¡°Nunca he roto un plato¡±
Dicen que es la nueva reina de la novela de aventuras. Acaba de publicar 'La conjura de Cort¨¦s', novela con la que cierra su trilog¨ªa sobre el Siglo de Oro
Pregunta. Dicen que es la reina de la novela de aventuras. ?Se lo cree?
Respuesta. Le prometo que no s¨¦ de d¨®nde ha salido. Ahora, me gusta mucho serlo, ?eh?
P. ?Y Stevenson, Walter Scott, Dumas, Enid Blyton, Rowling... nada de nada?
R. C¨®mo que nada de nada. Son lo m¨¢s, por Dios. Mi vida entera de lecturas de peque?a. Rowling ya de mayor. Pero a los Siete y los Cinco de Enid Blyton era abonada, con mi paga semanal.
P. ?Con La conjura de Cort¨¦s ha liquidado a Mart¨ªn Ojo de Plata?
Perfil
Con 50 a?os, resuelta, decidida, se dir¨ªa que vive sin vivir en ella, consumida por dentro, como dice estar, sobre todo cuando habla de los pol¨ªticos. Es frugal comiendo, no se muere por viajar, y le encanta encerrarse en su despacho durante semanas sin pisar la calle, ¡°con mis libros y mi ordenador, loca y encendida, investigando un tema que me apasione¡±. Experta tintin¨®loga, colecciona libretas, y es aficionada a mangas, videojuegos e inform¨¢tica.
R. S¨ª, en principio s¨ª. Para m¨ª la trilog¨ªa est¨¢ cerrada. Como todas las dem¨¢s, Porque los lectores me piden segunda parte de Sal¨®n de ¨¢mbar, continuaci¨®n de El ¨²ltimo cat¨®n. Y nunca lo he hecho.
P. ?Y qu¨¦ vamos a hacer sin piratas ni contrabandistas?
R. Ya hay en el mundo muchos de los de verdad. Pues a entretenerse con ellos.
P. ?Por qu¨¦ el Siglo de Oro? ?Ahora no pasan ni la mitad de cosas?
R. Cuando te pones a pensar en un argumento necesitas magia, pasi¨®n, emoci¨®n. Y el momento actual m¨¢s bien me provoca rechazo e indignaci¨®n, siguiendo a St¨¦phane Hessel. Soy de las que se tir¨® a la calle con Democracia Real Ya, hartos de nuestra clase pol¨ªtica.
P. ?Qu¨¦ aventura escribir¨ªa con el Ibex 35, la deuda p¨²blica y la prima de riesgo?
R. El Ibex va a buscar a la prima una tarde y le dice: ?c¨®mo est¨¢s t¨² hoy, prima? Y contesta: Yo, subiendo. Y ¨¦l: Ay, pues mira, yo bajando, qu¨¦ l¨¢stima. Bueno, vamos a dar un paseo. Y la deuda p¨²blica, una se?ora mayor, con cayatito, vestida de negro, dando vueltecitas por el patio.
P. Se meti¨® en estas lides harta de que los piratas ingleses siempre fueran los buenos y los gobernadores espa?oles, los malos. ?Para piratas, Bot¨ªn, Gonz¨¢lez, Goirigolzarri, Rato y dem¨¢s amigos?
R. Yo no meter¨ªa a esta gente en el tema pirata. Escribiendo esta trilog¨ªa me ha aterrorizado lo poquito que ha cambiado la cosa desde el Siglo de Oro. Los Austrias menores se pasaban el tiempo en fiestas, en los toros y en cacer¨ªas. Cazaban much¨ªsimo los reyes entonces.
P. Y ahora.
R. Bueno, son familia.
P. Cazaban y cazaban.
P. Y para gobernar pon¨ªan validos, que eran corruptos, se enriquec¨ªan y se daban cargos p¨²blicos. Y Espa?a iba pidiendo cr¨¦ditos a los banqueros alemanes.
P. No siga. Como la vida misma.
R. Ja, ja, ja. ?A que le hace gracia? Pues le prometo que es tan verdad como la vida misma.
P. Despu¨¦s de un excelso futbolista en la familia, ?ten¨ªa que degradar el apellido dedic¨¢ndose al periodismo o la literatura?
R. Gracias, muy amable [carcajada]. Si mi madre la oye, la lincha. A las tres hijas nos dec¨ªa: ¡°Eso del f¨²tbol a lo que juega tu t¨ªo son 22 hombres en pantaloncito corto corriendo detr¨¢s de una pelota¡±. ?O sea, que vale m¨¢s un Messi que yo?
P. ?Se recuper¨® de su paso por las teresianas de Alicante?
R. Yo fui a las seglares, a las de Pedro Poveda. Eran muy modernas, muy pedag¨®gicas. Yo soy atea, y no te impon¨ªan la religi¨®n.
P. ¡°Soy un poco friqui. Me encantan los cacharros de inform¨¢tica, los c¨®mics y los libros¡±. ?Le parecen aficiones muy ex¨®ticas?
R. A m¨ª me parecen normales. pero cuando lo cuento me miran, se r¨ªen y dicen: ¡°T¨² eres friqui¡±.
P. No s¨¦ c¨®mo har¨ªa su protagonista Mart¨ªn para ponerse el chambergo con esa fobia que usted tiene a las plumas.
R. Ornitofobia, que se llama. Desde que tengo memoria mi peor pesadilla es como la de Los p¨¢jaros de Hitchcock.
P. ?Y c¨®mo va por la calle?
R. Pues haciendo el rid¨ªculo, esquivando palomas, cambiando de acera. Es que tengo una paloma delante y prefiero morir antes que cruzarme con ella.
P. Dice sufrir cuando tiene que matar personajes. Pues ind¨²ltelos.
R. No se puede, porque estaba escribiendo sobre la venganza. Ahora me paro y no mato m¨¢s. Pero ya que me pongo, vamos a vengarnos como Dios manda.
P. ?Para qu¨¦ le sirve el taichi, si va todo el tiempo de aventurera a trav¨¦s de los siglos?
R. Eso digo yo. Y con la ansiedad disparatada. Pues me sirve para relajarme. Me baja el nivel de ansiedad.
P. Debe de ser de las pocas tintin¨®logas que prefiere al capit¨¢n Haddock.
R. Me encanta el personaje. Y de Tint¨ªn lo tengo todo. Pero me parece un poquito relamido, por la ¨¦poca en que Herg¨¦ lo dibuj¨®. Haddock es total. Y la Castafiore, que rompe las copas con el tono de su voz, es la m¨¢s.
P. Copas no s¨¦, pero usted tiene pinta de haber roto muchos platos.
R. No [r¨ªe]. Ssoy nerviosa, pero pac¨ªfica, pac¨ªfica. Nunca he roto un plato. Le prometo que fui buena ni?a, buena joven, buena estudiante y creo que soy buena persona. A lo mejor eso es lo que me consume por dentro. Porque no entiendo el mundo.
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