El cuchillo que esquiv¨® Rajoy
Ay! A ver, ?qui¨¦n me ha tirado esta pelota de papel, que me ha dado en todo el ojo?, se oy¨® protestar a Luisa Fernanda Rud¨ª. Como le pille le voy a romper los dedos uno a uno, falange a falange, y luego le voy a arrancar las u?as y luego¡
¡ªLuisa Fernanda, hija, que tampoco es para tanto, que hay que ver c¨®mo te pones por una bolita de papel¡
¡ªYa, Mariano, pero es que dentro iba una bola de acero¡
¡ª???Atch¨ªs!!!, estornud¨® el presidente de Cantabria.
¡ª???Atch¨ªs!!!, le sigui¨® el de La Rioja.
¡ª???Atch¨ªs!!!, core¨® Crist¨®bal Montoro que acompa?aba al presidente.
¡ª???Atch¨ªs!!!, a?adi¨® Artur Mas. Oye, dijo, ?esto lo hac¨¦is mucho en Espa?a?
¡ªA ver qui¨¦n ha sido el listo que ha echado polvos pica-pica, se quej¨® Rajoy, que ya estaba harto de tanta tonter¨ªa.
La reuni¨®n de presidentes auton¨®micos llevaba meses de retraso.
Es que me da una pereza tremenda, Leandro, me hab¨ªa comentado el presidente el d¨ªa anterior. Y f¨ªjate ahora, adem¨¢s, con las de a kilo que les ha hecho Montoro, que ya me ha contado que esta semana les ha quitado a todos mil millones as¨ª, por la gorra.
Yo entend¨ªa bien a Mariano, que esto de las autonom¨ªas y sus jefes era una lata. Desde el principio. Lo del Pa¨ªs Vasco y Catalu?a es lo que es, que ese es un tema imposible. Pero luego tampoco se sabe si los peores son los de la oposici¨®n o las fuerzas propias. Los propios, sobre todo si son dem¨®cratas cristianos, o¨ª que susurraba el airecillo de Fito, esos son los peores¡ A Felipe no le gustaban nada esas reuniones, que se hac¨ªan a mayor gloria de Alfonso. Pero es que nada, me reforz¨® Por consiguiente. Ni tampoco a Aznar, insisti¨® Azor¨ªn, que ten¨ªa que sonre¨ªr a Fraga. Bueno, ten¨ªa que sonre¨ªr, que ya era un esfuerzo. Hasta Om tuvo que reconocer que a Zapatero le pon¨ªan de los nervios. Lo de los nervios es un decir, claro. As¨ª que ya estaban todos dispuestos a seguir la reuni¨®n, que la cita hab¨ªa comenzado fatal.
¡ªNo digas nada, Crist¨®bal, pero la silla quema. No, espera, hiela; no, quema¡
Hubo que aplazar el arranque hasta que se cambi¨® el asiento, que alguien hab¨ªa echado el l¨ªquido ese que venden en las tiendas de sorpresas que da fr¨ªo y calor. Por no hablar de las bombas f¨¦tidas¡
¡ªNo he sido yo, dijo Alberto Fabra, que en cuanto pasaba algo as¨ª siempre le miraban a ¨¦l. Por lo del Mediterr¨¢neo¡
¡ªBueeeno, bueeeno, estaba diciendo Montoro, as¨ª que protestar quer¨ªais por los recortes¡ A ver, Valc¨¢rcel, di lo que quer¨ªas decir, hombre¡ Si te voy a meter un puro de cien millones digas lo que digas¡
¡ªCrist¨®bal, que ya no puedo ni encender las luces del despacho, que me alumbro con velas¡
¡ªMuy rom¨¢ntico, Valc¨¢rcel, muy rom¨¢ntico. Y a ver, Gri?¨¢n, ?otros 200 millones a qui¨¦n pap¨¢ le va a quitar?
¡ªSe?or presidente, le ruego que le diga al se?or ministro, que la injusticia hist¨®rica que sufre el pueblo andaluz¡
¡ªOye, no me metas, que he tra¨ªdo a Crist¨®bal para que os pegu¨¦is con ¨¦l, que yo no tengo nada que ver¡
¡ªQuita, quita, Gri?¨¢n, que era broma, hombre¡ Y a ver, Asturias¡
Justo en aquel momento se fue la luz.
¡ª?????Agggggggggggggg???!!, se oy¨® el grito aterrador del presidente, al tiempo que se o¨ªa un ruido sordo tras un sonido sibilante: ???ssssssssssssshhhhhhhhhh, ZAS???
Yo hab¨ªa visto el lanzamiento y sopl¨¦ un poco para desviar la trayectoria. Por si acaso. Las luces se encendieron y los ojos de todos los presentes se quedaron fijos en un cuchillo clavado en la pared, justo detr¨¢s del presidente. A¨²n se cimbreaba por la fuerza con la que hab¨ªa sido lanzado.
¡ª???Madre m¨ªa, si le pilla!!!, dijeron casi todos, m¨¢s fuerte o m¨¢s bajito, con m¨¢s tacos o con menos tacos.
¡ªHa sido Gri?¨¢n, seguro, grit¨® Monago. Son los rojos, que nos odian, dijo Bauz¨¢¡
¡ª?Y el asturiano?, terci¨® Valc¨¢rcel, cabreado como estaba por lo de Montoro, que ¨¦se es nuevo, pero tambi¨¦n socialcomunista¡
¡ªPor no hablar del vasco, que adem¨¢s de ser de Portugalete es socialist¨®n, reafirm¨® N¨²?ez Feij¨®o¡
¡ªY pita al himno de Espa?a. Y al Pr¨ªncipe, que yo lo vi¡, acus¨® Esperanza Aguirre.
