Comedia sin proverbio

No es demasiado frecuente encontrar en el cine mainstream norteamericano, o en sus zonas lim¨ªtrofes, una declarada, aguerrida, l¨²cida y civilizada sensibilidad bisexual como la de Lynn Shelton, cineasta formada en los terrenos del cine experimental que ha conseguido reivindicar un territorio propio dentro de esa modulaci¨®n mumblecore de la nueva comedia americana presidida por la obra de los hermanos Mark y Jay Duplass. Precisamente la mitad de ese t¨¢ndem, Mark Duplass, se ha convertido en actor fetiche en los dos ¨²ltimos trabajos de la cineasta: Humpday (2009), impecable cuento moral sobre la identidad sexual que gira alrededor de dos amigos (heterosexuales) que se plantean fornicar ante las c¨¢maras en una producci¨®n de porno amateur, y El amigo de mi hermana,comedia (sin proverbio) que explora las combinatorias afectivas en un tri¨¢ngulo formado por dos hermanas (una de ellas lesbiana) y el mejor amigo de una de ellas.

S¨ª, da la impresi¨®n de que Lynn Shelton ha visto m¨¢s pel¨ªculas de Eric Rohmer que comedias de Adam Sandler ¡ªno conviene desde?ar el filtro europeizante de cierto Woody Allen¡ª a la hora de articular una est¨¦tica propia que hunde sus cimientos en el conocimiento de la fragilidad y las ambig¨¹edades de la condici¨®n humana para dramatizarlas partiendo de la improvisaci¨®n de sus actores. Una dramatizaci¨®n capturada con una c¨¢mara digital, nerviosa, pero capaz de capturar reveladores gestos.

El amigo de mi hermana se abre con la ceremonia de homenaje a un amigo muerto un a?o atr¨¢s, hermano del protagonista (Mark Duplass) y exnovio de su mejor amiga (Emily Blunt). La deriva de la secuencia hacia un cuestionamiento del duelo da lugar a una contenido recital de Duplass que establece el tono de una pel¨ªcula que, a partir de ese momento, seguir¨¢ las pautas can¨®nicas de la cl¨¢sica comedia rom¨¢ntica, pero alter¨¢ndolas sutilmente por dentro, dejando que una sensibilidad europea se infiltre en el conjunto, alterando expectativas e impulsando momentos de verdad. La comedia no tarda en convertirse en un ejercicio de c¨¢mara, con tres personajes encerrados en un refugio de monta?a que se convierte en el ring para tantear nuevas formas de relaci¨®n y proponer nuevas caligraf¨ªas para un microvodevil para tiempos de roles difusos y afectos fluidos. El amigo de mi hermana se camufla como pel¨ªcula discreta: mucha mejor opci¨®n que la de pecar de fatua arrogancia, porque estamos ante una obra impecable, de una autora en feliz fase de afinamiento de registros