?Alguna otra cosita, Mr. Adelson?
Aquello ya parec¨ªa una sala de ahumar jamones, que todos estaban fumando como descosidos Mariano llevaba dos habanos y el resto hab¨ªa recibido la orden de fumar
(Viene del cap¨ªtulo anterior)
¡ªA ver, caballero, la documentaci¨®n¡
¡ªHaga usted el favor, que soy Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno de Espa?a¡
Todo se descontrol¨® cuando Esperanza avis¨® de que vendr¨ªa el propio Sheldon Adelson en persona.
¡ªMe ha ofrecido organizarlo todo ¨¦l. Y gratis. Le he dicho que ten¨ªa que pregunt¨¢rtelo, pero dado como estamos con lo de los recortes¡
Adelson lleg¨® el d¨ªa antes. Un infierno.
-A ver, ese despacho, para m¨ª. La seguridad es un asco. Los m¨ªos. Kalashnikov, claro. Fuera esos muebles. Ara?as, quiero ara?as, y no esos focos de oficina. Alfombras, muchas alfombras¡ Lujo y esplendor. Y en el cuarto ese que me hab¨¦is ense?ado, mont¨¢is las c¨¢maras de vigilancia.
-M¨ªster Adelson, que no es por molestar, no se vaya a creer, pero es que ese despacho es el m¨ªo¡
-?Y a m¨ª qu¨¦ me cuenta? ?Qui¨¦n ha puesto la pasta? Entonces¡ Usted lim¨ªtese a traer a los jugadores. Y a los banqueros, que les voy a meter unos sablazos que se van a enterar¡
-No, si jugadores ya tengo, ya. Lo de los banqueros est¨¢ m¨¢s dif¨ªcil, que el que no est¨¢ imputado est¨¢ de viaje por el extranjero¡
Esperanza ya estaba sentada, que siempre llegaba antes para inspeccionar el terreno.
-T¨² all¨ª, Ignacio, cari?o. En la esquinita. Por si hay que intervenir¡
Artur Mas llegaba sofocado.
-Esto del puente a¨¦reo me va a matar¡
-Pero si tienes el AVE, Arturito, que con tal de ahorrar¡
-Ya, ahorrar, d¨ªselo a tu jefe. Tengo un acuerdo de puntos -?no ves la pegatina de la cartera?- y los vuelos me salen a la mitad, que no veas c¨®mo me tiene el Mas-Colell, que si he pedido un botell¨ªn de agua, que si una ensaimada¡
Rajoy hab¨ªa pensado invitar a alg¨²n valenciano, que tambi¨¦n quer¨ªan por all¨ª el Eurovegas. Y dio el nombre de Fabra. Pero llamaron de la oficina de Las Vegas: Fabra, no. Le toca siempre. Y ponte a explicarles que es otro Fabra. Incluso en Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, por aquello de implicar a los socialistas, pero al final le dio un poco de miedo. Que lo mismo nos limpia a todos, unos ases por aqu¨ª, unos colores por all¨¢, que nunca se sabe con ¨¦l, se dijo, y nos hace una aver¨ªa. Quita, quita, mejor de la casa.
-Menores, por ahora, no. Luego ya veremos, se oy¨® decir al de vigilancia de la puerta¡
-Qu¨¦ menor, ni qu¨¦ menor. ?Soy la vicepresidenta!
Y es que a Soraya le pasaba muchas veces, que nunca la hab¨ªan dejado entrar en las pel¨ªculas para mayores.
Tambi¨¦n estaban por all¨ª Luis de Guindos, que en Lehman les obligaban a jugar al p¨®ker -para vender cualquier timo sin hacer un gesto- y Crist¨®bal Montoro.
-Deja los montoncitos de billetes, Crist¨®bal, tuvo que reconvenirle Mariano, que el pobre los contaba una y otra vez¡
-Es que no tenemos dinero.
-Y adem¨¢s est¨¢n libres de impuestos, ministro, le dijo Esperanza, que ya le he dicho yo a Adelson -?le hab¨¦is conocido?, ?verdad que es un sol?- que no les cobraremos nada, y que si quiere les damos un 10% m¨¢s¡
-Es que pagar algo efectivo podr¨ªamos con ello, dec¨ªa el pobre Montoro mirando los billetes con ansia.
-Cashflow se llama eso, Crist¨®bal, cashflow, que nunca aprender¨¢s.
-Bueno, qu¨¦, empezamos o me voy, que tengo que llegar a Barajas, con este caos de tr¨¢fico que ten¨¦is aqu¨ª en Madrid, se quejaba Mas¡
Apenas si llevaban dos manos cuando de pronto se organiz¨® un l¨ªo monumental.
-Es la Merkel, ha venido ?ngela Merkel, gritaba nervios¨ªsimo Garc¨ªa Margallo, que le hab?a pillado de improviso la visita de la canciller¡
P¨¢lido, Rajoy recoloc¨® a los jugadores.
-Por aqu¨ª, Angela, por aqu¨ª, ?quieres una cervecita?
-Nein, nein. Solo quer¨ªa estar momentos vosotros.
-Un honor, Angela, pero si s¨¦ que vienes te preparo una reuni¨®n¡
-Mejor as¨ª, ver c¨®mo gastan espa?oles los recursos de los obreros alemanes¡ Vino, whiski -?eso es un Macallan, Windows?-, p¨®ker¡
-No, ver¨¢s, Angela, es que¡ Adelson, el magnate de Las Vegas¡
-¡ Ja. El g¨¢nster defraudador¡
- Hombre, g¨¢nster, g¨¢nster¡
-?Alguien me ha llamado?, se oy¨® una voz de ultratumba por todos los altavoces de la casa.
