Arte de entre los muertos
Teresa Margolles denuncia la violencia de M¨¦xico con obras creadas a partir de las huellas de cr¨ªmenes
Siempre sobra un trocito de hilo en una autopsia. Teresa Margolles (Culiac¨¢n, Sinaloa, 1963) uni¨® los restos empleados en la costura de 127 cad¨¢veres marcados por la violencia y colg¨® la cuerda resultante de un extremo a otro en una habitaci¨®n. A los visitantes debi¨® sobrecogerles m¨¢s que si hubieran asistido a la autopsia en primera l¨ªnea. Es dif¨ªcil acceder al alma de Teresa Margolles. Igual que se guarece de la exposici¨®n p¨²blica bajo un uniforme de un negro impoluto de cabeza a pies (botas, pantal¨®n de peto, camiseta, trenzas fridakhalo y khol), su intimidad se parapeta tras una obra que ¨Cella s¨ª- vocifera contra la violencia. ¡°Mi trinchera es el arte¡±.
Construye piezas arrebatando fragmentos al M¨¦xico sin ley, ya sean muros agujerados a balazos en un enfrentamiento entre narcos, la sangre recogida en lugares con rastro de cr¨ªmenes ("achacar todo al narco es reduccionista") o fluidos corporales de quienes est¨¢n vivos, pero no saben por cu¨¢nto tiempo. Material gore para describir una sociedad atenazada por la violencia con la que se familiariz¨® durante los 10 a?os que investig¨® en dep¨®sitos forenses. Visit¨® morgues de M¨¦xico, Brasil, Colombia, Austria, Espa?a... "Son un term¨®metro social. Los cad¨¢veres te permiten analizar lo que ocurre en sus sociedades. En Madrid, en los noventa, cerraban los fines de semana. En M¨¦xico funcionan 24 horas en tres turnos".
De este extremismo habla Margolles con suavidad, en voz baja, lo que invita a pensar que su fuerza creativa nace del dolor y la compasi¨®n antes que de la ira. Escucharla ayuda a resituar lo importante ahora que primas y deudas empujan hacia el abismo existencial: ¡°En Europa la gente no se da cuenta del privilegio que tiene¡±.
Aferrada a una m¨¢xima ¨C¡°cuanto menos aparezcas t¨², mejor, prefiero que aparezcan ellos¡±-, Margolles va superponiendo explicaciones de obras. Cuando dice que prefiere que aparezcan ellos se refiere a los muertos a los que se ha consagrado desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas. Primero como objetos pasivos, inertes, que estudiaba en morgues con ojo de entom¨®logo e imaginaci¨®n de artista. Lo natural era dar el paso hacia la causa de la violencia, hacia la historia de los muertos. ¡°Entre 2006 y 2012 ha habido m¨¢s de 50.000 asesinatos. Tienen nombre y apellidos, hay gente que los va a llorar, hay una familia destrozada con un hueco. M¨¦xico es una sociedad dolida¡±, cuenta durante su estancia en Gante para presentar las dos obras que aporta al TRACK, una muestra de arte contempor¨¢neo abierta hasta el 16 de septiembre. Margolles visit¨® un barrio de emigrantes, en las ant¨ªpodas del Gante monumental, para buscar escenarios e inspiraciones. Una de sus instalaciones consiste en una mesa con bancos, al aire libre, realizada con hormig¨®n y agua usada para lavar la ropa de v¨ªctimas del narcotr¨¢fico abandonadas en las calles.
Todo su discurso art¨ªstico gira sobre la violencia y el dolor. Lo de menos son los soportes: fotograf¨ªa, v¨ªdeo, instalaciones¡En 2009 represent¨® a su pa¨ªs en la Bienal de Venecia. El suelo del pabell¨®n se limpiaba una y otra vez con una mezcla de agua y sangre recogida en escenarios de cr¨ªmenes. En el interior, se colgaban telas impregnadas de violencia. La obra se titul¨® ?De qu¨¦ otra cosa podr¨ªamos hablar?
En su ¨²ltima visita a Madrid mont¨® Las llaves de la ciudad en Matadero. Su propuesta consisti¨® en invitar a Antonio Hern¨¢ndez Camacho a contar historias sobre Ciudad Ju¨¢rez, donde hab¨ªa vivido y trabajado durante cuatro d¨¦cadas haciendo a una velocidad de v¨¦rtigo llaves de recuerdo para los visitantes. Cuando la violencia expuls¨® a los turistas y luego a los comerciantes, dej¨® de ganarse la vida. Antonio Hern¨¢ndez habl¨® de todo eso a un p¨²blico que se sentaba a sus pies, como si fuese un cuentacuentos. Al finalizar grababa una llave con la palabra que cada asistente le suger¨ªa y Teresa las colgaba de una gran cuerda que cruzaba la habitaci¨®n. Sin pretenderlo, el arte se pas¨® a la acera de la vida. ¡°Con el dinero que gan¨®, Antonio volvi¨® a invertirlo en material y ha sido el primero en reabrir el puesto en la avenida de Ju¨¢rez para demostrar que las calles son nuestras, no de ellos¡±.
Babelia
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