Mariano, p¨¢lido como aquel d¨ªa del helic¨®ptero, interrumpi¨® la conferencia y avis¨® al comandante del CNI que siempre estaba por all¨ª.
¡ªNo s¨¦ c¨®mo ha podido ocurrir, presidente, que es que estaban todos los agentes mirando hacia afuera y nadie prestaba atenci¨®n al interior, que como casi todos eran de casa¡ Pero lo resolvemos pronto. ?Con la experiencia que tenemos nosotros de Afganist¨¢n!
Yo s¨ª hab¨ªa visto al autor, claro, pero prefer¨ª dejarlo estar por unos minutos, que si hac¨ªa falta ya intervendr¨ªa. Pero antes quer¨ªa saber c¨®mo de finos estaban los investigadores de la casa y darles una oportunidad de lucirse¡
Los agentes investigadores, dos hombres, dos mujeres y una ni?a llegaron en un momento y se dedicaron, lo primero, a calmar los ¨¢nimos.
¡ªDon't worry, etc¨¦tera, dijo el primero, que parec¨ªa el jefe. El segundo hombre tradujo: Nada, ni preocuparse, que esto lo resolvemos en dos patadas. Estamos acostumbrados a cosas m¨¢s dif¨ªciles.
¡ª?Pero ¨¦ste no es Grissom, el de CSI Las Vegas?, pregunt¨® Rajoy al comandante del CNI.
¡ªNo diga nada, presidente, que est¨¢ dando aqu¨ª unos cursillos y le hemos pedido que nos eche una mano¡
¡ªThis is a knife. And this, is a wall. La segunda era la agente de campo.
¡ª?Catherine Willows, supongo?
¡ªS¨ª, presidente. La ni?a es su hija. Nos ha dicho que no tiene con qui¨¦n dejarla, dijo esto ¨²ltimo en voz alta, para que la concurrencia no se extra?ara demasiado, que ya la presencia de los CSI de Las Vegas hab¨ªa causado suficiente impacto¡
¡ªPues en persona no est¨¢ mal ese Grissom, ronrone¨® Dolores de Cospedal¡
¡ªEscolta, com la noia ¨¦s bo veure...., dijo Mas atus¨¢ndose el tup¨¦.
¡ªEse cuchillo tiene una etiqueta, tradujo el int¨¦rprete de Grissom. Haz el favor de leerla, Catherine.
Silencio expectante.
¡ªAqu¨ª pone Navajas El F¨ªgaro, calle El Betis, 18. Sevilla, dijo finalmente la traductora de Catherine Fellows.
¡ª???Es una trampa, es una trampa!!!, salt¨® Gri?¨¢n. Quieren implicarme en una horrible acci¨®n, que desde ahora mismo repudiamos todos los andaluces, que desde el alma vibrante de Blas Infante¡
¡ªVale, vale, est¨¢ bien, seguimos investigando. Pero las pruebas son las pruebas, dijo el comandante, haci¨¦ndose cargo de la situaci¨®n, mientras Grissom y Catherine segu¨ªan buscando huellas con unos microscopios port¨¢tiles que hab¨ªan sacado del monedero.
¡ªBien. Aqu¨ª tenemos la gu¨ªa de tel¨¦fonos de Sevilla, p¨¢ginas amarillas. A ver. Cuchiller¨ªas: El faro de C¨¢diz, SL; El felino cuchillero, SL, y de ah¨ª pasamos a El flor¨®n de Marchena, SL. No veo yo que exista El F¨ªgaro. Ahora mismo lo comprobamos. Gu¨ªa de tel¨¦fonos de Sevilla, pero de calles. Repasemos, 14, 16, 18. Aqu¨ª. Pues no, aqu¨ª est¨¢ registrada Casa Pit¨®n, art¨ªculos de broma para despedidas de soltero. No veo yo¡
¡ªOiga comandante, ?y si utiliza un ordenador o un iPad, o incluso un m¨®vil para llamar a sus agentes de Sevilla y que lo comprueben in situ?, pregunt¨® Rajoy, que poco a poco se iba poniendo hecho una furia con tanta gu¨ªa de tel¨¦fonos.
¡ªAh, ya quisiera yo. Pero eso d¨ªgaselo a Montoro, que le tiene aqu¨ª al lado, que con lo de los recortes hemos tenido que vender en el Rastro todo el material electr¨®nico para pagarnos los sueldos¡
¡ª?Eureka! Con mi microscopio port¨¢til he descubierto que debajo de la etiqueta estaba grabado otro nombre en el duro metal. Han tratado de enga?arnos. ?Enga?arnos a nosotros!, tradujo el int¨¦rprete de Grissom.
-¡ªShut Up!, dijo el propio, que le gustaba demostrar el car¨¢cter.
¡ªAqu¨ª pone¡ No se lee bien¡ S¨ª, parece que¡, exacto, s¨ª, estoy seguro¡ Compru¨¦balo, Catherine, que no quisiera equivocarme¡ No, la ni?a no, que se est¨¦ quieta, que ya te dije que la dejaras con el capit¨¢n Brass. (Por cierto, le habl¨® bajito a Catherine, ?no huele un poco mal este traductor?)
Ma?ana, la continuaci¨®n: Esperanza, Pons, Matas ?Y Cascos?
Babelia
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