Francisco Fern¨¢ndez Buey, el optimismo de la voluntad
Tanto en su trabajo como en su vida, el catedr¨¢tico y fil¨®sofo se comprometi¨® con el pacifismo o el feminismo
El profesor Francisco Fern¨¢ndez Buey, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica en la Universitat Pompeu Fabra, explicaba que ni Neus Porta, su mujer hasta su muerte hace poco m¨¢s de un a?o, ni ¨¦l hab¨ªan tenido que visitar al m¨¦dico hasta hace pocos a?os, cuando detectaron la enfermedad [c¨¢ncer] a Neus y, poco despu¨¦s, a ¨¦l. Vivi¨® esta etapa con la entereza que le caracterizaba para todas las cosas de la vida, haciendo planes, hablando de filosof¨ªa y de pol¨ªtica con su hijo Eloi y con los amigos. El s¨¢bado Francisco Fern¨¢ndez Buey muri¨® en Barcelona.
Su trayectoria durante los ¨²ltimos 50 a?os constituye la mejor representaci¨®n de la evoluci¨®n de la Universidad espa?ola. Nacido en 1943 en Palencia, estudi¨® Filosof¨ªa en Barcelona. De estudiante, con profesores como Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, Emilio Lled¨® o su querido maestro, Manuel Sacrist¨¢n, ya tom¨® conciencia de la tremenda injusticia en que viv¨ªa instalada la vida p¨²blica en la Espa?a de los sesenta y fue uno de los estudiantes m¨¢s relevantes de la oposici¨®n al franquismo. Fue uno de los l¨ªderes estudiantiles de la Capuchinada en 1966, cuando un nutrido grupo de universitarios, acompa?ados de prestigiosos profesores, intelectuales y periodistas, se reuni¨® en el convento de los Capuchinos de Sarri¨¤ (Barcelona) para constituir clandestinamente el Sindicato Democr¨¢tico de Estudiantes. Los que lo recuerdan de entonces ya hablan de su capacidad de razonar y de persuadir: hablaba siempre pausadamente, siempre sensible a las razones, conjurando m¨¢s el acuerdo que el conflicto.
Por su actividad militante antifranquista fue expulsado de la UB y tuvo que sobrevivir de traducciones, voces para enciclopedias varias y todo tipo de contribuciones intelectuales a la lucha pol¨ªtica contra la dictadura. Fue miembro, hasta 1978, del PSUC, donde fue compa?ero y amigo de tantas personas que despu¨¦s han ocupado lugares relevantes en la sociedad catalana. Est¨¢ por escribir esta contribuci¨®n del PSUC durante aquellos a?os. Despu¨¦s regres¨® a la Facultad de Econ¨®micas de la UB con Manuel Sacrist¨¢n, pas¨® un tiempo en la Universidad de Valladolid, obtuvo la c¨¢tedra en la Universidad de Barcelona y a comienzos de los noventa fue llamado a la reci¨¦n creada Universitat Pompeu Fabra por su rector, Enric Argullol, uno de los compa?eros del PSUC, delegado de los estudiantes de Derecho en la Capuchinada. Durante casi 20 a?os estuvo impartiendo clases de Filosof¨ªa de la Ciencia, de Filosof¨ªa Moral, de Filosof¨ªa Pol¨ªtica y de tantas cosas en la Facultad de Humanidades. Los estudiantes no le llamaban, como le llam¨¢bamos sus colegas, Paco, sino El Buey, una evocaci¨®n involuntaria a un gran fil¨®sofo hist¨®rico, aunque lejano a las preocupaciones de Fern¨¢ndez Buey, igualmente convencido de la fuerza de las razones.
Cerca intelectual y personalmente de Manuel Sacrist¨¢n, su formaci¨®n fue, a la vez, una s¨®lida formaci¨®n en la filosof¨ªa de la ciencia y en la tradici¨®n marxista. Una forma muy sugerente de aunar la raz¨®n te¨®rica con la raz¨®n pr¨¢ctica en una especie de raz¨®n comprometida. Por eso desde sus primeros escritos muestra una gran capacidad de combinar la atenci¨®n a los pensadores mayores, en especial a los te¨®ricos de la tradici¨®n marxista, con predilecci¨®n hacia Antonio Gramsci, un autor que le acompa?¨® desde el principio hasta el final y con el que todos tend¨ªamos a identificarle, con la atenci¨®n hacia los cambios que se producen en la sociedad, los movimientos sociales, de hecho dirig¨ªa una C¨¢tedra Unesco en la UPF sobre los movimientos sociales. Por esta raz¨®n, se comprometi¨® con el pacifismo, con el feminismo o con el ecologismo. Por ello, sus libros van desde Einstein y la epistemolog¨ªa hasta nuestra lucha contra la barbarie y la defensa de las utop¨ªas, entre Campanella y Gramsci.
En las relaciones personales, era de una enorme afabilidad, que hac¨ªa sentirse bien a los que le rodeaban. Transmit¨ªa el afecto de un modo entra?able. Era uno de los profesores m¨¢s queridos en nuestra Universidad. Sin embargo, su voz cr¨ªtica nunca dejaba de o¨ªrse en todos los foros. Con claridad y rotundidad, de un modo insobornable. De hecho, ten¨ªa una alergia natural a los cargos y a las funciones burocr¨¢ticas. A comienzos de la d¨¦cada pasada fue nombrado, a propuesta del grupo parlamentario de IU, miembro del Consejo de Universidades; pero esas largas y pl¨²mbeas sesiones en Madrid le aburr¨ªan y no asist¨ªa casi nunca, solo cuando se lo ped¨ªamos para que defendiera alguna causa que consideraba merecedora de ser defendida.
En estos momentos en los que o¨ªmos a menudo a tantas personas vilipendiar la Universidad p¨²blica, su trayectoria muestra c¨®mo pueden entrelazarse de la manera m¨¢s conveniente la dedicaci¨®n a la docencia con la dedicaci¨®n a la investigaci¨®n, la capacidad de los universitarios para tener una presencia p¨²blica que mejore nuestra sociedad, que alimente nuestra democracia procurando la calidad perdurable de nuestra deliberaci¨®n. Su confianza en la fuerza de la raz¨®n era inagotable, tal vez porque, como su querido Gramsci, sumaba al pesimismo de la inteligencia el optimismo de la voluntad.
J. J. Moreso es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y rector de la Universitat Pompeu Fabra.
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