Sue?os, fatalidades, diccionarios
La otra noche so?¨¦ que pod¨ªa observar los sue?os ajenos, una habilidad que deb¨ª copiarle al androide David (Michael Fassbender) de Prometheus, la ¨²ltima pel¨ªcula de Ridley Scott. Lo malo es que en mi sue?o ve¨ªa lo que estaba so?ando Mariano Rajoy ¡ªel pol¨ªtico, no el hombre¡ª, y me permitir¨¢n que no se lo transcriba en este sill¨®n de orejas, que ya tenemos suficiente bochorno con el que nos obsequia el anticicl¨®n. En todo caso, lo que so?¨¦ que el presidente so?aba ten¨ªa tan mala pinta como la gorra del joven Charles Bovary, ¡°cuya fealdad callada alcanza las mismas honduras expresivas que el rostro de un imb¨¦cil¡±. Me vuelvo a sumergir en la obra cumbre de Flaubert, ahora en la nueva traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia (La se?ora Bovary, Alba; a la venta en septiembre), para constatar que: a) un cl¨¢sico nunca acaba de decir todo lo que lleva dentro (por eso es un cl¨¢sico), y b) pocas veces un novelista se ha ensa?ado tanto con uno de sus personajes como lo hace Flaubert con el marido de Emma, ya desde el mismo incipit de su obra maestra. Charles Bovary nos es presentado como un tipo pat¨¦tico, un peque?o burgu¨¦s provinciano que se tiene bien merecido todo lo que le env¨ªe la ¡°fatalidad¡±, a la que ¨¦l atribuye sus desgracias. Flaubert se emplea tan a fondo con el pobre Charles que resulta dif¨ªcil sustraerse a la sospecha de que el ¡°idiota de la familia¡±, como lo llam¨® Sartre, no puso en el personaje las partes de s¨ª mismo que m¨¢s odiaba. Pero no es la fatalidad, sino Flaubert (o su narrador interpuesto) el ¨²nico dios de esta novela en que nadie es libre; ¨¦l es la instancia inapelable que castiga o premia a sus personajes, de modo semejante a aquel despiadado Yahv¨¦ del Pentateuco, que jugaba con su pueblo y le enviaba unas veces hambre y, otras, ¡°trigo celeste¡± (?xodo, 16). Ya sabemos que han pasado demasiadas cosas desde aquel 1857 en que se public¨® el escandaloso libro, tanto en el mundo como en la conciencia de la gente. Y que por eso ya no pueden escribirse novelas como esta (suponiendo que alguien dispusiera del talento preciso), pero regresar ahora a La se?ora Bovary no supone un ejercicio de arqueolog¨ªa o nostalgia, sino enfrentarse, otra vez, a una de las cumbres absolutas de un g¨¦nero que, en sus mejores ejemplos contempor¨¢neos, sigue constituyendo una instancia imprescindible de placer y conocimiento. Y, es que, como explicaba Henry James, otro maestro antiguo, el arte discrimina y selecciona (y, por tanto, hace inteligible) lo que en la vida es puro despilfarro. H¨¢ganme caso y reg¨¢lense la relectura: se lo merecen.
