Intimidad
Las redes sociales e Internet han ampliado las posibilidades del infierno, aunque tambi¨¦n nos hacen sentir en para¨ªsos m¨¢s o menos enga?osos. Una mentira puede ser ahora una mentira global desde que se pulsa el click. Un insulto es, asimismo, susceptible de alcanzar la dudosa gloria de la difusi¨®n mundial en cuanto se emite. Y el ejercicio de la venganza tiene en el establecimiento global que proporcionan las nuevas tecnolog¨ªas un aliado que convierte en un juego de ni?os malvados aquel cuento de Juan Carlos Onetti, El infierno tan temido.
En ese relato escalofriante del maestro uruguayo, alguien decide vengarse de su adversario y le va enviando por correo (por correo postal, esa antigualla) recortes que van convirti¨¦ndose en un puzle diab¨®lico que enloquece al enemigo hasta introducirlo directamente en el infierno tan temido. Ahora en Espa?a hemos tenido la en¨¦sima escenificaci¨®n de ese cuento, protagonizado en este caso, sin querer, naturalmente, por una concejal socialista de un pueblo toledano, Los Y¨¦benes, cuya intimidad sexual fue cazada desde un m¨®vil y reenviada al universo mundo por alg¨²n adversario que quer¨ªa sacar la despiadada tajada de la venganza. Lo ha logrado a medias, pues en efecto gente del pueblo de Los Y¨¦benes ha ido adonde ella se re¨²ne, el pleno municipal, a decirle de todo, mientras que desde otros lados de las redes sociales (las virtuales y las que no lo son) se la estimula a seguir como concejal y a no dejarse amedrentar por los insultos que acompa?an siempre a todo ejercicio eficaz de la represalia.
Estamos ahora a un click de ser carne de ca?¨®n medi¨¢tico. La amenaza virtual ha afectado a famosos, sobre todo, pero la escala es infinita, y los que saben de la existencia de estos instrumentos ya disparan como les da la gana desde la impunidad que les da el anonimato, que a veces se manifiesta en pellizquitos de monja y otras veces act¨²a para que el otro conozca las fauces del infierno. Juan Rulfo, amigo de Onetti, dec¨ªa que un pueblo chico puede ser un infierno grande. Ahora ya el pueblo chico es el mundo entero, y el infierno puede alcanzar dimensiones incalculables.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.