Una aglomeraci¨®n de esp¨ªas
Los de la CIA iban como bojs, que ya hab¨ªa notado yo un cierto amontonamiento de estos resistentes arbustos en una esquina del jard¨ªn
Sab¨ªa que era un d¨ªa importante pero nunca pude imaginar cu¨¢nto. Aquello era una locura, una batahola, un tiovivo de gentes de ac¨¢ para all¨¢, de uniforme y sin ¨¦l. Y eso solo si se contaban los polic¨ªas, guardias civiles y militares que pululaban por Palacio. S¨²menle a aquella carretada de uniformados alg¨²n batall¨®n de esp¨ªas del CNI, que hac¨ªan como si fueran repartidores de pizzas, unos, jardineros, otros, y ch¨®feres los m¨¢s, pero que se les notaba la profesi¨®n a varias decenas de metros.
¡ª?Y est¨¢s seguro, Margallo, de que tengo que recibir a ese t¨ªo de Ir¨¢n, que viene adem¨¢s con no s¨¦ cu¨¢ntas gentes de la embajada?
¡ªSin duda ninguna, presidente, que aunque nos han cortado el suministro de petr¨®leo conviene estar a buenas, que nunca se sabe cu¨¢ndo se puede reanudar y la cosa no es para andarse con bromas¡
Al o¨ªr la conversaci¨®n ya supe la que se iba a montar, que los conozco muy bien. A todos. A los nuestros y a los suyos. Y a los de la CIA. Y a los del Mossad. As¨ª que al d¨ªa siguiente me puse en la puerta, donde las columnas que ustedes tienen tan vistas, y ech¨¦ una ojeada, sabedor de que esperaba una gran jornada. ?Qu¨¦ espect¨¢culo, oigan, qu¨¦ aglomeraci¨®n, qu¨¦ gent¨ªo! Que si a los entorchados pod¨ªan verles los seres humanos normales, mi percepci¨®n extrasensorial me permit¨ªa ir mucho m¨¢s all¨¢ y afinar en la visi¨®n tanto como en la escucha.
¡ªTe oigo, Dolly Parton, te oigo, corto.
¡ªDime, Willie Nelson, te oigo alto y claro, corto.
Los israel¨ªs, me dije.
¡ªAdelante, Efraim, adelante. Corto.
¡ªAqu¨ª a la escucha, con interferencias pero suficiente, Amos. Corto.
Los norteamericanos, que son inconfundibles unos y otros, porque la CIA siempre intenta que si alguien les pilla crean que son del Mossad y los del Mossad que parezcan ser de la CIA.
¡ªAl¨®, al¨®, ?est¨¢s ah¨ª, Jafar? Corto.
¡ªComo en el mism¨ªsimo Teher¨¢n, Kiarostami. Corto.
Los iran¨ªes. Seguro. Que se creen que por emplear un nombre falso ya es suficiente.
¡ªEs que si nos equivocamos y nos ponemos un nombre cristiano ya la hemos liado, que si los azotes, que si la decapitaci¨®n, les hab¨ªa o¨ªdo comentar entre ellos cuando Zapatero, que con aquello de la Alianza de Civilizaciones hicimos unas amistades distintas a las habituales¡
Yo los o¨ªa, s¨ª, pero porque soy un pedazo fantasma, dicho sea en el doble sentido de la palabra, pero ustedes deben comprender que utilizaban frecuencias lejos del alcance de nuestros chicos del CNI gracias a sofisticados m¨¦todos electr¨®nicos. La CIA y el Mossad. Que los del Vevak iran¨ª hab¨ªan trincado un descodificador de Canal+ de la garita del guardia de seguridad y hac¨ªan virguer¨ªas con ¨¦l, acostumbrados como estaban a los boicots de tecnolog¨ªa. No se pueden hacer una idea de lo que consegu¨ªan construir con una pinza de la ropa, un tambor de lavadora y un destornillador. Como Juan Tamariz pero en ingeniero.
¡ªBueno, bueno, se?or Mos¨¦n Naderi, que ese es su nombre, ?verdad?
¡ªNo exactamente, se?or presidente, es Moshen.
¡ªEso dec¨ªa yo, s¨ª. Mos¨¦n. Y bien, ?a qu¨¦ debemos esta agradabil¨ªsima visita?
¡ªPues ver¨¢ usted presidente. Lo primero que quer¨ªa era, en nombre del todopoderoso¡
Y mientras el embajador hablaba y hablaba de los lazos que un¨ªan a las dos culturas, afuera de palacio se suced¨ªan los acontecimientos.
¡ªA la izquierda tienes un sura, Willie Nelson, corto.
¡ªA la derecha tienes un salmo, Efraim, corto.
Que as¨ª llamaban, salmos y suras, a los esp¨ªas iran¨ªes los israel¨ªs y los yanquis, respectivamente. Les vi enseguida. Los de la CIA iban como bojs, que ya hab¨ªa notado yo un cierto amontonamiento de estos resistentes pero manejables arbustos en una esquina del jard¨ªn. Se mov¨ªan con lentitud, c¨®mo iban a hacerlo, que un boj dando saltos es un cante, pero lo tupido del ramaje les facilitaba el escondite de mini parab¨®licas y minis antenas con las que transmit¨ªan a sus equipos apostados en el exterior.
