Un retrato inquietante de la fama gratuita y sus miserias
Se presenta 'El hombre de hielo' con un prodigioso Michael Shannon como villano
Kafka imagin¨® en La metamorfosis que un hombre aparentemente normal llamado Gregorio Samsa percib¨ªa al despertarse una ma?ana que le ocurr¨ªa algo tan amenazante como ins¨®lito. Sin conocer las razones su cuerpo empezaba a transformarse. Ese calvario surrealista y progresivo terminar¨ªa convirti¨¦ndole en un escarabajo. El protagonista de Superstar, dirigida por Xavier Giannoli, es un se?or soltero y solitario refugiado en un trabajo rutinario en el que le acompa?a mayoritariamente gente con s¨ªndrome de Down. Todo en su existencia tiende al anonimato y a lo gris¨¢ceo, pero parece estar razonablemente contento con su vida. Este hombre anodino, bueno e invisible para los dem¨¢s no constatar¨¢ que le han salido extremidades y se est¨¢ transformando en un insecto, sino que al viajar en el metro, pasear por la calle, entrar en un supermercado su presencia levanta un grandioso e inexplicable alboroto. La gente quiere fotografiarse con ¨¦l, le suplican aut¨®grafos, le muestran su admiraci¨®n y su amor. Estupefacto y aterrado, no puede entender los motivos de esa repentina fama. Se la debe a Internet. Alguien ha colgado su imagen en la Red ejemplific¨¢ndole como el representante de tantos seres presuntamente banales. Sin que ¨¦l haya realizado nada trascendente las redes sociales han creado un mito con su persona, hay millones de seres humanos que se sienten identificados con su personalidad y este sufre esa popularidad demencial como un enloquecido martirio. Los fot¨®grafos y las televisiones le persiguen. Hay una cadena especializada en realities que intentar¨¢ explotarlo como si fuera una mina de oro, su celebridad atraer¨¢ a todo tipo de cuervos medi¨¢ticos, publicistas, abogados. Protagonizar¨¢ debates en televisi¨®n tan dada¨ªstas como crueles. Tambi¨¦n comprobar¨¢ c¨®mo esas multitudes que le idolatraban empiezan a odiarle y agredirle. Sin comerlo ni beberlo. El pobre desgraciado seguir¨¢ sin entender por qu¨¦ le convirtieron en un fen¨®meno sociol¨®gico ni los motivos de su declive.
La idea de Xavier Giannoli es brillante. Tambi¨¦n logra que compartas la angustia del ¨ªdolo que surgi¨® de la nada y que te inquieten las barbaridades que pueden crear las nuevas tecnolog¨ªas. Pero a ratos la pel¨ªcula no avanza, parece reiterativa. Es mejor el planteamiento que su desarrollo, pero con todas esas limitaciones, deja cierto poso en la memoria y un asco profundo hacia los bastardos mecanismos que utilizan los realities para pillar audiencias.
El actor Michael Shannon es una de las presencias m¨¢s amenazantes y perturbadoras en el cine de los ¨²ltimos a?os. Los espectadores que hayan observado su rostro y su pinta en Revolutionary road, Take shelter o en la magn¨ªfica serie de televisi¨®n Boardwalk Empire es dif¨ªcil que olviden a este tipo. No se me ocurre un actor m¨¢s id¨®neo para introducirse en la piel y en el cerebro de Richard Kuklinski, un personaje real que trabaj¨® como sicario de la mafia y al que contabilizaron con pruebas m¨¢s de 200 asesinatos. Sin utilizar bombas ni recurrir a los cr¨ªmenes m¨²ltiples, sino de uno en uno, por encargo casi todos, sin motivos personales. El director israel¨ª Ariel Vromen reconstruye esa personalidad tenebrosa en El hombre de hielo, resaltando la paradoja de que esa m¨¢quina de matar tambi¨¦n era un padre y esposo ejemplar, alguien preocupado exclusivamente por el bienestar de su amada familia y que logr¨® algo tan raro como mantenerla enga?ada durante 20 a?os sobre su verdadera actividad profesional, haci¨¦ndoles creer que la prosperidad econ¨®mica que disfrutaban se deb¨ªa a sus leg¨ªtimos negocios. Sobran algunas explicaciones triviales sobre los traumas infantiles con su padre y con su hermano que sufri¨® el futuro killer, pero el tono realista y sombr¨ªo que logra el director te engancha. Y por supuesto, tambi¨¦n es imposible distraerte de lo que ocurre en la pantalla cada vez que aparece en ella Michael Shannon, un malo a la altura de los grandes villanos de la historia del cine.
Un hombre que ha ido a hacerse un rutinario chequeo del coraz¨®n nota que la desconocida doctora que se lo est¨¢ haciendo tiene expresi¨®n de funeral. Ella le confirma que se siente muy deprimida porque su marido la enga?a. ?l pone cara de circunstancias. Ella le aclara que la amante de su marido es su esposa. El comienzo de la rusa Izmena es impactante, pero el resto se desliza hacia el disparate, el psicologismo retorcido, la sensaci¨®n de que no sabe qu¨¦ hacer en la progresi¨®n de su tortuosa historia, un retrato que roza lo grotesco sobre las complicadas relaciones entre hombres y mujeres. Igualmente contiene algunos inconcebibles ataques a la l¨®gica. Se supone que debido a las condiciones climatol¨®gicas: observando los guantes, bufandas y abrigos que llevan los personajes esta historia se desarrolla en el g¨¦lido invierno ruso. Por lo tanto, aunque al guion le convenga la muerte de los amantes, resulta inveros¨ªmil que los cuerpos desnudos de estos se precipiten al vac¨ªo porque han decidido no practicar su fogoso coito en la habitaci¨®n del hotel sino en su terraza. Ni la desmedida audacia que crea la pasi¨®n sexual te puede hacer creer que andes haciendo piruetas er¨®ticas sin ropa y a 20 grados bajo cero cuando dispones de techo y cama. No es el ¨²nico y gratuito disparate que se le ocurre al director Kirill Serebrennikov.
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