Entre la basura y lo genial
La literatura ¡®pulp¡¯, ese g¨¦nero que produjo mucha basura y algunas maravillas, y del que emergieron autores tan respetables como Chandler y Hammett, renace en Espa?a. Varias editoriales se han lanzado a la recuperaci¨®n del encanto de lo ¡®freak¡¯ para, en estos tiempos de incertidumbre, recrearse en lo ¡®pol¨ªticamente incorrect¨ªsimo¡¯
Monstruos de m¨²ltiples ojos, rudos detectives infalibles y alcoh¨®licos, indios y vaqueros, t¨®rridos romances imposibles, seres con tent¨¢culos que surgen de las profundidades, femmes fatales irresistibles, visitantes del espacio exterior con no muy buenas intenciones, y as¨ª hasta donde abarque una imaginaci¨®n desbocada. Son los habitantes que pululaban por las p¨¢ginas de las revistas pulp, literatura barata y popular para las masas de clase media y baja, que vivieron su apogeo en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX. Literatura de usar y tirar que nunca fue apreciada por la cr¨ªtica acad¨¦mica, pero que, hoy en d¨ªa, algunos insisten en reivindicar. Entre otros, los responsables de Black Pulp Box, una caja de cuidado dise?o y reciente aparici¨®n, urdida por la joven editorial Aristas Mart¨ªnez, en la que escritores e ilustradores espa?oles homenajean al fen¨®meno.
El t¨¦rmino pulp se refer¨ªa en sus or¨ªgenes al tipo de papel barato, de pulpa de madera, en el que se imprim¨ªan publicaciones como Amazing Stories, Dime Detective, Weird Tales, Horror Stories y Black Mask, pionera del g¨¦nero negro. En su ¨¦poca de esplendor algunas de estas revistas llegaron a vender un mill¨®n de ejemplares en EE UU. Pero m¨¢s tarde, la pulp fiction pas¨® a designar el tipo de historias que se encontraban en estas revistas. ¡°Es literatura popular en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino, dedicada a entretener y divertir al lector¡±, explica el cr¨ªtico y escritor Jes¨²s Palacios. ¡°Literatura para las masas, que se preocupa menos por la calidad estil¨ªstica o literaria y m¨¢s por la acci¨®n, la narraci¨®n pura. Y ah¨ª se encuentra desde lo m¨¢s infecto hasta grandes autores¡±.
Considerada como un ejemplo de subliteratura, los relatos de los pulp magacines eran acci¨®n en bruto protagonizada por personajes planos, sin filigranas ni profundidades psicol¨®gicas, una literatura que valoraba m¨¢s el m¨²sculo, que, digamos, el cerebro. Sus historias eran muchas veces inveros¨ªmiles, con giros imposibles, especialmente dise?adas para sorprender¡ y muy entretenidas. En un pu?ado de p¨¢ginas se resuelven intrincados misterios donde, al final, nada es lo que parece. ¡°No estaba bien vista desde la cr¨ªtica literaria ortodoxa¡±, explica el cr¨ªtico y escritor Jordi Costa. ¡°Hab¨ªa exceso de hip¨¦rboles, un estilo discutible, etc¨¦tera, pero como en el cine de Serie B, aparecen fulgores de belleza o excentricidad memorables¡±.
Es una ficci¨®n liberada de cualquier prejuicio o exigencia de belleza o verosimilitud. Ah¨ª reside su inter¨¦s
El pulp, m¨¢s que un g¨¦nero, era una manera de escribir, pues las revistas abarcaban varios: el terror, la fantas¨ªa, la ciencia ficci¨®n, las historias de detectives, el romance, lo oriental y lo ex¨®tico en general, cualquier cosa que excitase la imaginaci¨®n de los lectores de la forma m¨¢s burda. ¡°Es un tipo de ficci¨®n absolutamente liberada de cualquier prejuicio o exigencia de belleza o verosimilitud¡±, dice Costa. ¡°Ah¨ª reside gran parte de su inter¨¦s¡±. Y muchas veces, ese af¨¢n de sorprender llegaba a l¨ªmites que, vistos ahora, resultan pol¨ªticamente incorrect¨ªsimos. ¡°Hab¨ªa cosas que ser¨ªan totalmente intolerables hoy en d¨ªa¡±, opina Grace Morales, escritora y fundadora del fanzine Mondo Brutto. ¡°Torturas, todo tipo de maltrato f¨ªsico y psicol¨®gico, mujeres como esclavas sexuales, drogas, violencia exagerada, delincuencia juvenil, actuaciones racistas, cualquier cosa pod¨ªa pasar, aberraciones como que los protagonistas llegasen a la selva y alguien all¨ª pusiera a los humanos cerebros de mono¡¡±.
