Viaje al fin de la noche
En 'Sin rastro', del director brasile?o Heitor Dhalia, se adivina cierto porvenir en el ¨¢mbito del 'telefilm' de sobremesa
Primera pel¨ªcula norteamericana del director brasile?o Heitor Dhalia, Sin rastro acaba ahogando algunos de sus apuntes m¨¢s interesantes en su abrumadora falta de carisma. Algo que afecta tanto a su desganada puesta en escena como a un reparto dominado por actores en ese estado de acartonamiento gestual que suele garantizar cierto porvenir en el ¨¢mbito del telefilm de sobremesa.
SIN RASTRO
Direcci¨®n: Heitor Dhalia.
Int¨¦rpretes: Amanda Seyfried, Jennifer Carpenter, Michael Par¨¦, Wes Bentley, Daniel Sunjata, Sebastian Stan.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 94 min.
Amanda Seyfried invierte todo su esfuerzo en canalizar la determinaci¨®n angustiada y la mirada obsesiva de una Jodie Foster atrapada en una ficci¨®n paranoica modelo Plan de vuelo: desaparecida (2005), pero toda su energ¨ªa se queda en eso: en esfuerzo que choca contra unas limitaciones expresivas que resultan dolorosamente palpables. Sin rastro mantiene otra conexi¨®n lateral con Jodie Foster. Seg¨²n su guionista Allison Burnett ¡ªresponsable, entre otros, de los guiones de Underworld: el despertar (2012) y el remake de Fama (2009)¡ª, el proyecto parte de una imagen que obsesionaba al productor: una chica encerrada en un agujero o, en otras palabras, una clara reminiscencia de El silencio de los corderos (1991).
En Sin rastro, Amanda Seyfried da vida a Jill, una chica que logr¨® escapar del psic¨®pata que la secuestr¨® un a?o atr¨¢s. Cuando su hermana menor desaparece de su domicilio, Jill intenta convencer, en vano, a la polic¨ªa de que la abducci¨®n es obra del mismo captor, que estrecha su cerco sobre ella, ¨²nica superviviente de su agenda criminal. Cuestionada en su credibilidad y en su salud mental, la chica emprender¨¢ una investigaci¨®n contrarreloj para rescatar a la desaparecida: la tensi¨®n se sustenta, precisamente, en la ambig¨¹edad de esa figura principal, cuya fiabilidad es un enigma m¨¢s poderoso que la identidad y la localizaci¨®n del presunto asesino.
As¨ª, la suspicacia como motor del relato intenta mantener en pie lo que no logra ni el reparto, ni el estilo, pero, en contextos como este, la trama ¡ªque tampoco se resuelve en un dechado de originalidad¡ª tiene todas las de perder. Sin rastro s¨®lo roza cierta intensidad en las escenas del largo viaje al fin de la noche que emprende su sospechosa hero¨ªna, camino a la venganza o al pulso con sus propios fantasmas.
Babelia
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