Transformaciones
Trato de escapar a la intensiva dieta de circenses deportivos que nos suministran los medios (tal vez para distraernos de las noticias que van nutriendo lo que ser¨¢ el oto?o de nuestro descontento) refugi¨¢ndome en la lectura m¨¢s o menos sincopada de algunos libros que intentan explicar por qu¨¦ nuestro mundo se parece tan poco al de hace un par de d¨¦cadas. En Aftermath, the cultures of the economic crisis (Oxford University Press), un equipo de soci¨®logos e investigadores sociales de primer nivel dirigidos por Manuel Castells reflexiona acerca de las transformaciones que la crisis financiera global est¨¢ produciendo en la configuraci¨®n de la sociedad, haciendo hincapi¨¦ en el an¨¢lisis de fen¨®menos de nuevo cu?o, como la extensi¨®n de las formas in¨¦ditas de protesta y el surgimiento de culturas econ¨®micas alternativas. Si algo est¨¢ demostrando esta crisis, al menos entre los que la padecen m¨¢s intensamente, es que un modelo econ¨®mico basado en la desaforada especulaci¨®n financiera y sostenido por la irresponsabilidad pol¨ªtica de quienes la toleran y/o alientan es insostenible y solo puede conducir al estallido econ¨®mico y al sufrimiento de la inmensa mayor¨ªa. Claro que la gran paradoja es que, por ahora, los que intentan arreglar el quilombo se encuentran ideol¨®gica, pol¨ªtica y mentalmente muy cerca de quienes lo provocaron. En Amor a distancia (Paid¨®s), Ulrich y Elisabeth Beck, que ya hab¨ªan explorado en El normal caos del amor (Paid¨®s) las nuevas formas de relaci¨®n amorosa surgidas al socaire de la globalizaci¨®n, analizan las transformaciones que est¨¢ experimentando la estructura de la familia tradicional a cuenta de la separaci¨®n f¨ªsica de sus componentes por motivos laborales o profesionales. La emigraci¨®n y la b¨²squeda de condiciones dignas de trabajo en otros pa¨ªses (y, a menudo, en otros continentes) imponen nuevas formas de relaci¨®n entre los miembros de la familia, que ahora se comunican a diario desde muy lejos gracias a videoconferencias gratuitas (Skype) o a la tupida malla de las redes sociales. Los Beck explican c¨®mo evoluciona ¡°el nuevo arte de compartir la vida aceptando y superando las distancias¡±, lo que remite a la vieja pregunta acerca de cu¨¢nta distancia tolera el amor cuando desaparece el sexo y la cotidianidad compartida. Por ¨²ltimo, si desean repasar sucintamente (tan sucintamente que cada entrada tiene la extensi¨®n de un twit) los principales acontecimientos que han moldeado la primera d¨¦cada del tercer milenio, los encontrar¨¢n en 10 a?os que conmovieron al mundo (2001-2011), de Loreta Napoleoni, que Paid¨®s pondr¨¢ en las librer¨ªas en septiembre. Por cierto que para la se?ora Napoleoni ¡°esta d¨¦cada ha sido la del empobrecimiento de la gente, la d¨¦cada en que la sociedad civil, con el acceso a los nuevos medios digitales, pudo hacer o¨ªr su voz¡±.
Bayle
Resulta particularmente conmovedor comprobar que a algunos editores vocacionales no les arredra nuestro lamentable Zeitgeist. Ah¨ª tienen, por ejemplo, a KRK, el exigente sello asturiano, que acaba de publicar el primer tomo (?seguir¨¢n otros 19!) del Diccionario hist¨®rico y cr¨ªtico de Pierre Bayle, publicado originalmente en 1697, y que tanto influir¨ªa en los materialistas franceses del XVIII, impulsando decisivamente principios que la Ilustraci¨®n se encargar¨ªa de difundir por el mundo, como la necesidad de someter a cr¨ªtica toda la tradici¨®n recibida, la convicci¨®n de la radical incompatibilidad de fe y saber, la defensa de una moral m¨¢s all¨¢ de toda teolog¨ªa, o la apasionada reivindicaci¨®n de la libertad de conciencia. El diccionario, construido en torno a nombres propios de personas, personajes (hist¨®ricos, mitol¨®gicos, literarios) o lugares, se organiza tipogr¨¢ficamente en tres niveles: el meramente descriptivo (texto principal), el cr¨ªtico (notas) y el bibliogr¨¢fico. Bayle, un verdadero philosophe en el sentido que dar¨ªan los ilustrados al t¨¦rmino, levant¨® con su diccionario (uno de los libros eruditos m¨¢s consultados antes de la Encyclop¨¦die de Diderot y D¡¯Alembert) un aut¨¦ntico monumento contra la superstici¨®n y un compendio muy detallado del saber de su tiempo. La edici¨®n de KRK, coordinada por Juan ?ngel Canal, pone a disposici¨®n de los lectores la primera versi¨®n espa?ola completa de una obra fundamental para el desarrollo posterior de las Luces. Y lo hace en una edici¨®n primorosa que respeta la compleja organizaci¨®n y puesta en p¨¢gina de las ediciones originales. Toda una joya bibliogr¨¢fica por solo 50 euros.?
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