Memorias desde un ri?¨®n
El escritor Juan Gracia Armend¨¢riz culmina su trilog¨ªa de la enfermedad con 'Piel roja', un diario ¨ªntimo tejido mientras esperaba su segundo trasplante
Juan Gracia Armend¨¢riz (Pamplona, 1965) es al fin un piel roja. Hace un a?o le trasplantaron un ri?¨®n que mat¨® al hombre p¨¢lido que llevaba fuera. Corri¨® al Cant¨¢brico para poner fin al ayuno de mar. En los ¨²ltimos cuatro a?os ten¨ªa unos forzosos puntos cardinales: dieta estricta, movilidad reducida, ducha constre?ida, mar prohibido. Sus escapadas se oprim¨ªan entre una sesi¨®n de di¨¢lisis y otra. Alejarse de la m¨¢quina m¨¢s de 48 horas le acercaba a la muerte. Se convirti¨® en un enfermo profesional, capaz de interpretar las se?ales de humo que desprend¨ªan los tocados por la muerte y atisbar las langostas imaginarias que apuntaban hacia la pr¨®xima baja en la sala de hemodi¨¢lisis.
Lo que distingue a este enfermo de otros es su capacidad para describir el dolor con poes¨ªa y el miedo con humor. El piel roja escribe diarios, ¡°barridos de hojarasca¡±, donde detalla sus altibajos, desvela sus fobias, confiesa sus desamores. Memorias de un ri?¨®n. Testimonios del alma. La nefrolog¨ªa ya tiene su literatura: depurada, sincera, incontenible. El ¨²ltimo libro de Juan Gracia Armend¨¢riz, Piel roja (Demipage), es el punto final de la trilog¨ªa de la enfermedad, iniciada con La l¨ªnea Plimsoll (Castalia) y continuada con Diario de un hombre p¨¢lido (Demipage). ¡°Literariamente, es la despedida porque la enfermedad no se cura: una donaci¨®n te permite tener calidad de vida pero no deja de tener una fecha de caducidad¡±. Sentado en el C¨ªrculo de Bellas Artes, el escritor reh¨²ye franquear puertas peligrosas: ¡°No pienso en la fecha de caducidad¡±.
¡ª?Cu¨¢ntos trasplantes se pueden asimilar?
¡ªTres. Me queda una bala en la rec¨¢mara.
A Juan Gracia le colocaron el ¨®rgano de otro cuando ten¨ªa 20 a?os. ¡°Era un ri?¨®n f¨®rmula uno. Recuperas toda la energ¨ªa de los 20 a?os. Un caballo desbocado. Ahora uno es consciente de sus limitaciones, aunque hago una vida normal¡±. En 2008 el ri?¨®n prestado se agot¨®. Obsolescencia biol¨®gica programada. Le fue extirpado y comenz¨® una relaci¨®n de dependencia con la m¨¢quina que supl¨ªa su insuficiencia renal mientras aguardaba por un sustituto compatible. De aquellos d¨ªas naci¨® el Diario de un hombre p¨¢lido donde el escritor cre¨ªa haberlo contado todo: los vaivenes de pacientes, la entrega de enfermeras, la suficiencia fr¨ªa de doctores. Historias que necesitaban ser contadas: ¡°Hay experiencias que son tan potentes que solo tienes que utilizar tus herramientas de escritor para darles el relato. Lo que est¨¢s contando es un pu?etazo¡±.
Durante el 70 cumplea?os de su madre en Navarra, acunado por el tequila y los falsos mariachis contratados para una juerga chid¨ªsima, recibi¨® la llamada que a?oraba desde 2008. Hab¨ªa un donante id¨®neo. A quince d¨ªas de un trasplante programado para recibir un ri?¨®n de su prima Cris. De repente, el horizonte amanec¨ªa con dos ¨®rganos para elegir. ¡°La vida es muy rara. O tiene mucho sentido del humor¡±.
En Piel roja se cuentan esos d¨ªas previos, que el autor intercala con chasquidos de historia familiar: un atentado de ETA en los ochenta, el paso por la c¨¢rcel de su padre, los a?os de vida en M¨¦xico que les deja tanta huella que festejan cumplea?os con corridos. ¡°No quer¨ªa repetir el libro anterior. Y, adem¨¢s, hace tiempo que quer¨ªa escribir sobre mi padre¡±.
Un padre de legendarios triunfos y fracasos. ¡°Era un personaje cinematogr¨¢fico¡±. Capaz de vivir en la cima e incapaz de malvivir m¨¢s abajo. Hay episodios duros que su madre no ha le¨ªdo. ¡°No ha pasado la censura familiar. No quer¨ªa condicionantes. Quiz¨¢s determinados acontecimientos no sucedieron exactamente como yo los cuento, pero yo me reconcili¨¦ con mi padre mientras viv¨ªa, le¨ªa mis textos y habl¨¢bamos de literatura y filosof¨ªa¡±.
Piel roja s¨ª es fin de ciclo: nuevos amores, nuevos ¨®rganos, nuevos libros. El autor est¨¢ ya sumergido en una futura novela de ficci¨®n, aunque su aproximaci¨®n puede ser singular: ¡°La pituitaria se me ha afinado mucho para detectar la impostura. Puedo disfrutar un texto con m¨²sculo literario, pero la frivolidad se me cae de las manos¡±. Al final de Piel roja escribe: ¡°Gracias a la enfermedad puedo contar algo que traspasa las formas cotidianas y a veces neur¨®ticas del diario ¨ªntimo. A ella le debo estas p¨¢ginas. Lo mismo habr¨ªa hecho si en lugar de experimentar la enfermedad hubiera estado en la guerra de Irak o cruzado el Atl¨¢ntico en una lancha zodiac¡±.
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