Parrafadas de ¨¦xito ¡®online¡¯
La revista ¡®Jot Down¡¯ se lanza al papel tras triunfar en la Red Art¨ªculos largu¨ªsimos y entrevistas oce¨¢nicas son la marca de la casa
Del Evangelio seg¨²n los gur¨²s de lo digital: ¡°En la Red solo se leen art¨ªculos breves; la gente ya no tiene tiempo; hay dos clases de periodistas: los r¨¢pidos y los malos¡±. Tal vez esa liturgia, que se repite un d¨ªa s¨ª y el otro tambi¨¦n en muchas redacciones por el mundo, sea cierta. Pero cierto tambi¨¦n es que a la religi¨®n del periodismo en Internet le ha surgido un hereje. Se llama Jot Down Magazine, publica art¨ªculos online de miles y miles de caracteres, cuenta con un dise?o vintage en blanco y negro y ¨Cincre¨ªble pero cierto- triunfa. Tanto que, tras un a?o de vida en Internet, la revista se ha permitido el lujo de sacar un n¨²mero de autohomenaje en papel, del que ya se han vendido m¨¢s de 8.000 copias.
¡°Hacemos lo que nos gusta, lo que busc¨¢bamos y no encontr¨¢bamos en otros medios. Quer¨ªamos art¨ªculos menos superficiales, an¨¢lisis en profundidad. Jot Down es un himno al fuego lento¡±, explican desde la direcci¨®n de la revista. Por cierto, y antes de se pregunten por qu¨¦ una referencia tan gen¨¦rica, es esta otra de las cosas que les gusta a los fundadores de Jot Down: no figurar. ¡°La estructura no tiene inter¨¦s, ni tampoco las personas. No queremos tomar el protagonismo¡±, asegura Carles A. Foguet, director de comunicaci¨®n de Jot Down.
Al fin y al cabo, es tambi¨¦n una manera de dirigir los focos hacia sus contenidos. ¡°Los protagonistas son los entrevistados y los que escriben¡±, defienden. En realidad, sobre todo los primeros. Las largas charlas con artistas, pol¨ªticos y (muchos) periodistas son la aut¨¦ntica marca de la casa de Jot Down. Y, para ello, la revista ha establecido dos conditio sine qua no: la conversaci¨®n dura al menos una hora. Y nada de hablar con creadores que promocionan su ¨²ltimo libro/disco/pel¨ªcula/cualquier otra cosa que intenten vender.
De ?lex de la Iglesia a Oscar Tusquets, de Vicente del Bosque a Angels Barcel¨®, ya hay unos 150 que han aceptado jugar con las reglas de Jot Down. Y seguramente m¨¢s seguir¨¢n, al ritmo de dos por semana. Siempre y cuando, eso s¨ª, el texto cumpla con dos criterios b¨¢sicos: que sea de calidad y que diste a?os luz de la prensa rosa. Pocas reglas pero imprescindibles para ser fieles al lema que la revista ha robado al Polonio del Hamlet de Shakespeare: ¡°Hay m¨¦todo en nuestra locura¡±.
Lo hubo, al parecer, desde el big bang. Es decir, desde que en mayo de 2011 Jot Down pas¨® de ser el sue?o de dos amigos a una p¨¢gina de carne, hueso y p¨ªxeles. Los dos fundadores (el inform¨¢tico ?ngel Fern¨¢ndez y la directora) y otros cuatro miembros conformaron el equipo de direcci¨®n. Y, con un presupuesto de 45.000 euros, se lanzaron a la aventura del periodismo.
Aparte del entusiasmo, les un¨ªa la seguridad de que llegar¨ªan a alg¨²n lado: ¡°Hacemos lo que creemos que se debe hacer. Si no conseguimos salir adelante ser¨¢ ¨²nicamente nuestra responsabilidad". Y tambi¨¦n compart¨ªan una condici¨®n peculiar para dirigir una revista: ninguno de los seis es periodista.
En el fondo, lo que hacen tampoco tiene mucho que ver con lo que publican los diarios. ¡°Hacemos periodismo, pero no reporterismo ni investigaci¨®n. No damos noticias, ni nos interesa la actualidad¡±, relata Foguet. M¨¢s bien, se trata de reflexiones infinitas sobre un tema que puede ir de la carrera de Roger Federer al Padrino, al Ulises de Joyce, o de di¨¢logos oce¨¢nicos con un entrevistado. Aunque una de las cr¨ªticas m¨¢s frecuentes que recibe Jot Down habla precisamente de charlas muy blandas y poco ca?eras. ¡°No es nuestra intenci¨®n poner a alguien en aprietos. Es un proyecto amable, buscamos una relaci¨®n con el entrevistado. Me parecer¨ªa fuera de lugar ir a por ¨¦l¡±, aclara Foguet.
Una f¨®rmula que convenci¨® a Ferran Adri¨¤, uno de los primeros entrevistados, pero no a Norman Foster, que rechaz¨® hablar con Jot Down. Sea como fuere, los s¨ªes se han ido multiplicando, y con ellos los lectores, hasta los 800.000 al mes. Tambi¨¦n se fue ampliando la estructura de la revista, que hoy cuenta con 10 redactores en plantilla, m¨¢s de 80 colaboradores (de los cuales, la mayor¨ªa cobra) y firmas como las de F¨¦lix de Az¨²a y Fernando Savater.
¡°Por un lado, rastreamos la Red en busca de talentos. Por otro, gente a la que entrevistamos se propuso para ayudar sugiriendo otras posibles charlas o llev¨¢ndolas a cabo ellos mismos. Y nos escribe mucha gente a diario ofreci¨¦ndose para colaborar¡±, cuenta Foguet del crecimiento de Jot Down. Mercanc¨ªa rara en un mundillo que tiembla por un doble terremoto: econ¨®mico y del modelo de negocio. "Jot Down no pretende sentar c¨¢tedra, no nos presentamos como ejemplo a seguir para ayudar a salvar el sector (si es que eso es posible)¡±, matiza el director de comunicaci¨®n.
De hecho, de momento la revista ni siquiera les da para comer. Todos sus miembros tienen otro, y principal trabajo. La poca publicidad por ahora no compensa los esfuerzos, menos a¨²n ya que el n¨²mero de papel les ha costado otra inversi¨®n de 26.000 euros. De ah¨ª que est¨¦n ¡°en el l¨ªmite del capital inicial¡±.
Sin embargo, la escasez de recursos no parece ser un problema dram¨¢tico, al menos a juzgar por sus ambiciones futuras: ¡°Hemos puesto en marcha la editorial Jot Down books: publicaremos libros de material propio y de divulgaci¨®n cient¨ªfica. Lanzaremos nuestro merchandising e intentaremos que la revista impresa sea trimestral¡±. Algo as¨ª como una vuelta al primer amor. Jot Down iba a nacer en papel, hasta que un ¡°tipo de bigotes¡± les dijo que aquello ser¨ªa un suicidio. As¨ª que replegaron hacia Internet, pero no cambiaron la f¨®rmula.
El sue?o en el caj¨®n tambi¨¦n sigue siendo el mismo: ¡°Aspiramos en el futuro a ser el New Yorker en castellano¡±. ?Imposible? Desde luego complicado. Pero cuidado con las certezas apresuradas. Se corre el riesgo de quedar desmentidos. Como los gur¨²s.
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