Entre el sopor y la irritaci¨®n
Bellocchio recurre, para contar la espesura tr¨¢gica, a un lenguaje banal La pel¨ªcula de Manoel de Oliveira supera todos los l¨ªmites del estatismo
Haciendo memoria sobre la largu¨ªsima filmograf¨ªa de Marco Bellocchio descubro que solo me impact¨® su primera pel¨ªcula. Se titulaba I pugni in tasca y fue realizada en 1965, aunque en Espa?a se estren¨® tres o cuatro a?os m¨¢s tarde. La recuerdo como un retrato feroz de una familia burguesa. No he vuelto a verla. Por si acaso. Desde entonces Bellocchio ha mantenido molesta fidelidad a los temas presuntamente importantes, desde la ascensi¨®n de Mussolini a los desmanes de la Iglesia cat¨®lica, el secuestro de Aldo Moro o la corrupci¨®n de la pol¨ªtica italiana. Nada que objetar a que alguien se proponga ser el eterno analista cinematogr¨¢fico de los trascendentes sucesos hist¨®ricos que han marcado a su pa¨ªs. A condici¨®n de que esa te¨®rica est¨¦ expresada con creatividad poderosa, pero en el caso de Bellocchio su indiscutible conciencia social y su lenguaje para describir el estado de las cosas me han provocado casi siempre m¨¢s bostezos que emociones.
En Bella addormentata, Bellocchio se centra en un suceso que conmocion¨® a Italia y que dividi¨® a la opini¨®n p¨²blica hasta extremos irreconciliables. Fue la decisi¨®n de los padres de Eluana Englaro, una mujer que llevaba en estado vegetativo 17 a?os, de aplicarle la eutanasia. A trav¨¦s de este suceso y de la radical toma de postura de la gente que consideraba esta decisi¨®n como un abyecto asesinato o una necesaria liberaci¨®n, Bellocchio cruza varias historias de personas que hab¨ªan vivido situaciones parecidas. La de un pol¨ªtico conservador con una hija ultracat¨®lica que milita contra la eutanasia y que tiene que elegir con su voto la fidelidad a las consignas de su partido y a su hija, o bien, actuar como le dicta su conciencia, ya que ¨¦l retir¨® la respiraci¨®n asistida a su moribunda esposa. Tambi¨¦n nos cuenta la perseverancia de una famosa y retirada actriz para que una hija en coma permanente siga viviendo. O los m¨²ltiples intentos de suicidio de una desesperada yonqui que son frustrados por el af¨¢n de un m¨¦dico por que siga existiendo.
Bellocchio recurre a la intensidad emocional para narrar esos dramas, pero la espesura tr¨¢gica est¨¢ descrita con lenguaje banal, con la factura est¨¦tica de un concienciado telefilme.?Bella addormentata no es ni de lejos lo peor que ha exhibido una Mostra con afici¨®n a las idioteces autorales, pero constata la incapacidad de Bellocchio para lograr un cine atractivo con esos argumentos importantes por los que siente eterna vocaci¨®n.
Sin embargo, la pel¨ªcula estadounidense Spring breakers, dirigida por Harmony Korine, s¨ª tiene contrastada capacidad para atacarte los nervios. Posee el esp¨ªritu de un porno para ancianos rijosos, protagonizada por cuatro descerebradas lolitas que deciden vivir peligrosamente durante unas vacaciones de primavera. El demencial argumento solo es un pretexto para la repetici¨®n hasta la n¨¢usea de im¨¢genes de adolescentes meneando l¨²bricamente su anatom¨ªa y chupando todo tipo de objetos alargados simulando felaciones. Todo ello filmado con la est¨¦tica de los peores videoclips y sin que en ning¨²n momento deje de atronarte la m¨²sica house. Alguien ha debido de encontrar esta cretinez como el colmo de la modernidad experimental en una trama transgresora que dinamita las convenciones sobre la adolescencia. Los friquis estar¨¢n encantados.
Y no me quedan calificativos para describir la ¨²ltima y tediosa ocurrencia de Manoel de Oliveira, ese venerado director de 104 a?os que firma O gebo e a sombra. Seg¨²n ¨¦l, adapta una obra que supone un ilustre antecedente del Esperando a Godot, de Samuel Beckett, y tambi¨¦n una reflexi¨®n sobre el poder. Celebro que el maestro me aclare el argumento de su pel¨ªcula ya que a m¨ª me resulta imposible entender nada de lo que me est¨¢ hablando. Pero si normalmente su lenguaje para no contar nada se distingue por el estatismo, aqu¨ª ha superado todos sus l¨ªmites. Ojal¨¢ que Oliveira viva 100 a?os m¨¢s si ese es su deseo, aunque mi alivio ser¨¢ inmenso el d¨ªa que ya no tenga la obligaci¨®n profesional de ver sus pel¨ªculas en los festivales, los ¨²nicos escenarios que ofrecen admirado cobijo a su insoportable cine.
Babelia
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