Manuel Calvo, un periodista incansable
Siempre encontr¨¦ en Calvo Hernando apoyo y comprensi¨®n a mi tarea informativa

Conoc¨ª a Manuel Calvo Hernando siendo subdirector del diario Ya en los primeros a?os setenta del pasado siglo. Colaboraba yo entonces en aquel diario como cronista de tribunales. La informaci¨®n judicial era en los a?os postreros de la dictadura una parcela informativa especialmente vigilada por los guardianes del r¨¦gimen. Sacaba a la luz, con la cautela a que obligaba el duro r¨¦gimen administrativo-sancionador de la ley Fraga de prensa, la naturaleza represora del franquismo, que se ejerc¨ªa con especial rigor contra los grupos opositores m¨¢s activos: trabajadores, estudiantes y profesionales. Siempre encontr¨¦ en Calvo Hernando apoyo y comprensi¨®n a mi tarea informativa.
A Manuel Calvo Hernando, fallecido el pasado jueves, le recuerdo como un hombre amable y de buen trato. Esas caracter¨ªsticas personales no desaparec¨ªan en las relaciones con sus subordinados. Le gustaba hablar con la gente joven de la redacci¨®n, siempre muy atento a las inquietudes de las nuevas generaciones, que ya formaban amplia mayor¨ªa social en una Espa?a que, sin embargo, segu¨ªa sometida a las reglas del autoritarismo franquista. Cuando se preve¨ªa la muerte del dictador y la llegada de una nueva ¨¦poca, que se presum¨ªa y se deseaba mayoritariamente de libertad, Calvo Hernando fue uno de los directivos de Ya m¨¢s conscientes de la necesidad de adaptar el peri¨®dico a las exigencias del nuevo tiempo. Se le encarg¨® hacer un estudio sobre un modelo de peri¨®dico m¨¢s abierto a la cultura y a los j¨®venes. Desgraciadamente, tras la muerte de Franco, Ya cay¨® en manos del sector de sus dirigentes m¨¢s integrista y nost¨¢lgico del franquismo que, en lugar de abrirlo cultural e ideol¨®gicamente, lo fueron cerrando seg¨²n avanzaba la Transici¨®n pol¨ªtica. Termin¨® siendo vendido a un grupo de prensa que solo le interes¨® del peri¨®dico el valor del solar de su edificio y las plusval¨ªas que podr¨ªa obtener de su venta. Manuel Calvo Hernando se jubil¨® con 61 a?os en 1984. Se libr¨®, al menos, de vivir en primera l¨ªnea una situaci¨®n que dej¨® en la calle a varios cientos de trabajadores, no pocos de ellos desorientados y perplejos por el comportamiento que tuvieron para con ellos los obispos espa?oles, propietarios del peri¨®dico.
En los a?os que conviv¨ª con Calvo Hernando en la redacci¨®n siempre me admir¨® su incesante actividad. Se le reconoc¨ªa ya una autoridad indiscutible en el campo del periodismo cient¨ªfico, del que hab¨ªa sido un avanzado o pionero. Adem¨¢s de ejercer como jefe de prensa del Instituto de Cultura Hisp¨¢nica, colaboraba en numerosas revistas, asist¨ªa a congresos y escrib¨ªa un libro tras otro ¡ªse le calcula una bibliograf¨ªa de m¨¢s de 40 t¨ªtulos¡ª sobre temas relacionados con el periodismo cient¨ªfico. Esa actividad period¨ªstica e Iberoam¨¦rica, relacionadas entre s¨ª por los frecuentes viajes que hac¨ªa para dar cursos o participar en congresos sobre la materia, fueron dos constantes en su vida profesional.
Las circunstancias de la vida hicieron que fu¨¦ramos vecinos. Hace media docena de a?os comenc¨¦ a verle en el parque, sentado en una silla de ruedas y acompa?ado de una cuidadora. Me entreten¨ªa a veces con ¨¦l hablando no solo del pasado sino del presente, sobre todo de la suerte del actual periodismo. ?ltimamente se me quedaba mirando con unos ojos muy abiertos y una sonrisa beat¨ªfica, sin saber quien era. Se adentraba en el mundo en el que ya descansa en paz.
Francisco Gor es periodista.
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