-Usted tranquilo, don Sheldon, no se preocupe por nada¡
-No et preocupis, m¨ªster Sheldon, apoyaba Mas¡
Aquello a esas alturas de la tarde ya parec¨ªa una sala de ahumar jamones, que todos estaban fumando como descosidos. Mariano llevaba ya dos habanos, y el resto, aunque no fumaban, hab¨ªan recibido la orden de hacerlo¡
-?Ha visto usted que dejamos fumar, don Sheldon?, dijo Esperanza. Venga, Ignacio, saca los habanos. Si ya se lo dije yo, que lo ¨ªbamos a conseguir¡ No, en Catalu?a no creo, no¡ F¨ªjese, f¨ªjese. Mariano, da un par de caladas¡
-Esperanza, que soy el presidente de un Estado soberano¡
-¡ ?Soberano, ha dicho? No estar¨ªa mal un poquito de co?ac, no, dijo m¨ªster Adelson¡
-Todos borrachos, yo saber, intervino Merkel.
-?Y qu¨¦ me dice usted de los camareros, don Sheldon?, pregunt¨® Artur Mas, que iba a lo suyo. Ah¨ª los tiene, el que menos biling¨¹e, ingeniero de caminos o arquitecto, sin estar en ning¨²n sindicato, ?y por diez euros la jornada! ?Y sin contrato, don Sheldon, sin contrato!, que son unos charnegos que me he tra¨ªdo yo de Catalu?a¡ Toca'm el nas i balla, Esperanza¡
-?Basta ya!, intervino Rajoy. Imp¨®ngase el imperio de la ley. Bueno, o no¡
-?Qu¨¦ dicen de leyes?, se oy¨® por los altavoces.
-Un chiste, era un chiste que nos estaba contando el presidente, dijo Garc¨ªa Margallo, que siempre estaba al quite¡
-?Un momento!, grit¨® Soraya. Ese maquillaje, Merkel, se est¨¢ agrietando, ya se ha ca¨ªdo un trozo¡ No, no puede ser¡
-?S¨ª, efectivamente, soy Cayo Lara, que he venido a denunciar el capitalismo corrupto, martillo de los derechos de los honrados trabajadores de este pa¨ªs, arrojados a las sombras por unos banqueros miserables, camisa blanca de mi esperanza!
Justo cuando varios agentes de seguridad se lo llevaban arrastrado por las alfombras, se oy¨® un grito desgarrador¡.
-¡ Cardenal, por favor, despierte, Ave Mar¨ªa Pur¨ªsima, despierte, cardenal, despierte¡
Entraba en la sala una camilla con el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco, flanqueada por los ministros del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, que era quien gritaba, y de Justicia, Alberto Ruiz Gallard¨®n, que acababa la oraci¨®n: ¡como en el cielo.
-Que nos hab¨ªan dicho que hab¨ªa aqu¨ª un acto importante, y hemos pensado Jorge y yo, dijo Gallard¨®n, que estar¨ªa bien que invit¨¢ramos al se?or cardenal arzobispo, dign¨ªsimo representante de la Iglesia¡
-Pues no s¨¦ yo si hoy era lo m¨¢s indicado, dijo Rajoy¡
-Lo peor es que le hemos llevado a dar una vuelta y hemos entrado en aquellas salas que¡
-?En aquellas sala con el cardenal? ?Pero aqu¨¦llas, aqu¨¦llas?
-?sas, ¨¦sas, si lo sabr¨¦ yo, se explicaba Gallard¨®n¡
-Y es que adem¨¢s tuvimos una mala suerte doble, porque ya lo de la barra tuvo lo suyo, que estaban los escoltas poniendo unos billetes, bueno, ya sab¨¦is d¨®nde, que tampoco hay que explicarlo todo, se azoraba Fern¨¢ndez¡
-¡ Y para huir lo m¨¢s r¨¢pido posible nos metimos sin querer en la sala del striptease, justo cuando, bueno, el final de la actuaci¨®n, una chica pelirroja que era, que me he dado cuenta yo¡
-?Alberto, que hay se?oras!
Adelson ya estaba retirando a los suyos¡
-Tendr¨¢n noticias m¨ªas, dijo, que hoy no habido tiempo, pero a ver si me presentan a esos banqueros. Que lo mismo se piensan que yo voy a poner un d¨®lar¡
-Usted devu¨¦lvame el carn¨¦ de identidad y deje el despacho libre de una vez, dijo Rajoy, que ya hablar¨¦ yo aqu¨ª con unos y con otros. Y ll¨¦vese a las, a las, a las¡ trabajadoras de aquellas salas, que lo mismo las ve mi se?ora y tenemos un l¨ªo. Y solo me faltaba eso, con la que tengo liada con la prima de riesgo¡
-Por cierto, ?A d¨®nde lleva la ambulancia al cardenal?, pregunt¨® Esperanza.
-Creo que lo llevan al Gregorio Mara?¨®n, inform¨® la vice¡
-No, por Dios, all¨ª no, que hoy he quitado las aspirinas y las vendas, y he cambiado las camas por unas sillitas plegables de Carrefour¡
Ma?ana, siguiente cap¨ªtulo: ?Qu¨¦ tal, Alfredo?", dijo el rododendro
Babelia
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