?A F¨¢tima!, grit¨® Mariano enfervorizado
A Om le dec¨ªas vaticano y ya: venga a blasfemar, que cada d¨ªa se inventaba una jaculatoria nueva, a cual m¨¢s salvaje
La situaci¨®n era terrible.
¡ªPresidente, la prima¡
¡ª?Calla, que no quiero ni o¨ªr lo que ha subido! ¡ªle grit¨® Mariano a la secretaria.
¡ªNo, no, que es la prima de Ana Pastor, la ministra de Fomento, que me ha dicho que ahora mismo viene¡
¡ª?Y por qu¨¦ llama su prima, que es que aqu¨ª cada d¨ªa pasan cosas m¨¢s raras?
¡ªEs que te recuerdo que ya hemos reconvertido en taxis el 50% de la flota de coches, y como hemos echado a la mitad de los ch¨®feres, a la ministra la trae una prima suya que tiene un Fiat 500¡
¡ªVale, vale, no sigas¡ Que entren Montoro y Guindos.
¡ªTambi¨¦n vienen Fern¨¢ndez D¨ªaz y Gallard¨®n¡
¡ªPues que pasen tambi¨¦n cuando lleguen¡
¡ªNo s¨¦ si baja el riesgo y la prima se da un batacazo con Bruselas, que depositaba fondos en los recortes del BCE, mientras Valencia recorta y Catalu?a me hace un corte de mangas que a la vez se la revendo a Galicia y as¨ª el d¨¦ficit, dijo Montoro, que ten¨ªa las gafas torcidas y un aspecto absolutamente zarrapastroso.
¡ªPero Crist¨®bal, hijo, qu¨¦ te ha pasado¡
¡ªEs que me voy a reunir con los consejeros de Hacienda y dejarles quiero claro la ruina a las que comunidades nos han llevado las aut¨®nomas¡ ??Ayyyyyyyy, qu¨¦ dolor!!, suspir¨® el ministro de Hacienda.
¡ªOutsourcing, due diligence, offshoring expert, murmuraba Guindos en voz baja¡
¡ª?Qu¨¦ dices, Luis, que no se te oye?
¡ª???Digo que la madre que pari¨® a Scha¨¹ble y a todos los banqueros vivos y muertos desde Tarifa hasta los Urales!!!, grit¨® el ministro de Econom¨ªa.
¡ªBueno. Tranquilos, dijo el presidente. He tomado una decisi¨®n definitiva que va a acabar con nuestras penas.
Los tiempos exigen medidas heroicas y vuestro Mariano Rajoy est¨¢ dispuesto a todo, que como ya dije en un momento hist¨®rico, cuando la II Guerra Mundial, nos esperan ¨¦pocas de sangre, sudor y l¨¢grimas¡
¡ªEn realidad lo dijo Winston Churchill, presidente, le corrigi¨® Guindos, que es muy le¨ªdo¡
¡ªEs lo mismo. Son palabras de grandes estadistas. Winston, Mariano¡ qu¨¦ importa.
¡ª?Y esa medida heroica, presidente¡? Inquiri¨® Montoro, que hac¨ªa cualquier cosa para retrasar su cita con los consejeros auton¨®micos.
¡ªAtentos. Me he dado cuenta de que los seres humanos somos sobre todo personas, con alma y con sentimientos, y esto es muy bonito y me reconforta mucho
¡ª¡ Eso s¨ª, claro, acertaron a decir Guindos y Montoro, que se hab¨ªan quedado francamente pasmados¡
¡ª?As¨ª que vamos a ir todo el gabinete en procesi¨®n a F¨¢tima! Necesitamos un milagro. ?Y c¨®mo nos lo va a negar la Virgen de F¨¢tima, teniendo, como tenemos, a Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, a Ruiz Gallard¨®n, a F¨¢tima B¨¢?ez y al resto de ministros, que m¨¢s cat¨®licos ya no se puede ser, que esto m¨¢s que un gobierno parece un s¨ªnodo¡ ???Todos a F¨¢tima!!!
¡ª?Ave Mar¨ªa Pur¨ªsima!, se asom¨® el ministro del Interior.
¡ªSin pecado concebida, dijo el de Justicia.
¡ª???El trece de Mayo, la Virgen Mar¨ªa baj¨® de los Cielos a Cova de Ir¨ªa!!!, cantaban los a d¨²o cuanto entraron en el despacho, que ya estaban al tanto de la procesi¨®n.
¡ª?Canten todos, hombres tambi¨¦n!, dirigi¨® la operaci¨®n el presidente.
As¨ª que cuando entr¨® Ana Pastor se encontr¨® al presidente y a medio Gobierno cantando a coro, brazos abiertos y mirada al cielo:
¡ª???A tres pastorcitos la Madre de Dios descubre el misterio de su coraz¨®n!!!
La ministra de Fomento no se lo pens¨® ni un momento:
¡ªAve, Ave, Ave Mar¨ªa... El Santo rosario, constantes, rezad, y la paz del mundo el Se?or dar¨¢.
Yo me hab¨ªa quedado agazapado detr¨¢s de las cortinas, que a m¨ª estas cosas sobrenaturales me dan un poco de yuyu, que ya me las conozco yo¡ Tuve que devolverle al mundo a Mariano, susurr¨¢ndole al o¨ªdo, que les ve¨ªa dispuestos a enzarzarse con el rosario, que 20 Padrenuestros y 200 Avemar¨ªas, versi¨®n corta, era un exceso¡ Yo me lo sab¨ªa de memoria, que cuando Ana Botella estaba por aqu¨ª no paraban de venir amigos y amigas, que si del Opus, que si de los legionarios de Cristo¡
-¡ªBueno, a lo nuestro, a lo nuestro, dijo el presidente. Como ministra de Fomento, y dado que vamos a ir en tren, te toca organizar el viaje a ti, Ana¡
¡ªHorario germ¨¢nico, presidente, ni un minuto de retraso, que en seguida organizo yo un plan que¡.
