El Gran Hermano del cine
Varias exposiciones muestran el filme 'Faceless', realizado a base de im¨¢genes de c¨¢maras de seguridad


Aquel mundo que Orwell invent¨® para su novela 1984, una escalofriante sociedad controlada por el Gran Hermano gracias a la desinteresada ayuda de sus leales y ubicuas c¨¢maras de vigilancia, se acerca poco a poco pero peligrosamente a la realidad. La aparente capital de ese nuevo orden, el Reino Unido, despliega a d¨ªa de hoy al menos 1,85 millones de esos esp¨ªas autom¨¢ticos, observadores siempre dispuestos a velar por la seguridad de los viandantes. Un objetivo que, sin embargo, no encuentra respaldo estad¨ªstico: hasta hoy, ning¨²n estudio ha sido capaz de avalar su eficacia.
Para lo que s¨ª han servido esas c¨¢maras, es para hacer cine. Un ejemplo clave, la pel¨ªcula de 2007 Faceless (Sin rostro), realizada por Manu Luksch con secuencias obtenidas de las c¨¢maras londinenses, contin¨²a dando de qu¨¦ hablar. Hasta final de a?o, hay previstas proyecciones en distintos festivales brit¨¢nicos, y el filme, disponible en Amazon.com, forma parte de una exposici¨®n en el Ars Electronica Center de Linz, en Austria y de la colecci¨®n permanente del Pompidou.
El germen se remonta a hace quince a?os, cuando Luksch, austriaca, desembarc¨® en la capital brit¨¢nica. "Cuando llegu¨¦ y vi tantas c¨¢maras fue un shock. Y pens¨¦ en c¨®mo afectan a la autonom¨ªa del individuo y su dignidad". No fue hasta 2001, cuando entr¨® en vigor una directiva europea que otorga el derecho a acceder a copias de grabaciones que contengan im¨¢genes personales, que la cineasta pudo ponerse a trabajar.
"Empec¨¦ a enviar cartas a cualquier lugar por el que hubiera pasado para que me proporcionaran las copias". A pesar de la ley, entre 2002 y 2007 solo recibi¨® un 10 por ciento de las im¨¢genes que hab¨ªa solicitado, previo pago, obligatorio, de una tasa de 10 libras. Aunque en la mayor¨ªa de los casos se trata de escenas de su vida cotidiana, algunas de las secuencias est¨¢n preparadas, con ella actuando ante las c¨¢maras, sola o acompa?ada.

La trama surgi¨®, seg¨²n cuenta, de manera natural durante el proceso de montaje. Como solo se pueden solicitar archivos con im¨¢genes propias, la protagonista ten¨ªa que ser por necesidad ella misma. El resto de personajes que aparecen en pantalla lo hacen con una mancha negra cubri¨¦ndoles la cabeza, por una cuesti¨®n de protecci¨®n de la privacidad. Lo que se le ocurri¨® lo resume as¨ª: "En una sociedad organizada bajo el reformado Calendario en tiempo real, sin historia ni futuro, nadie tiene rostro. Una mujer cae presa del p¨¢nico cuando un d¨ªa descubre que tiene cara. Pronto comienza a averiguar m¨¢s cosas sobre la historia del rostro humano y a buscar su futuro".
M¨¢s retos: las c¨¢maras de vigilancia no captan los sonidos. Ella misma intent¨® hacer de narradora, pero no acab¨® convencida con el resultado. Y se dijo: Tilda Swinton ser¨ªa perfecta. ¡°Intent¨¦ contactar con ella por muchas v¨ªas, y consegu¨ª su email a trav¨¦s de un amigo com¨²n". En una tarde, la actriz puso voz al filme, de 50 minutos.
Con lo aprendido, Luksch redact¨® un manifiesto para hacer cine con c¨¢maras de seguridad, que colg¨® en su web y con el que forr¨® las farolas de Londres. Y otros se lanzaron a emularla. Su meta, adem¨¢s de art¨ªstica tiene un componente social. "Quiero subrayar el hecho de que hay c¨¢maras por todos lados, y tambi¨¦n que todo el mundo deber¨ªa poner a prueba la ley y sus propios derechos pidiendo las copias".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
