xito, la artista a?oraba Espa?a.
Esta primera carta, llena de buen humor y de iron¨ªa, pone de manifiesto su gusto por el baile y el cante flamenco y por la zarzuela. El recuerdo de las temporadas que pas¨® con su madre y sus hermanas en el Carmen del Negro en Granada tambi¨¦n sale a relucir: "En Granada si tienes 100 o 200 francos para gastar dile al gu¨ªa que os prepare una zambra gitana en las cuevas; si vas antes pide a la gitana la Jard¨ªn dale recuerdos de Do?a Mar¨ªa y Do?a Carmen las se?oritas que viv¨ªan en el Carmen del Negro y en el Sacromonte (...)". ?Qu¨¦ extra?a forma de escribir!; un franc¨¦s espa?olizado con ausencia casi total de puntuaci¨®n, faltas de sintaxis, renglones unos en columnas, otros de forma tradicional, carece de encabezamiento, las palabras se curvan para poner fin al rengl¨®n.. todo ello evidencia la fama de ca¨®tica que le atribu¨ªan sus m¨¢s ¨ªntimos.
En cambio, ese desorden del que se jactaba desaparece por completo en sus obras, en el rigor de un trazo moldeado por la disciplina del cubismo, con el uso tan matizado y personal del color por el que su amigo Diego Rivera lleg¨® a decir: ¡°Ning¨²n colorista de nuestro tiempo la sobrepasa¡±.
En la segunda carta, fechada en 1925, es el pintor y te¨®rico del cubismo Albert Gleizes quien se dirige a Mar¨ªa Blanchard. Sorprende la intenci¨®n de la artista de participar en una exposici¨®n conocida como L¡¯art d¡®aujourd¡¯hui que pretend¨ªa enfatizar la transici¨®n del cubismo a un arte no representativo, enviando obra figurativa. "Quieren representar una tendencia bien clara ajena al realismo. Bien, por qu¨¦ no manda algo en este sentido. Conozco cuadros suyos que me parecen indiscutibles¡ Estoy seguro de que podr¨¢ encontrar un peque?o conjunto con este mismo esp¨ªritu".
Andr¨¦ Lhote fue un personaje clave en la vida de la pintora. Admirador de su obra, fue su m¨¢s fiel protector hasta el final de su vida. Sin embargo, la ingenuidad y el desconocimiento de la artista en lo que respecta a las relaciones hombre/mujer puso en peligro esta amistad, al conocer que Lhote estaba siendo infiel a su mujer con Anne Martin (tambi¨¦n su amiga). Escribe Mar¨ªa Blanchard a Anne Martin: ¡°Dile a Andr¨¦ que no alard¨¦e de que seas su amante, esto no te favorece ni a los ojos del mundo ni a tus propios ojos¡ ?Ah! Te ha arrastrado al fango¡ Dile a Andr¨¦ que le proh¨ªbo hablar de m¨ª o de mi pintura para ganarse tus favores¡±.
Distanciada de Lhote, y muerto su otro gran amigo Juan Gris, cansada de luchar contra la adversidad, Mar¨ªa Blanchard encontr¨® consuelo en la religi¨®n cat¨®lica en sus ¨²ltimos a?os. Muri¨® en Montparnasse a los 52 a?os dejando atr¨¢s una obra rotunda y sincera fruto del coraje heroico con el que afront¨® la vida.
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