Mientras tanto, voy chupando guijarros
La decisi¨®n del Gobierno de Rajoy de subir al 21% el IVA de buena parte de los productos culturales es una aut¨¦ntica aberraci¨®n cuyas consecuencias acusar¨¢n muy pronto no s¨®lo los creadores y los empresarios, sino tambi¨¦n los consumidores
Lo que es la vida. Nos hab¨ªan hecho creer que la lucha de clases era un invento de resentidos del XIX y aqu¨ª la tienen otra vez, como el quinto jinete del Apocalipsis. Estaba yo el otro d¨ªa chupando guijarros (una actividad que aprend¨ª en Molloy, una de las obras maestras de Samuel Beckett), cuando recib¨ª la noticia del ¨²ltimo rajoyazo. Miren: siento verdadera repugnancia por todo lo que huela a teor¨ªa de la conspiraci¨®n, pero no me negar¨¢n que la crisis les ha venido de perlas a los poderosos del mundo para completar urbi et orbi el desmantelamiento de las conquistas sociales que iniciaron en los ochenta el se?or Reagan y la se?ora Thatcher, al tiempo que se iban desmoronando las ¨²ltimas ruinas de la dictadura sovi¨¦tica y la izquierda enfermaba de silencio y mala conciencia. Una ¡°vuelta al orden¡± en toda regla, con bombardeo global de ideolog¨ªa a cargo de las megacorporaciones de la industria de contenidos. Si quieren repasar aquella ¨¦poca, me permito recordarles el compendio de Josep Fontana Por el bien del imperio (Pasado y Presente), donde viene muy bien explicada. Claro que las clases ya no son lo que eran cuando se defin¨ªan por el papel que ocupaban sus componentes en el proceso de producci¨®n. Max Weber matiz¨® el concepto en la edad antigua del consumo de masas, lo que, en todo caso, no hizo desaparecer los conflictos entre los de arriba y los de abajo, a pesar de los reiterados empe?os de convencernos de que est¨¢bamos todos en la planta noble. En su interesant¨ªsimo Esto no es un diario (Paid¨®s), el l¨²cido octogenario Zygmunt Bauman nos recuerda (en la l¨ªnea de Weber) que hemos pasado de ser una sociedad de productores a una de consumidores. Et voil¨¤: si se bajan salarios y se suben (brutalmente) impuestos indirectos que ponen trabas a la capacidad de compra de la inmensa mayor¨ªa (mientras las grandes fortunas, los banqueros incompetentes y los defraudadores millonarios se van de rositas), se profundiza la crisis y, quod erat demonstrandum, se recrudece el conflicto. Ya ven, todo muy primario, como ocurr¨ªa antes del ¡°fin de la historia¡±. De modo que, como el artista conceptual On Kawara, que a mediados de los sesenta comenz¨® a pintar sobre un fondo monocromo cuadros que s¨®lo conten¨ªan la fecha del d¨ªa, as¨ª yo voy contando obsesivamente las jornadas del rajoyato, con sus sobresaltos semanales y sus vertiginosos donde-dije-digo-digo-Diego. A un lado somos m¨¢s pobres (siempre hay unos que lo son m¨¢s que otros) y nos vamos saciando ¡°del sarcasmo de los satisfechos, / del desprecio de los orgullosos¡± (Salmo 122), y al otro se van pertrechando para lo que pueda venir cuando el cabreo deje de ser latente, como sugieren las reiteradas manifestaciones del ministro del Interior (?no se les antoja un hombre todo ternura?) y las primeras disposiciones del flamante presidente de RTVE, encargado de monitorizar la cadena p¨²blica. Mientras tanto (como dir¨ªa Manuel Sacrist¨¢n) las novedades editoriales indican que hay vida (editorial) a la izquierda del centro-izquierda. Adem¨¢s del Manifiesto Comunista, que vuelve a manifestarse en diferentes cat¨¢logos, algunos editores aprovechan el creciente nicho de indignaci¨®n para publicar textos pol¨ªticamente incorrectos. La Catarata, por ejemplo, ha llevado a las librer¨ªas una breve antolog¨ªa de Lenin, seleccionada y prologada por Constantino B¨¦rtolo, en la que se hace hincapi¨¦ en los textos posteriores a la toma del poder por los comunistas; es decir, en torno a un hecho pol¨ªtico trascendental acerca del cual el marxismo no dispon¨ªa entonces de corpus te¨®rico, y sobre el que el dirigente bolchevique ¡°no sab¨ªa demasiado¡±. Y La Oveja Roja ha publicado Los nacionalismos, el Estado espa?ol y la izquierda, de Jaime Pastor, profesor de Ciencia Pol¨ªtica e hist¨®rico dirigente de la izquierda anticapitalista (lo que no es necesariamente un pleonasmo), en el que se analiza la evoluci¨®n del pensamiento pol¨ªtico acerca de los ¡°nacionalismos perif¨¦ricos¡±. Por cierto, Molloy siempre llevaba consigo 16 guijarros. Tal vez los chupaba, como yo, para tranquilizarse. Como lo m¨¢s probable es que a ustedes tambi¨¦n les hayan recortado el sueldo, me permito aconsej¨¢rselos como alternativa econ¨®mica a las benzodiacepinas. De nada.
