El salvador
Despu¨¦s de esa noche hitchcockiana en la que los acosados deudores lograron al amanecer que la rocosa jefa del tinglado les perdonara provisionalmente la vida en nombre de sus amenazados intereses, percibo s¨ªntomas de euforia en Rajoy. El protagonista de ese farol que sali¨® bien, al parecer fue Monti, ese tecn¨®crata italiano tan seguro de si mismo y empe?ado en que el pa¨ªs que devast¨® con los votos del l¨²cido pueblo el sonrojante Berlusconi aspire a la supervivencia. Pero cuentan que Rajoy fue un secundario eficaz. Por supuesto, nunca sabremos qu¨¦ se negoci¨® all¨ª, ni el precio que vamos a pagar los de siempre por ese respiro temporal. No es obst¨¢culo para que los infinitos corifeos de los que dispone en los medios de comunicaci¨®n el sonriente embustero destaquen las virtudes negociadoras de nuestro timonel.
Si a la estrategia genial del audaz y astuto Rajoy en esa cumbre tenebrosa, a?adimos que esta noche el equipo de nuestra alma pueda demostrar que aunque seamos una ciudad en ruinas y sin murallas esperando el asalto definitivo de los b¨¢rbaros mercados, tambi¨¦n somos capaces de ser campeones en algo tan popular como florido, es probable que ya no haya que esperar a los viernes para aplicarnos una nueva tortura, que eso ocurra todos los d¨ªas, cuando lo decidan los patri¨®ticos genitales de los que nos van a salvar del naufragio. Y aceptaremos ese castigo cotidiano con resignaci¨®n cristiana, calladitos, lami¨¦ndonos las heridas, sabiendo que si nos machacan es por nuestro futuro bien, porque los del medio y los de abajo fuimos muy malos al generar este desastre econ¨®mico.
Televisi¨®n Espa?ola, esa finca tan jugosa que el orden natural de las cosas determina que sea posesi¨®n privada de los que toman democr¨¢ticamente el poder pol¨ªtico, ya ha sido tomada por los celosos guardianes de las esencias del PP. El derribo de unos informativos que han sido encomiables, que no desinformaban, que ins¨®litamente se rebelaron contra su condici¨®n ancestral de Bolet¨ªn Oficial del Estado, ya ha empezado. Vienen los legionarios de Aguirre en Telemadrid a demostrar para qu¨¦ sirve una televisi¨®n p¨²blica como Dios manda. Cualquier espectador en posesi¨®n de neuronas puede optar entre el escalofr¨ªo o meterse los dedos en la boca. Y Rajoy, tan contento.
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