?D¨®nde est¨¢ el ba?o?
El Museo del Orinal arrasa en Ciudad Rodrigo: recibe m¨¢s visitas que la vecina catedral Entre las 1.300 bacinillas de la colecci¨®n, hay piezas de distintos estilos y ¨¦pocas hist¨®ricas
Henry Miller se pasar¨ªa semanas leyendo a Joyce aqu¨ª. ¡°Hay pasajes del Ulises que solo se pueden leer en el inodoro, si se le quiere extraer todo el sabor al contenido¡±. Con m¨¢s comedimiento del que mostr¨® en Tr¨®pico de c¨¢ncer, el novelista rend¨ªa doble culto a la literatura y a la fisiolog¨ªa. Aqu¨ª, frente a la catedral de Ciudad Rodrigo (Salamanca), podr¨ªa leer cada p¨¢gina del Ulises en un orinal distinto y todav¨ªa le sobrar¨ªan recipientes para relecturas. Es m¨¢s, podr¨ªa ir encadenando estilos: victoriano, plata americana, chino, miniatura, cer¨¢mica polaca, mecedora, dompedro franc¨¦s (cuyo dise?o renuncia a la monoton¨ªa circular por la sinuosidad del bid¨¦).
?¡ªSiempre han sido raritos, siempre, los franceses.
Solo un sevillano tiene arte para convertir una frase t¨®pica en un hallazgo. Juan Carlos Rivas Garc¨ªa recorre por primera vez las salas del Museo del Orinal junto a su t¨ªo Abel S¨¢nchez. Invierte el tiempo de los primerizos y destila el pasmo de los impactados.
¡ªCo?o, ?el orinal golpe de estado!
El dompedro es el ¨²nico mueble dise?ado para disimular su funci¨®n
Ante Juan Carlos, sobre un pedestal destaca una bacinilla blanca con una orden conocida de todos que a m¨¢s de uno empujar¨ªa al excusado: ¡°?Se sienten!¡±. Bautizado queda. El bac¨ªn golpe de estado es una de las 1.300 piezas construidas para recoger pis y heces desde el siglo XII en adelante (y de 27 pa¨ªses distintos), que se pueden ver en este asombroso museo, donde algunos orinales parecen (con perd¨®n) salseras, otros exhiben chascarrillos (¡°?Que te veo!¡±, ¡°Sala para conciertos¡±), y alguno, advertencias, como la de la compa?¨ªa de ferrocarril Central Pacific: ¡°No vaciar este orinal por la ventanilla¡±.
Durante a?os, el ?agua va! ca¨ªa de todas partes y no solo de balcones madrile?os.
?A qui¨¦n se le ocurrir¨ªa exponer cu?as, bacines, bacinejos, galangas, tiorbas y pericos ¡ªla lista de sin¨®nimos ha sido pirateada de un art¨ªculo de Cela, como saben, versad¨ªsimo en ciencias escatol¨®gicas¡ª en esta ciudad de sobradas glorias urban¨ªsticas? A alguien singular y ya fallecido: Jos¨¦ Mar¨ªa del Arco Ortiz, de sobrenombre Pesetos, y (que se sepa) ¨²nico coleccionista espa?ol de orinales, adem¨¢s de Cela, que lleg¨® a reunir 70, llevado por esa fascinaci¨®n hacia las aguas turbias.
En 1982, durante unas obras en el hospital de la Pasi¨®n (antigua sinagoga entregada, tras la expulsi¨®n de los jud¨ªos, a la orden de San Juan), salv¨® de la destrucci¨®n viejos bacines. As¨ª arranc¨® la colecci¨®n, muy nutrida de piezas brit¨¢nicas gracias a la pareja de Pesetos, la inglesa Pamela Williams. Entre ellas, un dompedro eduardiano de caoba.
Un dompedro es el ¨²nico mueble dise?ado con la finalidad de emboscar su funci¨®n: dan el pego como regios sillones de madera que solo desvelan su naturaleza cuando el urgido retira el coj¨ªn o levanta un falso asiento y descubre un orificio inconfundible. ¡°Se le puso ese nombre por el rey Pedro I el Cruel¡±, explica Jenaro Hern¨¢ndez, encargado de este museo, que subvenciona el Ayuntamiento y que recibe al a?o m¨¢s visitas que la vecina catedral. ¡°Posiblemente este, y sin posiblemente, es m¨¢s visitado¡±, afirma Adoraci¨®n Ca?amero, concejal de Turismo, Comercio e Instalaciones Muse¨ªsticas. Las bacinillas atraen el doble de curiosos (entre 25.000 y 30.000) que el incensario de la seo. Llegan buscando palanganas y salen hablando de lozas. La concejal se detiene ante una pieza azul y dorada, de cer¨¢mica canadiense, con un dibujo mitol¨®gico, tapa y asa.
¡ªEs mi favorita. Parece una sopera total.
?Qui¨¦n se atrever¨ªa a ensuciar una pieza as¨ª?... Tal vez el padre de William Shakespeare si le hubiera pertenecido. Por lo visto fue multado por la asquerosidad de su letrina. Nada que ver con la pulcritud de Leonardo da Vinci, que se construy¨® un retrete con contraventanas que abr¨ªan hacia dentro al sentarse. Un genio.
Tienen su historia
Pedro Pablo Ayuso, en la Historia de los excusados, recuerda lo obvio escondido: "Ese gesto maquinal de colocarse sobre nuestros asientos ineludibles y hacer c¨®modamente lo que se pueda hacer y, una vez concluida la sesi¨®n, jalar de la cadena, mover una palanca o apretar un bot¨®n y olvidarnos del asunto, es un logro reciente de nuestra civilizaci¨® Es de suponer que los neol¨ªticos sal¨ªan de la cuev, pero en Mesopotamia y Egipto ya hab¨ªa "protorretretes", seg¨²n el historiador.
[En China se encontraron restos de retretes sobre porquerizas de la ¨¦poca de la dinast¨ªa Han (III d. C.). En la griega Corinto se instal¨® un sistema de circulaci¨®n de agua. El gran avance fue Roma, con las letrinas dom¨¦sticaY con el lujo. ¡°Defecar en cuclillas empieza a tener los d¨ªas contados. Cuando uno tiene su propio retrete puede pensar en acondicionarlo y convertir el agujero en un asiento embellecido¡±.
En la Edad Media volvieron las cuclillamientras que en el XVII, los orinales se guardaban en aparadores, como la vajillaEl escoc¨¦s Alexander >Cummings patent¨® en 1775 el primer inodoro. De ah¨ª en adelante, su uso se masific¨®.
Babelia
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