¡°Hay que ser solidarios para que el poder no frene la potencia del arte¡±
Wajdi Mouawad reivindica el poder de la palabra en el teatro, ¨²nico lugar donde conserva su valor sagrado Con su narrativa, este S¨®focles moderno deja constancia de las guerras del siglo XX
Tres hermanos. Los milicianos arrastraron a su madre por los pelos, la pusieron delante de sus hijos y uno de ellos le grit¨®: ¡°Elige, elige a cu¨¢l quieres salvar. Elige, elige o los mato a los tres. Elige, elige¡±. Y ella, incapaz de hablar, incapaz de nada volv¨ªa la cabeza a la derecha y a la izquierda. Y miraba a cada uno de sus tres hijos (¡) Ella le mir¨® y le dijo con una ¨²ltima esperanza: ¡°C¨®mo puedes, m¨ªrame. Yo podr¨ªa ser tu madre¡±. Entonces ¨¦l la golpe¨®: ¡°No insultes a mi madre. Elige¡±. Y ella dijo un nombre, dijo: ¡°Nidal, Nidal¡±. Y se derrumb¨®. Y el miliciano abati¨® a los dos m¨¢s j¨®venes. Dej¨® al mayor con vida, temblando.
As¨ª son las historias del director de origen liban¨¦s Wajdi Mouawad, reinventor de la tragedia moderna. Cargadas de horror y realismo, sus narraciones siempre est¨¢n colmadas de situaciones que?se amoldan a cualquier guerra, y que?aunque no hayamos vivido, todos entendemos.
Nadie puede decir que no tiene un familiar que no haya participado en una guerra, matado a nadie o presenciado una matanza
Elusivo y por momentos muy t¨ªmido, el autor reivindica la importancia del teatro (y de paso, la cultura en general) porque es el ¨²nico espacio en el que la palabra no ha perdido su valor sagrado, "en el que no se utiliza para convencer a alguien, para hacer creer en algo -como ocurre en una iglesia, por ejemplo-, o para persuadir de votar a alguien o de comprar algo¡±. Por ello anima a su clase a resistir y a ser solidarios entre artistas, "para evitar que el poder frene la potencia del arte".
Lejos de educar con respuestas, asegura que el teatro y el arte deben incendiar al ser humano con preguntas. "El teatro es el espacio de lo vivo frente a lo vivo; donde se re¨²nen personas de una misma ¨¦poca para compartir experiencias" asegura. En uno de sus ejercicios de clase pregunta: "?Cu¨¢l es la met¨¢fora que nos habita? ?D¨®nde se genera? ?Y qui¨¦n tiene la llave de nuestra poes¨ªa?". Explica c¨®mo canalizar el dolor a trav¨¦s de la palabra y crear a trav¨¦s de ello poes¨ªa.
El dramaturgo cuenta que su vocaci¨®n para dedicarse al teatro se la debe al director de su instituto, quien le motiv¨® a perseguir su sue?o. ¡°Encontr¨¦ una raz¨®n para levantarme de la cama todos los d¨ªas: hacer teatro". Wajdi Mouawad ha estado estos d¨ªas en Santander impartiendo un curso sobre el proceso creativo en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, en el que han participado artistas espa?oles reconocidos como el actor Carmelo G¨®mez (Premio Goya en 1994 y 2005), el autor y director teatral Alfredo Sanzol, el director y escen¨®grafo Salvador Bolta o el dramaturgo Paco Bezerra (Premio Nacional de Literatura 2009).
Consciente del horror que narra en sus obras teatrales, y en los libros que ha escrito, Mouawad explica que no habla de momentos desgarradores solo por haber presenciado la guerra del L¨ªbano cuando era ni?o: ¡°No siento la necesidad de expresar mi historia, de contar cosas para m¨ª. Intento contar lo que veo, lo que le pasa a la gente¡±. Y a?ade: ¡°No s¨¦ si fue mi edad la que me protegi¨® de la barbarie. Quiz¨¢s, si hubiese tenido 10 a?os m¨¢s (ten¨ªa 14 cuando la masacre de Sabra y Chatila tras el asesinato de Bashir Gemayel)¡ No s¨¦ si hubiese participado¡± comenta reflexivo en una de sus clases, porque Gemayel era una figura casi endiosada para su pueblo.
¡°Transmito la voz de quien no puede hablar buscando un sentimiento de solidaridad entre el p¨²blico; que lo vea y diga: 'yo tambi¨¦n lo siento as¨ª¡± ha explicado en su participaci¨®n en un encuentro con el p¨²blico, donde se tom¨® su tiempo para analizar las preguntas y responder a los participantes.
