Traficantes
"Buscando razones para no prescindir en tu casa de cosas inservibles que alguna vez fueron..."
Buscando razones para no prescindir en tu casa de cosas inservibles que alguna vez fueron necesarias, como ese tel¨¦fono fijo que se ha convertido en un agresor, me busqu¨¦ la excusa de que lo necesitar¨ªa si me rend¨ªa ante ese invento que me inspira tanto miedo como pereza llamado Internet y compraba un ordenador. Al parecer, a cambio de poder disfrutar de ese para¨ªso de la comunicaci¨®n en tu solitario hogar era preciso disponer de l¨ªnea telef¨®nica. Y tambi¨¦n liaron mi cabeza asegur¨¢ndome que igualmente tienes acceso al mundo feliz si instalas un wifi, termino cuyo significado ni me molesto en intentar comprender.
El resultado de aquellas especulaciones es que siga manteniendo ese tel¨¦fono fijo, aunque solo reciba llamadas de delincuentes sin rostro, voces reales o grabadas en las que predomina el acento sudamericano (ya s¨¦ que la vida est¨¢ muy cruda y que cada uno se la busca como puede) que intentan venderte algo que no comprar¨¢s jam¨¢s. Y despreciando las normas de educaci¨®n y de cortes¨ªa les maldigo y blasfemo antes de que planteen su oferta, les recuerdo que nunca les he molestado marcando el tel¨¦fono de su puta casa ni en horas razonables ni en intempestivas. Imagino que piensan que al otro lado del tel¨¦fono se han encontrado con el habitante m¨¢s furioso de un frenop¨¢tico, pero da igual. Ma?ana volver¨¢n a hacerlo. En la ma?ana, en la tarde y en la noche. Y no solo invaden tu casa. Tambi¨¦n lo hacen en el m¨®vil.
Tu instinto homicida se concentra no en los pat¨¦ticos sicarios sino en los jefes del negocio. Te preguntas qui¨¦n les ha proporcionado los datos para violar tu intimidad, para jugar con el poder absoluto que proporciona la informaci¨®n sobre el pr¨®jimo. Y consecuentemente, en las redes que trafican con la intimidad, est¨¢n los que tienen que estar. O sea, funcionarios del catastro, del censo, de la polic¨ªa, del INEM, de Hacienda, de la Seguridad Social, de Movistar, de Vodafone, de Orange etc¨¦tera, etc¨¦tera, vendi¨¦ndole datos a infinitos detectives para que estos se los vendieran a las empresas y ellas dispusieran del arma m¨¢s temible. La corrupci¨®n jam¨¢s es aislada ni excepcional. El cambalache es absoluto. Y estamos todos en sus manos. Todo aquel que tenga algo que perder.
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