As¨ª eran las cosas para los escritores de pulp, que bien podr¨ªan ser personajes de sus propios relatos. Mercenarios de la escritura, escrib¨ªan a destajo, varios relatos o novelas al mes, en largas noches de insomnio, muchas veces con varias m¨¢quinas de escribir en las que iban avanzando en diferentes historias simult¨¢neamente y firmando bajo varios seud¨®nimos. Algunos llegaban a facturar la friolera de un mill¨®n de palabras al a?o. De la vilipendiada cantera del pulp salieron autores hoy plenamente aceptados como Raymond Chandler y Dashiell Hammet, que sentaron las bases de la novela negra y las historias policiacas hard boiled, el terror¨ªfico universo at¨¢vico de H. P. Lovecraft, o la ciencia ficci¨®n de Phillip K. Dick, Isaac Asimov y Ray Bradbury. O Ron Hubbard, fundador de la Cienciolog¨ªa. Personajes bien instalados en el imaginario popular, como el Conan de Robert E. Howard o el Tarz¨¢n de Edgar Rice Burroughs, surgieron de sus amarillentas p¨¢ginas.
Hay opci¨®n de leer pulp a?ejo en la actualidad. Los hombres topo quieren tus ojos (Valdemar) es una antolog¨ªa preparada por Jes¨²s Palacios que incluye 13 relatos de terror con desquiciados t¨ªtulos como Novias frescas para la hija del diablo o Cuando la bestia negra se saci¨®. Tambi¨¦n de Palacios es la edici¨®n de Las estrellas mueren de noche (Valdemar), cinco historias protagonizadas por el detective de Hollywood Dan Turner, creado por Robert Leslie Bellem, el estereotipo de detective privado, c¨ªnico, rompecorazones, infalible y bebedor. A este lado del tiempo, existen fanzines patrios dedicados al g¨¦nero, como 5.000 Negros o Vinalia Trippers, que muestran la reivindicaci¨®n de las nuevas generaciones.
Aunque muchas veces se considere un fen¨®meno netamente estadounidense, Espa?a tambi¨¦n tuvo su pulp: la literatura popular contenida en las llamadas novelas de a duro o de quiosco, muchas de ellas publicadas por la editorial Bruguera. Las historias del Oeste de Marcial Lafuente Estefan¨ªa o Silver Kane (seud¨®nimo de Francisco Gonz¨¢lez Ledesma, que posteriormente y ya como escritor al uso fue reconocido con el premio Planeta), la ciencia ficci¨®n de Curtis Garland o las 4.000 novelas rosas de Cor¨ªn Tellado. La editorial Akal ha lanzado recientemente la colecci¨®n titulada ?Bang, bang, est¨¢ muerto!, en la que Moncho Alpuente y Luis Conde Mart¨ªn recuperan 16 de las mejores historias del g¨¦nero policiaco popular publicadas entre los a?os treinta y sesenta del siglo XX.
Varios factores hicieron que estas publicaciones desaparecieran. La II Guerra Mundial y las restricciones en el uso de papel provocaron la subida de costes y la p¨¦rdida de rentabilidad. El Gobierno y parte de la poblaci¨®n empezaron a ver los pulps con desaprobaci¨®n, debido a sus altas cargas de erotismo y violencia. La atenci¨®n del p¨²blico se enfoc¨® a los c¨®mics books, las novelas de bolsillo, los shows televisivos, seriales radiof¨®nicos y el cine de ciencia ficci¨®n. Pero, aunque desaparecieran las revistas, lo pulp se traspas¨® a la cultura popular posterior, como se ve en algunos c¨®mics, el cine de Serie B, el gore, las pel¨ªculas de Quentin Tarantino (especialmente Pulp Fiction o Kill Bill) y Robert Rodr¨ªguez (Planet Terror o Machete), o incluso, en la forma de jugar con las bajas pasiones del lector que exhiben algunos best sellers. Terribles, incorrectos y desquiciados, pero tambi¨¦n, vistos desde hoy, ingenuos y entra?ables: los pulps atrapan la pulpa del cerebro.
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