Hamlet y familia
Alberto Sanju¨¢n est¨¢ formidable en el 'Hamlet' de Will Keen, en el Matadero, pero no es el ¨²nico Aplaudan tambi¨¦n a Javivi Gil Valle, Pedro Casablanc, Antonio Gil, Ana Villa y Secun de la Rosa
El Hamlet de Will Keen en el Matadero es de los m¨¢s claros, vigorosos y entretenidos que he visto. Tiene un pr¨®logo confuso y un tanto innecesario: una entrevista radiof¨®nica a Polonio. Cuesta un poco averiguar qui¨¦n habla, pillar lo que dice, y el porqu¨¦ de esa despistante opci¨®n inicial. Funciona much¨ªsimo mejor el primer discurso de Claudio dirigido a unos periodistas, muy en la l¨ªnea Cheek by Jowl. Tambi¨¦n resulta brillante y eficaz la escena en la que Polonio y Ofelia despiden a Laertes en un aeropuerto. Salvo estos tres toques de modernidad (y una pistolita), el resto de la funci¨®n sigue los patrones cl¨¢sicos: no se trata, Will sea loado, de una de las deconstrucciones / reducciones al uso. Hamlet es Alberto Sanju¨¢n y est¨¢ impresionante de dicci¨®n, de autoridad, de naturalidad, en un trabajo agotador, pero que no lo parece (ah¨ª est¨¢ la gracia) y que atrapa desde el primer momento. Sirve un pr¨ªncipe muy cre¨ªble y muy completo: apasionado, cruel, egoc¨¦ntrico, seductor, divertido, desolado y nada pomposo. El actor tiene aqu¨ª una curiosa forma de moverse, entre la danza y lo espasm¨®dico, como si las palabras y la emoci¨®n sacudieran su cuerpo a borbotones. Es inusual, pero ver¨ªdico, porque parece brotar sin afectaci¨®n. Sanju¨¢n inyecta electricidad a todas sus escenas; alcanza la cumbre, para mi gusto, en el violento careo con Gertrudis, y las pocas veces que abandona la escena se nota su ausencia. Paco Azor¨ªn ha dejado el espacio vac¨ªo, con los elementos imprescindibles para cada cuadro, que parecen flotar entre estratos de humo. Al fondo, una escalera met¨¢lica trepa hasta los telares: ah¨ª arriba acabar¨¢ la itinerante recriminaci¨®n de Hamlet a Ofelia, como si fuera un di¨¢logo de Aaron Sorkin filmado por Welles en contrapicado. Es una buena idea utilizar la parrilla para potenciar la idea de esa corte con techo de cristal en la que todos se ocultan y se esp¨ªan.
Salvo alg¨²n que otro golpe de rojo un tanto chirriante, la iluminaci¨®n de Valent¨ªn ?lvarez crea con sensatez y sutileza las sucesivas atm¨®sferas.
Segundo as en la baraja: el human¨ªsimo Polonio de Javivi Gil Valle, que podr¨ªa ser un hijo del que compuso el gran Rafael Alonso. Un consejero dulcemente apayasado, con una n¨ªtida l¨ªnea central: su pat¨¦tico anhelo de informaci¨®n, de controlarlo todo, acabar¨¢ llev¨¢ndole a la muerte. Javivi Gil borda un gran n¨²mero c¨®mico, soberbiamente pautado y servido, cuando informa a los reyes de la presunta locura amorosa de Hamlet. Curiosamente, su titubeo vocal, tan inequ¨ªvoco como el tr¨¦molo de Manuel Alexandre, le da una gran veracidad al recitado sin enturbiarlo, porque el actor no pierde comba y domina el fraseo y los ritmos como pocos. Es un gran placer ver a este formidable y peculiar¨ªsimo int¨¦rprete, que deber¨ªa estar m¨¢s presente en nuestros escenarios. Tambi¨¦n es ins¨®lita la Ofelia de Ana Villa. De entrada, m¨¢s bien parece una punki o una chica de pueblo (o una chica de pueblo metida a punki) que una doncella cortesana, pero tiene fuerza porque su composici¨®n no es nada externa y porque su tono, entre desabrido y furioso, le salva de caer en excesos l¨ªricos, que es el gran peligro del rol. Villa est¨¢ muy bien cuando le cuenta a Polonio la visita nocturna de