¡ªVale, vale. Y vosotros, Jorge y Alberto, a rezar. Mucho, much¨ªsimo. Y a interceder con Rouco, que seguro que tiene mano.
¡ªPresidente, est¨¢ don Antonio Mar¨ªa Rouco¡
¡ªSi antes lo menciono¡
¡ªOs doy la bendici¨®n¡ a todos, dijo el cardenal un tanto intimidado ante el numeroso personal que se hallaba en el despacho.
¡ªEst¨¢bamos hablando de F¨¢tima, cardenal, que si usted nos echara una mano con lo del milagro, ya sabe, las Bolsas, la ruina¡
¡ªBueno, presidente, no digo que s¨ª ni que no, pero antes¡ esto del IBI¡
¡ªQuite, quite, olv¨ªdelo, eso es cosa de los socialistas, unos comecuras¡
¡ªY lo de los colegios¡
¡ªTambi¨¦n solucionado, que ya le digo yo a Wert¡
¡ªBueno, y ver¨¢, presidente, esto de la asignatura de Religi¨®n¡ Y el aborto¡ y el matrimonio homosexual¡
¡ªHagamos un pacto, cardenal. Usted intercede mucho por la primas de riesgo y yo le digo a Soraya que me estudie bien esas leyes¡
¡ª¡ Ya lo he hecho, presidente, que me s¨¦ totalmente todos los art¨ªculos del Concordato, inform¨® la vicepresidenta. Ver¨¢s. Art¨ªculo 2, apartado segundo: 2. ¡°En particular, la Santa Sede podr¨¢ libremente promulgar y publicar en Espa?a cualquier disposici¨®n relativa al gobierno de la Iglesia y comunicar sin impedimento con los Prelados¡¡±
¡ªEst¨¢ bien, est¨¢ bien, que no te hab¨ªamos visto¡
¡ªHe entrado detr¨¢s de Jorge Fern¨¢ndez y Alberto, que como van siempre tan juntos lo tapan todo¡
Se organiz¨® un poco de l¨ªo al irse Rouco, porque unos y otros quer¨ªan rendirle pleites¨ªa. Hubo que arrancarle a Fern¨¢ndez la mano del cardenal, que no es que la besara, no, es que la rechupaba cual alita de pollo.
¡ªD¨¦jame, Jorge, d¨¦jame un poco de anillo, que tambi¨¦n es mi cardenal, protestaba Gallard¨®n¡
¡ªY yo qu¨¦, protestaba Soraya, que el resto de ministros no hac¨ªa m¨¢s que ponerse delante y Rouco o¨ªa la voz pero no sab¨ªa de d¨®nde le llegaba¡
No tuve m¨¢s remedio que echar la vista atr¨¢s y acordarme de algunas cosas que pasaban con los curas, obispos, arzobispos, cardenales y hasta el Papa en otras ¨¦pocas. Azor¨ªn nos explic¨® que en su ¨¦poca los obispos estaban muy contentos, que les hizo mucha ilusi¨®n cuando le pidieron al mism¨ªsimo cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco ¡ªya digo que le conoc¨ªa de antiguo¡ª que oficiara la boda de Anita en el El Escorial, que momentos as¨ª no hay que desaprovecharlos. Para motivar un poco a la Divina Providencia. A Alfonso Guerra se le daban muy bien los obispos. Los trataba con un desd¨¦n volteriano y los obispos le correspond¨ªan con un desd¨¦n vaticano. ?l cre¨ªa que les tomaba el pelo, dice Por Consiguiente, pero en realidad le sacaban hasta los higadillos.
Om se agita un poco cuando le recuerdo a Mar¨ªa Teresa y la mantilla. ?Lo que me hac¨ªa sufrir!, dice. Era decirle que ten¨ªa que tratar alguna cosa con los curas, por no hablar de la Santa Sede, y un color se le iba y otro se le ven¨ªa. Era terrible, me dice Om. Le dec¨ªas Vaticano y ya: venga a blasfemar, que cada d¨ªa se inventaba una jaculatoria nueva, a cual m¨¢s salvaje. Y no paraba de romper cosas, que hab¨ªa que sujetar con clavos todo lo que estaba a su alcance, que estaba maltratando a cualquier ministro, como era habitual, y de pronto se acordaba: ?La peineta! ?La xxxx madre que pari¨® a los xxxxxxxxxx, la xxxxx, el xxxxxxxxx y hasta a las monjas que xxxxxxxxxxxxxxxxx!, y all¨¢ que se iba contra la pared otro tel¨¦fono, que no gan¨¢bamos para reponerlos.
As¨ª que en breve saldr¨ªamos rumbo al santuario portugu¨¦s, que por nada del mundo me iba a perder aquella cosa. La peregrinaci¨®n promet¨ªa¡
Me pregunt¨® Mariano.
¡ª?Y a ti que te parece esto de la procesi¨®n a F¨¢tima?
¡ªA m¨ª no me preguntes, le dije, que ya sabes que yo no creo en nada sobrenatural¡
¡ª?Hombre, Leandro¡!
(Continuar¨¢)
Pr¨®xima entrega, ma?ana: La Virgen y la prima de riesgo.
Babelia
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