¡®Ivazo¡¯
La decisi¨®n del Gobierno de Rajoy de subir al 21% el IVA de buena parte de los productos culturales (teatros, cines, espect¨¢culos musicales, m¨²sica grabada) es una aut¨¦ntica aberraci¨®n cuyas consecuencias acusar¨¢n muy pronto no s¨®lo los creadores y los empresarios, sino tambi¨¦n los consumidores. Iremos menos al teatro o al ballet, acudiremos a menos conciertos, compraremos menos entradas de cine. Es decir, tendremos m¨¢s ¡°vida interior¡±: en casita, con la tele y dispuestos a sacar partido a la colecci¨®n de ced¨¦s y deuved¨¦s que guard¨¢bamos para largos periodos de convalecencia o estancias prolongadas en el refugio at¨®mico. Como soy m¨¢s bien suspicaz, no he podido evitar que se me ocurriera la peregrina idea de que el aumento del 13% en el impuesto tiene algo de castigo (no necesariamente consciente) a un combativo sector que nunca se ha caracterizado por el aplauso a las pol¨ªticas culturales de la derecha. Me cuenta un topo ministerial que el ministrow responsable de la cultura se enter¨® del aumento pr¨¢cticamente por el BOE: menuda patatita caliente. Es verdad que la subida del impuesto no ha afectado a los libros tradicionales, que siguen con el IVA al 4%, algo que hay que agradecer a los desvelos y a la presi¨®n del Gremio de Editores. Pero no deja de extra?arme que su presi¨®n y sus desvelos no hayan sido tan suasorios en el caso del libro electr¨®nico, que va a ¡°disfrutar¡± de un IVA del 21%. La coartada es que tales productos culturales ¡ªcada vez m¨¢s consumidos por los sectores m¨¢s j¨®venes y m¨¢s longevos del lectorado¡ª no son considerados libros, sino ¡°servicios¡±. Los editores contin¨²an, en mi opini¨®n, metiendo su linda cabecita en el hoyo: un impuesto tan brutal sobre el libro electr¨®nico equivale a estimular la pirater¨ªa, lo que a muy corto plazo afectar¨¢ negativamente a su negocio. Es como si el Gobierno del PP hubiera emprendido una campa?a de publicidad institucional con el lema: ¡°Todos a piratear libros: ?tonto el ¨²ltimo!¡±. Sobre todo en un pa¨ªs, como este, en el que abunda esa forma particularmente insidiosa de desprecio a los creadores que es la convicci¨®n de que no merecen ser pagados por su trabajo. Hace unos d¨ªas, mi buen amigo Alejandro Sierra, director-propietario de Trotta, uno de los sellos punteros en la edici¨®n de ensayo y no ficci¨®n de calidad, me proporcion¨® una lista de sesenta libros suyos que pod¨ªan piratearse desde cierta p¨¢gina ¡°legal¡± (omito hacerle publicidad) que no controla lo que en ella se cuelga. En la lista est¨¢n desde Ser y tiempo, de Heidegger, hasta las Obras Completas de Paul Celan: listos para ser pirateados. Me met¨ª en la p¨¢gina y encontr¨¦ tambi¨¦n docenas de libros de otros sellos. Como la p¨¢gina es ¡°legal¡±, hab¨ªa tambi¨¦n publicidad de empresas (algunas editoriales) la mar de solventes. Con el IVA de los e-books al 21 %, seguro que se van a multiplicar las descargas. Espero que Wert y sus chicos (y chicas) pasen buen verano: a lo mejor se llevan de vacaciones una tableta electr¨®nica y aprovechan tan sustanciosa oferta.
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