¡®Friends¡¯ derrota con claridad a ¡®El ala oeste de la Casa Blanca¡¯
La comedia logra 10.668 votos frente a los 5.192 de la serie que cambi¨® el mundo de la pol¨ªtica
El ala oeste de la Casa Blanca
Por Gregorio Belinch¨®n
La voz presidencial. Si sab¨¦is lo que esto significa, seguid leyendo. Si no, tambi¨¦n. El presidente Josiah Jed Bartlet es el mejor personaje de ciencia-ficci¨®n de la televisi¨®n desde el capit¨¢n Kirk. S¨ª, de ciencia-ficci¨®n, porque ?de verdad alguien puede creerse que un premio Nobel de Econom¨ªa se reconvierte primero en gobernador de New Hampshire y despu¨¦s en presidente de Estados Unidos? Por suerte, El ala oeste de la Casa Blanca es obra de Aaron Sorkin, el mejor guionista del audiovisual desde William Shakespeare, y Sorkin hizo mortal a Bartlet: sufre esclerosis m¨²ltiple, miente sobre ello, y mantiene hom¨¦ricos duelos con su esposa. Bartlet (Martin Sheen) es el presidente ideal, el que los estadounidenses solo pod¨ªan disfrutar en la peque?a pantalla porque su emisi¨®n coincidi¨® con el mandato de George W. Bush. Y junto a ¨¦l, un equipo de colaboradores y una visi¨®n de la pol¨ªtica estadounidense que enganch¨® a millones de espectadores.
Porque Sorkin construy¨® la serie perfecta. El espectador aterrizaba al inicio de cada cap¨ªtulo en mitad de una trifulca pol¨ªtica o personal, y seg¨²n avanzaba el episodio completaba las claves. Sorkin es el maestro de las conversaciones cortadas, de robarle al espectador los momentos de gloria en los que otras series se regodear¨ªan, de componer personajes humanos, cre¨ªbles, como la secretaria de prensa C. J. Cregg, el ayudante de jefe de gabinete Joshua Lyman, el jefe de gabinete Leo McGarry¡ El ala oeste nos ense?¨® c¨®mo funciona Estados Unidos, desde su c¨²pula de poder hasta el d¨ªa a d¨ªa de la pol¨ªtica, las encuestas y de los granjeros del medio Oeste: al durar siete temporadas incluy¨® dos campa?as electorales, la de renovaci¨®n de Bartlet y el del triunfo de Matt Santos. T¨¦cnicamente, El ala oeste no solo es impoluta, sino que adem¨¢s se atrevieron a grabar un episodio, el del debate electoral, del tir¨®n, sin cortar. Y tambi¨¦n fue la primera serie en hacer referencia al 11-S, en una entrega especial que se sal¨ªa un poco del ¡®universo ala oeste¡¯, pero que llamaba a¨²n m¨¢s la atenci¨®n sobre la diferencia entre buenos y malos gobernantes
Y ahora entramos en los dos ingredientes enganchones de El ala oeste de la Casa Blanca: su lado culebr¨®n y su triunfo como pitonisa. Al equipo de Bartlet les pasa de todo: vicepresidentes pillados en l¨ªos amorosos, tiroteos, atentados, separaciones matrimoniales y jaleos pol¨ªticos. Incluso la muerte de uno de sus actores protagonistas. Como culebr¨®n no tiene desperdicio, siempre tamizado, eso s¨ª, por su dosis pol¨ªtica¡ Pero como serie con dotes adivinatorias, lo clavaron. Cuando un joven senador llamado Barack Obama habl¨® en la Convenci¨®n Dem¨®crata de 2004, Eli Attie, uno de los guionistas (Sorkin dej¨® la serie en la cuarta temporada), estaba all¨ª. Y modelo al congresista Matt Santos a imagen y semejanza de Obama: Santos fue el primer presidente latino dos a?os antes de que el primer presidente negro llegara al n¨²mero 1.600 de la avenida Pennsylvania. ?Ah! La voz presidencial: rasgo imprescindible para que el votante crea en un candidato. A Bartlet le sale sin problemas, Santos se la tuvo que currar.
Friends
Por Fernando Morales
Corr¨ªa el a?o 1994 cuando irrump¨ªan en la televisi¨®n estadounidense, concretamente en la NBC, seis desconocidos j¨®venes veintea?eros residentes en Manhattan que se reun¨ªan en el caf¨¦ Central Perk para hablar de sus vidas. Eran los chicos de Friends: Rachel (Jennifer Aniston), M¨®nica (Courteney Cox), Phoebe (Lisa Kudrow), Joey (Matt LeBlanc), Chandler (Matthew Perry) y Ross (David Schwimmer). Bien arropados por la cadena, que program¨® la serie junto a Seinfield y Urgencias, pronto lograron hacerse un hueco llegando a reunir en su primera temporada a m¨¢s de 24.000.000 de espectadores. A partir de ese momento, las andanzas de estos amigos se convirtieron en una cita ineludible para sus muchos incondicionales, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Las claves de su ¨¦xito, un claro mensaje de juventud y alegr¨ªa y la habilidad de tocar con respeto y much¨ªsimo sentido del humor temas como el lesbianismo, la paternidad, la muerte, las madres de alquiler, la discapacidad, la infidelidad¡ Temas universales para un p¨²blico joven.
Temporada tras temporada (diez en total y 236 episodios) su nivel de audiencia y calidad no disminu¨ªa, todo lo contrario, crec¨ªa cap¨ªtulo a cap¨ªtulo gracias a unos guiones llenos de ingenio y en los que se notaba la mano de unos guionista que no superaban los 40 a?os. Como es l¨®gico, los premios y las nominaciones a galardones del prestigio de los Globos de Oro, los premios Emmy o los del Sindicato de Actores no tardaron en llegar convirtiendo a la serie y, sobre todo a sus int¨¦rpretes, en verdaderas estrellas.
Pero, sin duda, uno de los grandes aciertos de Friends, desde su creaci¨®n, fue contar con seis protagonistas, no con uno como era habitual hasta la fecha (v¨¦ase Ally McBeal, Seinfield o Frasier). La serie logr¨® que cada espectador se identificase con alguno de ellos, desde los m¨¢s c¨®micos, como el mujeriego y atolondrado Joey Tribiany (que al acabar Friends tuvo su propia serie, Joey) o la siempre distra¨ªda y ocurrente Phoebe, hasta los m¨¢s ¡°normales¡±, como la obsesiva M¨®nica, el chistosos e ir¨®nico Chandler, la patosa Rachel o el inteligente y aburrido Ross. Seis personalidades muy diferentes que lograron convivir como una verdadera familia.
Aunque hay series que han logrado alt¨ªsimas cotas de calidad -una calidad cinematogr¨¢fica apoyada en grandes guiones, reputados directores y estupendas interpretaciones-, Friends pasar¨¢ a la historia como una de las m¨¢s divertidas y simp¨¢ticas que han pasado por la peque?a pantalla. Un cl¨¢sico de la ficci¨®n televisiva de la d¨¦cada de los noventa.
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