M¨¢s que autor, por momentos Mouawad se convierte en fil¨®sofo recordando con sus palabras y sus textos que el siglo XX ha sido la ¨¦poca de las guerras, del horror, en la que el ser humano ha mostrado su lado m¨¢s oscuro. ¡°Nuestra generaci¨®n lleva escrito en sus carnes la desilusi¨®n y la falta de inocencia. Nadie puede decir que no tiene un abuelo o un familiar que no haya participado en una guerra, matado a nadie o presenciado una matanza¡± dice tras enumerar al menos 20 conflictos desde la I Guerra Mundial.
No siento la necesidad de expresar mi historia; intento contar lo que veo, lo que le pasa a la gente?
Aun as¨ª le sorprendi¨® la repercusi¨®n de Incendies y Littoral en Espa?a. ¡°No hab¨ªamos visto venir que hay muchos espa?oles que se ven reflejados en la obra porque puede f¨¢cilmente asemejarse con las experiencias que se vivieron en la guerra y el franquismo¡±. Y como un S¨®focles de este siglo le explica a la clase: ¡°Sois quiz¨¢s la generaci¨®n que quiere saber pero el dolor que sent¨ªs no es el mismo que el de vuestros abuelos, sino el de la reconciliaci¨®n con el pasado¡±.
Sus obras no est¨¢n exentas de pol¨¦micas. Su trilog¨ªa Des femmes (sobre Ant¨ªgona, Electra y Las mujeres de Tachi) fue vetada en varios pa¨ªses y festivales, incluyendo el Grec de Barcelona, por incluir en el reparto al excantante del grupo Noir D¨¦sir, Bertrand Cantat, condenado a ocho a?os de prisi¨®n por el asesinato de su pareja, la actriz Marie Trintignant. Cantat, quien tambi¨¦n pone la banda sonora a la obra, fue apartado de la producci¨®n.
Alguien le pregunta si no piensa escribir sobre la crisis econ¨®mica actual y sus repercusiones sociales. ?l responde: ¡°Nunca escribo una obra partiendo de un tema espec¨ªfico. Escribo a diario pero no busco situaciones, ellas me encuentran. S¨ª, podr¨ªa hacer una obra que tratara sobre los bancos o la crisis¡ pero para ello?la historia tiene que encontrarme".
Fragmento de Incendies
No quiero consolarme Nawal, no quiero que tus ideas, tus im¨¢genes, tus palabras, tus ojos, tu amistad, toda nuestra vida juntas, No quiero que me consuelen de todo lo que he visto y o¨ªdo.
Entraron en los campos como locos furiosos. Los primeros gritos despertaron a los dem¨¢s y enseguida se escuch¨® el furor de los milicianos. Empezaron por lanzar a los ni?os contra la pared. Luego mataron a todos los hombres que pudieron encontrar. Los ni?os, degollados; las j¨®venes, quemadas. Todo ard¨ªa alrededor, Nawal, todo ard¨ªa. Todo crepitaba. Hab¨ªa olas de sangre corriendo por las calles. Los gritos sub¨ªan por las gargantas y se extingu¨ªan y era una vida menos.
Un miliciano preparaba la ejecuci¨®n de tres hermanos. Los puso contra la pared. Yo estaba a sus pies oculta en la cuneta. Ve¨ªa el temblor de sus piernas. Tres hermanos. Los milicianos arrastraron a su madre por los pelos, la pusieron delante de sus hijos y uno de ellos le grit¨®: ¡°Elige, elige a cu¨¢l quieres salvar. Elige, elige o los mato a todos, a los tres. Cuento hasta tres, a la de tres los mato a los tres, elige, elige¡±. Y ella, incapaz de hablar, incapaz de nada volv¨ªa la cabeza a la derecha y a la izquierda. Y miraba a cada uno de sus tres hijos.
Nawal, esc¨²chame. No te cuento una historia, te cuento un dolor ca¨ªdo a mis pies. Yo la ve¨ªa, entre el temblor de las piernas de sus hijos, con sus pechos demasiado pesados y su cuerpo envejecido por haber llevado a sus tres hijos. Y todo su cuerpo aullaba. ¡°Entonces para qu¨¦ haberlos llevado en mi vientre si es para verlos ensangrentados contra una pared¡±. Y el miliciano no paraba de gritar: ¡°elige, elige¡±. Entonces ella le mir¨® y le dijo con una ¨²ltima esperanza: ¡°C¨®mo puedes, m¨ªrame. Yo podr¨ªa ser tu madre¡±. Entonces ¨¦l la golpe¨®: ¡°No insultes a mi madre. Elige¡±. Y ella dijo un nombre, dijo: ¡°Nidal, Nidal¡±. Y se derrumb¨®. Y el miliciano abati¨® a los dos m¨¢s j¨®venes. Dej¨® al mayor con vida, temblando. Lo dej¨® y se fue. Los dos cuerpos cayeron. La madre se levant¨® y en el centro de la ciudad que ard¨ªa, que lloraba inconteniblemente se puso a gritar que era ella quien hab¨ªa matado a sus hijos. Con su cuerpo demasiado pesado, dec¨ªa que ella era la asesina de sus hijos.
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