¡°El modo de pensar ficticio es un talento¡±
El escritor boliviano entrevista a su colega estadounidense, uno de los grandes nombres universales del g¨¦nero cuent¨ªstico
E. L. Doctorow (Nueva York, 1931) se convirti¨® en un grande de la literatura norteamericana gracias a su luminosa reinvenci¨®n de la novela hist¨®rica con libros fundamentales como Ragtime (1975), Billy Bathgate (1989) o Homer y Langley (2010). Ganador de todos los premios importantes de su pa¨ªs ¡ªdesde el National Book Award hasta el Pen/Faulkner¡ª, Doctorow es tambi¨¦n un cuentista inspirado, como lo prueba Todo el tiempo del mundo, en Miscel¨¢nea, y que incluye algunos relatos magistrales (Walter John Harmon, Integraci¨®n, El escritor de la familia). Doctorow ha accedido a conversar con EL PA?S por correo electr¨®nico.
Pregunta. En el pr¨®logo, usted sugiere que la novela es una exploraci¨®n y el cuento algo mucho m¨¢s decidido de antemano. ?No se puede explorar en el g¨¦nero cuent¨ªstico?
Respuesta. El cuento es m¨¢s peque?o en escala de modo que puedes ver el final m¨¢s f¨¢cilmente. El viaje no es tan largo aunque sigue siendo un viaje, una forma de descubrir lo que quieres contar camino a su final. Ni el cuento ni la novela tienen reglas. Y si las tienen, est¨¢n ah¨ª para ser rotas.
P. ?Por qu¨¦ la decisi¨®n de publicar un libro que mezcla cuentos antiguos con nuevos? ?Es una antolog¨ªa?
R. Quer¨ªa publicar una selecci¨®n de mis mejores cuentos, tanto antiguos como nuevos. Algunos cuentos tratan de temas muy contempor¨¢neos: la inmigraci¨®n, el lugar de la religi¨®n, etc¨¦tera.
P. ?Puede leerse el libro como una mirada a los Estados Unidos hoy?
R. Puede leerse como el lector quiera leerlo. El poeta norteamericano Archibald MacLeish sol¨ªa decir: ¡°Un poema no deber¨ªa significar, solo ser¡±. Pienso de la misma manera con relaci¨®n a los cuentos.
P. Uno de los temas que domina el libro es el deseo de perderse en una comunidad, asimilarse al pa¨ªs, en oposici¨®n al deseo de individualidad y libertad (Walter John Harmon)¡
R. El deseo de libertad y el de encontrar una comunidad no son siempre opuestos. Que sean vistos as¨ª es la forma en que las nuevas religiones nacen, o, si usted lo prefiere, la forma en que la gente escapa de una forma de opresi¨®n a otra.
P. Al final de Willi, el narrador sugiere que nuestras historias personales no son nada cuando se las compara con la destrucci¨®n producida por las grandes fuerzas de la historia¡
R. No lo veo as¨ª. Para m¨ª el final es ir¨®nico: incluso cuando las grandes fuerzas de la historia nos destruyen, las historias personales lo son todo para nosotros. De otro modo, ?para qu¨¦ contarlas?
P. El escritor de la familia hace recordar una de las definiciones de Mario Vargas Llosa sobre la literatura: una mentira que permite llegar a la verdad. Novelas como Ragtime o Homer y Langley juegan con la exactitud de los detalles hist¨®ricos en un intento de llegar a una verdad m¨¢s profunda¡
R. Bueno, Vargas Llosa no ha sido el primero en decir eso. En todo caso, en relaci¨®n a ese cuento, me gusta pensar que el joven escritor aprende primero a trav¨¦s de su propia escritura, incluso antes de aprenderlo de manera consciente. El modo de pensar ficticio es un talento, un don. Las verdades que uno descubre as¨ª son tan confiables como las de la ciencia o la filosof¨ªa.
P. Uno de sus cuentos, Wakefield, trae a la mente a Hawthorne. ?Qu¨¦ cuentistas incluir¨ªa en su canon personal?
R. Hawthorne, por supuesto, pero tambi¨¦n Joyce, Hemingway, Chejov. Hawthorne por su imaginaci¨®n aleg¨®rica; Joyce, por el momento de revelaci¨®n en torno al cual construye sus cuentos; Hemingway, por lo mismo, pero tambi¨¦n por su confianza en la frase declarativa simple. Todos ellos me han ense?ado algo. Quiz¨¢s Chejov es el que m¨¢s me ha ense?ado, sobre todo porque la suya es la voz m¨¢s natural de la ficci¨®n. Sus cuentos parecen esparcirse sobre la p¨¢gina sin arte, sin ninguna intenci¨®n est¨¦tica detr¨¢s de ellos. Y as¨ª uno ve la vida a trav¨¦s de sus frases.
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