Pliegues de la ficci¨®n y muerte del artista
Literatura apegada a la realidad es lo que hace Delphine de Vigan al trazar la historia de tres generaciones
Nada se opone a la noche
Delphine de Vigan
Traducci¨®n Juan Carlos Dur¨¢n
Anagrama. Barcelona, 2012
369 p¨¢ginas. 19,90 euros
(14,99 electr¨®nico)
Peri¨®dicamente la novela se ve obligada a recuperar el efecto realidad sin el cual es casi un g¨¦nero muerto. Evocando al primer Vargas Llosa, se podr¨ªa pensar que toda novela que no consigue suplantar la realidad ha perdido su apuesta. Lo que acabamos de decir nada tiene que ver con el realismo, y solo se refiere a la capacidad de absorci¨®n y posesi¨®n de un texto. Puede tratarse de una novela fant¨¢stica, no importa: en el momento en que la estamos leyendo ha de tener el poder de transportarnos a su universo y de convertirse en una realidad plena y absorbente.
La historia de la literatura nos advierte de que las formas de narrar se desgastan a la misma velocidad que la sorpresa del lector, y ahora nos hallamos en un momento en el que los lectores est¨¢n m¨¢s cansados que nunca de la ficci¨®n, en parte por erosi¨®n hist¨®rica y en parte por saturaci¨®n. Vivimos envueltos en toda clase de ficciones: los videojuegos, las series televisivas, las pel¨ªculas, las mir¨ªadas de f¨¢bulas de Internet. Pensar que una novela es otra ficci¨®n m¨¢s puede echar para atr¨¢s, y a muchos lectores de ahora les empieza a pasar. Dicho de otro modo: todos los medios y g¨¦neros que acabo de indicar le est¨¢n usurpando a la literatura su tradicional veh¨ªculo de la ficci¨®n, y la literatura se ve obligada a intentar la no ficci¨®n, o al menos a aparentarlo. ?Vaya paradoja tragic¨®mica!
Obviamente, la intenci¨®n de no ¡°ficcionar¡± no es nueva y en buena medida es una utop¨ªa, pues no parece tan f¨¢cil trasladar la realidad al lenguaje sin caer, por el hecho mismo de hacerlo, en la ficci¨®n, en la abstracci¨®n y en la selecci¨®n de contenidos. En el siglo pasado Truman Capote se atribuy¨® a s¨ª mismo, con la humildad que lo caracterizaba, el invento de un nuevo g¨¦nero: la novela-realidad, que hallaba su materializaci¨®n en A sangre fr¨ªa (m¨¢s tarde lo intentar¨ªa de nuevo en Plegarias atendidas); pero es obvio que la novela-realidad ya exist¨ªa: Jornada de Omagua y Dorado, del siglo XVI, ?no es ya una novela-realidad en toda regla? Tambi¨¦n lo eran narraciones del siglo XX como Edad de hombre, de Leiris, y El dolor de Duras, entre muchas otras.
En las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, los autores que posiblemente m¨¢s han transformado el g¨¦nero no-ficci¨®n podr¨ªan ser Joe Brainard con su ya m¨ªtico I remember, Alain de Botton con Beso a ciegas, Sibylle Lacan con Un padre, ?douard Lev¨¦ con Autorretrato, y Delphine de Vigan con Nada se opone a la noche. Hablamos de relatos muy diferentes pero que intentan excluir la ficci¨®n en la medida de sus posibilidades, sin excluir la literatura.
En Francia parece claro el auge del g¨¦nero, y el ¨¦xito que ha tenido Nada se opone a la noche es buena prueba de ello. La novela se lo merece sin la menor duda. Siguiendo una ley muy estricta del g¨¦nero (la escritura desnuda y penetrante), Delphine de Vigan traza la historia de tres generaciones de franceses, centr¨¢ndose en la vida y obra de su madre artista, suicida y loca. Cap¨ªtulo a cap¨ªtulo, vamos asistiendo al desmoronamiento de una inteligencia y a su degradaci¨®n, pasando por momentos de desvelamientos inesperados, como la siniestra aparici¨®n de Lacan.
Nada se opone a la noche rezuma autenticidad y s¨®lo se observan ciertos ribetes de ficci¨®n novelesca cuando la narradora reconstruye la infancia de su madre. La novela tiene adem¨¢s un doble flujo testimonial, pues a la vez que nos adentramos en la vida de los personajes la autora nos va informando de las vicisitudes de su escritura, de los momentos en los que el verbo se detiene porque ha tocado materia dura, y de sus relaciones ambivalentes con los protagonistas del relato, buscando un doble efecto de transparencia que ata?e a la est¨¦tica misma del libro pero tambi¨¦n a su moralidad.
La narraci¨®n comienza con la presentaci¨®n del cad¨¢ver de la madre; a partir de ese momento se inicia la autopsia f¨ªsica y espiritual de la difunta: la descripci¨®n de su heroica lucha contra la noche, dejando a veces flotar la sospecha antirrom¨¢ntica de que la locura es un obst¨¢culo para la creaci¨®n y no un est¨ªmulo radiante, justamente porque la noche negra del alma no admite oponentes que no muestren una oscuridad a¨²n m¨¢s abismal y aplastante: por ejemplo la muerte.
La novela contiene a¨²n otro elemento que redondea su campo sem¨¢ntico: no nos habla de cualquier muerte, nos habla de la muerte de una artista y de la descomposici¨®n de sus ficciones, nos habla de un alma exquisita que acaba siendo una adicta a las series televisivas como Dallas, y que con su suicidio parece querer decir lo mismo que Augusto al morir: ¡°Se acab¨® la ficci¨®n, aplaudid¡±.
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