Metro a metro
Seg¨²n la ret¨®rica pol¨ªtica, el caso D¨ªvar iba a reforzar al Poder Judicial. Eso predijo el ministro del ramo. Y as¨ª ha sido. Vayan ustedes al mercado y se encontrar¨¢n a gente preocupada por la econom¨ªa o aterrada porque la selecci¨®n juega sin delantero centro, pero todo ellos presumir¨¢n de la fortaleza de nuestro sistema judicial. Vamos, hay euforia. La subvenci¨®n a las autopistas de peaje al borde la quiebra, que ning¨²n espa?ol en su sano juicio pidi¨® que se construyeran, tambi¨¦n reforzar¨¢ nuestra red vial. Que es otra cosa de la que podemos presumir hasta en las bodas de los amigos. ?Y t¨² por qu¨¦ peaje has venido? Alcanzada la cumbre del neoliberalismo descubrimos, para nuestro pasmo, que el Estado no solo no tiene que desaparecer, sino que adem¨¢s est¨¢ obligado a pagar las facturas de las empresas con problemas, mientras renuncia a sus servicios sociales. Es el cuento de Caperucita, pero con la inocente ni?a con colmillos afilados.
Y luego est¨¢ el Metro. Algo debimos sospechar cuando el tratamiento medi¨¢tico a la acci¨®n de protesta subversiva consistente en pulsar los frenos en varias estaciones simult¨¢neas e interrumpir el servicio durante cinco minutos fue similar al de un ataque nuclear. Incluida la detenci¨®n tard¨ªa de los sospechosos, para la que se procedi¨®, como en las grandes ocasiones, a avisar a fot¨®grafos de prensa y c¨¢maras de noticiarios que inmortalizaran la redada en todo su dramatismo. Alguno de los detenidos incluso participa en formaciones musicales de ritmo sincopado bajo nombres malsonantes, algo que junto a dejarse crecer rastas te emparenta de facto con la familia Manson.
Los espectadores, algo perplejos, asumieron que todo val¨ªa por preservar la joya de la corona. El metro de Madrid, del que no hay vecino que no se sienta orgulloso, tuvo en su d¨ªa hasta canal de televisi¨®n y se rumore¨® que en un futuro no muy lejano conectar¨ªa directo con Sotogrande, en C¨¢diz. Tal era nuestra euforia subterr¨¢nea. Pero en la hora del ahorro, la reducci¨®n de horario se suma a la subida trimestral del precio. Cerrar¨¢ a medianoche, en una medida exquisita que vuelve a golpear a la clase trabajadora, que es quien se est¨¢ llevando todos los palos en este relato.
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