Esta marihuana no da risa
Discovery Channel emite una serie sobre los usos medicinales del cannabis
A Steve DeAngelo la marihuana le produce cualquier efecto menos la risa. ?l es un serio, muy serio activista en favor del uso de esta planta por su valor medicinal. A su dispensario, el Centro M¨¦dico Harborside, en Oakland (California, EE UU), el mayor del mundo con 94.000 clientes, se acercan diariamente decenas de pacientes necesitados de su dosis de hierba para paliar el sufrimiento que les provocan sus enfermedades, en muchos casos terminales. Las leyes federales de su pa¨ªs, no obstante, ven su trabajo cada vez m¨¢s como el de un camello que como el de un farmac¨¦utico. Diagn¨®stico marihuana, el programa que estrena este jueves 9 Discovery Channel (a las once de la noche), se introduce en este universo psicotr¨®pico a trav¨¦s de los empleados de este particular establecimiento y de algunos de los enfermos que acuden all¨ª en busca de alivio. ¡°Es una oportunidad de ver lo que ocurre en mi vida entre bambalinas¡±, explica el protagonista por tel¨¦fono.
Con cuatro cap¨ªtulos grabados a modo de docurrealidad, la serie, que se estren¨® el pasado diciembre en EE UU, y que tambi¨¦n se ha mostrado ya en otros pa¨ªses europeos y americanos, ha recibido, seg¨²n cuenta DeAngelo, ingentes muestras de apoyo. ¡°Ha sido incre¨ªble¡±, dice. ¡°El programa ha servido de fuente de inspiraci¨®n para pa¨ªses que est¨¢n luchando por la legalizaci¨®n de la marihuana medicinal¡±.
Quienes no est¨¢n tan satisfechas son las autoridades estadounidenses. En los ¨²ltimos meses, el Gobierno federal ha intensificado su campa?a en contra del uso legal del cannabis, una pr¨¢ctica que arranc¨® a mediados de los a?os noventa en California. Y las perspectivas para el negocio de DeAngelo, que regenta desde hace seis a?os, no pintan bien. No solo por el radical aumento de los impuestos a este tipo de negocios (hasta 2,5 millones de d¨®lares [algo m¨¢s de dos millones de euros] tendr¨¢ que pagar Harborside, de acuerdo con una notificaci¨®n recibida hace poco m¨¢s de tres semanas, explica DeAngelo); lo peor es que su empe?o por atenuar el calvario de sus clientes podr¨ªa incluso acabar con ¨¦l. Literalmente. ¡°Me pueden condenar hasta a tres penas de muerte¡±, espeta el empresario. ??C¨®mo?! ¡°Si posees m¨¢s de 60.000 plantas pueden sentenciarte, y yo las tengo¡±, explica calmado. ¡°Ya hay gente que est¨¢ en la c¨¢rcel por eso¡±.
Aunque admite que la sola idea del pat¨ªbulo le asusta, y mucho, promete que no cejar¨¢ en su misi¨®n, a pesar de que tambi¨¦n es posible que le cierren el negocio. ¡°Tengo un compromiso con mis pacientes. Si ellos no pueden venir a por su medicina, entonces se la llevaremos nosotros¡±. Antes de que eso ocurra, asegura, presentar¨¢ su caso ante las m¨¢s altas instancias jur¨ªdicas.
El protagonista se enfrenta a la pena de muerte por posesi¨®n de drogas
Una convicci¨®n como la de DeAngelo solo podr¨ªa venir de la propia experiencia. ¡°Yo uso marihuana comestible o t¨®pica todos los d¨ªas, porque tengo una enfermedad degenerativa del disco¡±, se?ala. ¡°Y es el mejor analg¨¦sico que he probado¡±. Antes incluso de sus problemas f¨ªsicos, ¨¦l ya abogaba por la marihuana. ¡°Soy activista desde los 15 a?os¡±. En los noventa fund¨® la empresa Ecolution, que manufacturaba ropa y complementos de c¨¢?amo. Y aunque no fuma porros por pura diversi¨®n, tampoco est¨¢ en contra. ¡°Creo que nadie deber¨ªa ser arrestado por usar cannabis, porque es una sustancia segura. Y punto¡±.
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