¡ªY cuando en 1794 los Zand fueron apartados del poder por Agha-Mohamed-Khan, quedaba inaugurado el per¨ªodo kayar de Persia, dec¨ªa el embajador¡
¡ªYa, ya¡
Los del Mossad hab¨ªan sido m¨¢s osados. Como casi siempre. Dos se hab¨ªan disfrazado de estatuas y otros dos de fuentes. La verdad es que no se notaba, que parec¨ªa que esa Diana cazadora y ese David con la onda siempre hab¨ªan estado ah¨ª. Completaban la falta de movimiento, que ni una pesta?a aletearon en toda la tarde, con unos s¨®lidos anclajes para toda la parafernalia de rodaje y escucha escondidos en los pedestales de las estatuas, am¨¦n de m¨¢s impedimenta, como luego se demostrar¨ªa, mientras las antenas se escond¨ªan en la flecha hacia arriba y la onda tensada. Afuera tambi¨¦n ten¨ªan una furgoneta en la que se le¨ªa "Jamones Fern¨¢ndez. Servicio a domicilio. ?El cerdo en casa!", que es lo que dijo el jefe del comando: a ver qui¨¦n se va a imaginar que por aqu¨ª hay jud¨ªos.
Los iran¨ªes, a pesar de todo, iban como motos hacia su objetivo, sin que nada ni nadie pudiera hacerles desistir de su empe?o.
¡ªSi me localizan me inmolo, Abbas. Corto.
¡ªT¨² no te inmolas sin permiso, que a ver si te crees que aqu¨ª puede uno inmolarse cuando quiera, Majid. Corto, que eres muy corto. Ahora s¨ª corto. Corto.
La verdad es que hab¨ªan sido muy ingeniosos los del Vevak, que se hab¨ªan disfrazado de mendigos rumanos, que dada la abundancia de ellos en las calles madrile?as, que los hab¨ªa con acorde¨®n y sin acorde¨®n, con vendas mugrientas y con vendas menos mugrientas, con muleta y sin muleta, con cubo y bayeta, y sin cubo ni bayeta, a nadie le extra?¨® verles en el Palacio, que ya hab¨ªan conseguido hacerse invisibles para el ojo humano. Como las papeleras. Y all¨¢, entre las vendas de los figurados mu?ones, los agentes de Teher¨¢n llevaban sus v¨ªdeos y sus grabadoras, compradas en un surtidillo del bazar La amapola brillante, el primer chino de todo a cien que vieron en Carabanchel, donde llevaban escondidos varios a?os.
¡ª¡ Pero en 1925, cuando subi¨® al poder Reza Pahlavi¡
¡ªNo nos queda mucho, ?verdad, embajador? Es que antes ha llamado Frau Merkel y, claro, usted comprender¨¢¡
¡ªNada, nada, enseguida acabo¡
¡ªDolly Parton, respiras muy fuerte y se mueve la flecha. Corto.
¡ªEs que estaba ensayando, Willie Nelson, pero ya lo dejo. Corto.
Ten¨ªa que estar muy atento para escucharles a todos, que a veces se superpon¨ªan los mensajes cifrados.
¡ªMe parece que el mecanismo de la fuente se est¨¢ estropeando, Willie. Lo mismo dejo de echar agua en un momento. Corto.
¡ªMejor, as¨ª ser¨¢ m¨¢s cre¨ªble, Dolly, que los espa?oles est¨¢n acostumbrados a que las cosas no funcionen. Tranquilo, corto.
¡ª¡Y ahora ya entramos en nuestra ¨²ltima y gloriosa etapa de la Rep¨²blica isl¨¢mica de Ir¨¢n, cuando el sah huy¨® de Ir¨¢n en enero de 1979, mientras Ruhollah Jomeini volv¨ªa del exilio¡
¡ªEso, eso, a ver si llegamos al final¡
¡ªTranquilidad, presidente, tranquilidad, le dec¨ªa por lo bajinis Margallo, que se hab¨ªa quedado para la entrevista¡
Los nuestros del CNI miraban todo con mucho inter¨¦s. Vi a uno de ellos, un ch¨®fer, que le estaba dando una limosnilla al iran¨ª-rumano, mientras otro, el repartidor de pizza, se refrescaba en una fuentecilla¡ El jefe del operativo, al que ve¨ªa desde mi sitio, respiraba tranquilo, que todo estaba saliendo seg¨²n lo previsto. Otra vez una advertencia falsa. Estos pol¨ªticos, se dec¨ªa¡
Los bojs giraban muy despacito y la flecha de la Diana y la onda del David segu¨ªan en su sitio. Sin moverse ni un mil¨ªmetro.
Yo sab¨ªa qu¨¦ quer¨ªan los iran¨ªes, que aquel mismo agente de a?os antes ya me hab¨ªa dado la pista en su charla con el compa?ero.
¡ªFue una faena, porque yo ya hab¨ªa aprendido a hacer de llama, que escup¨ªa a la perfecci¨®n, porque me hab¨ªan dicho que en el jard¨ªn hab¨ªa unas llamas de Bolivia, cuando resulta que se las regalaron al zoo. Y yo que ya ten¨ªa pensado c¨®mo averiguar el camino hacia el b¨²nker¡ Porque no se lo digas a nadie, pero queremos ver c¨®mo lo han hecho.
As¨ª que era el bunker¡
(Continuar¨¢)
Ma?ana, siguiente cap¨ªtulo: ?Al¨¢ es grande!
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.