Hamlet, y muy apoyada con sugestivas soluciones de puesta: no se rompe tras el choque con el pr¨ªncipe, sino que lo hace, muda, en la escena siguiente, mientras en primer t¨¦rmino dialogan el rey y su consejero. Yolanda V¨¢zquez (Gertrudis) tiene algo de la fragilidad y el encanto de Elvira Quintill¨¢, y da bien la tristeza y el desconcierto de la reina, pero no se hace o¨ªr: su interpretaci¨®n resulta opaca, indefinida, quiz¨¢ porque el grueso de su carrera se ha desarrollado en otra lengua, en el Reino Unido. Antonio Gil y Secun de la Rosa acumulan m¨¢s juegos de dobles que un panel de Wimbledon: Bernardo y Marcelo, Ros y Guild, los actores ambulantes, los enterradores, y me dejo algunos. Secun de la Rosa tiene mucha gracia, pero Antonio Gil se sale, desde ese Player King con peluca rubia, aburrido de que Hamlet siempre le corrija (un enfoque nuevo y ocurrente), hasta el viv¨ªsimo enterrador con acento pacense que vacila al Gran Dan¨¦s a su vuelta de Londres. No me convenci¨®, en cambio, Pau Roca, un muy buen actor que aqu¨ª compone un Laertes crispado y chill¨®n (tampoco le ayuda esa boba entrada a punta de pistola, que empuja la escena hacia el subtarantinismo) ni me entusiasm¨® el Horacio de Pablo Messiez: se supone que es su mejor amigo y parece un Erasmus de visita en el palacio. Will Keen relaciona sin f¨¢ciles subrayados el v¨ªnculo (ciertamente familiar: t¨ªo y sobrino) entre la agon¨ªa existencial de Hamlet y la tortura culpable de Claudio: est¨¢n muy cerca, en tono y contenci¨®n, el ¡°Ser o no ser¡± y el soliloquio del arrepentimiento, cima de Pedro Casablanc en el espect¨¢culo, que luego va a mostrarnos a un Claudio en p¨¢nico, al que todo se le escapa de las manos.
Sanju¨¢n inyecta electricidad a todas sus escenas; alcanza la cumbre, para mi gusto, en el violento careo con Gertrudis
Hay algo de vodevil tr¨¢gico en la obra, algo que comienza con el asesinato de Polonio. Es en ese momento cuando empiezo a percibir, como nunca hasta ahora, ese aire de familia: todos meten la pata hasta el corvej¨®n, todos se equivocan, todo empieza a ir fatal, los muertos se acumulan, nada sale como estaba previsto. Torpezas de Claudio y Gertrudis, torpeza de Polonio y megatorpezas de Hamlet, que es un puro desastre y no sabe d¨®nde agarrarse: podr¨ªa sentirse cerca de Ofelia, de los actores, hay ese momento de reconocimiento en Claudio, esa breve cercan¨ªa con Gertrudis, incluso con Laertes al final, pero todo el rato es demasiado tarde, todo se le escapa de entre los dedos como a ellos, se equivoca en todo este adolescente ciego a cualquier cosa que no sean sus obsesiones, sus malditas voces interiores. Todo est¨¢ dislocado, out of joint, pero nada m¨¢s dislocado que su cabeza. ?Triste, triste familia!
Muy buena traducci¨®n, por cierto, la de Marta Fern¨¢ndez Ache, que tambi¨¦n firma la versi¨®n y la codirecci¨®n. Hay tajos, claro. Yo reincorporar¨ªa el plan para matar a Ros y Guild: el personaje queda un tanto dulcificado sin esa cabronada, planificada a sangre fr¨ªa, g¨¦lida. Y, puestos a pedir, reconozco que un duelo a espadas en playback es original, pero la sensaci¨®n de peligro y el goce de la esgrima real se esfuman por completo. Pegas menores, pero subsanables, de un estupendo montaje.
Hamlet, de William Shakespeare. Direcci¨®n de Will Keen. Traducci¨®n, versi¨®n y codirecci¨®n de Marta Fern¨¢ndez Ache. Naves del Espa?ol. Madrid. Hasta el 29 de julio. / www.mataderomadrid.org.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.