¡®El padrino¡¯ pasa a la final
La pel¨ªcula de Francis Ford Coppola es la primera finalista de #votatupeli. Derrota a 'El gran dictador' con el 66,2% de los votos
ACTUALIZACI?N: El padrino gana a El gran dictador con el 66,20% de los votos.
EL PADRINO
por Jes¨²s Ruiz Mantilla
?Es El Padrino una pel¨ªcula sobre la mafia? S¨ª, obvio, tanto como un tratado de gastronom¨ªa, en el que se mezclan planes criminales con recetas de tomate y gnochis. ?Puede verse El padrino como un compendio sobre el crimen? Por supuesto, pero tanto como sobre la historia de Estados Unidos, sobre el ¨¦xodo, el desarraigo, lo tribal, las profundas causas de la emigraci¨®n y la construcci¨®n y destrucci¨®n de una sociedad anclada en un pacto paralelo y correlativo entre la violencia y la decencia.
Pero El padrino nos aporta mucho m¨¢s que todo eso. ?Y si la definimos como un gran fresco sobre la familia? Desde luego, lo es, profundamente, sobre ese n¨²cleo absorbente, carcelario, seguro e inseguro donde todo se resuelve puertas adentro, del que huimos y al que regresamos a refugiarnos. Pero tambi¨¦n refleja el amor, la traici¨®n, el respeto, la mentira, el cobijo, el rechazo...
?C¨®mo catalogar a El padrino? ?C¨®mo una pel¨ªcula o como un experimento transversal de creaci¨®n que la convierte tambi¨¦n al tiempo en algo parecido a una ¨®pera? Ambas cosas. Y por tanto un espect¨¢culo total, donde junto a los bailes, las bodas, los bautizos y las comuniones se inmiscuyen la sed de venganza, el resentimiento, la incapacidad para el perd¨®n y el remordimiento¡
Pero ante todo, lo que uno puede apreciar obsesivamente, visi¨®n tras visi¨®n, en El padrino es un fresco inmisericorde sobre el destino y eso viene a ser parir un Shakespeare moderno alrededor del cual gira el alma colectiva de un pa¨ªs situado en unas coordenadas precisas de la tierra pero poblado por ingentes avalanchas de almas llegadas de todo el mundo en el que podemos encontrar, como le ocurre al joven Vito Andolini a su llegada a la isla de Ellis, el misterio de la vida con todas sus consecuencias.
No logro hallar una obra colectiva entre el arte contempor¨¢neo estadounidense que refleje mejor un alma transferible a lo universal que la obra maestra convertida en trilog¨ªa de Coppola. ?l, con sus tiranteces constantes entre los estudios y los productores, con la lucha del artista frente a la maquinaria del negocio, cre¨®, sin saberlo, El quijote americano. Un caballero de la triste y altiva figura donde todo el mundo, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, sigue mir¨¢ndose. Es, ni m¨¢s ni menos, que su gran cl¨¢sico.
EL GRAN DICTADOR
por Guillermo Altares
Dos de las mejores pel¨ªculas sobre la II Guerra Mundial, dos alegatos a favor de la tolerancia y contra el totalitarismo, utilizan el humor para relatar uno de los episodios m¨¢s negros de la historia de la humanidad. Ambas se rodaron durante el conflicto y ambas tuvieron problemas antes de su estreno y ambas se convirtieron r¨¢pidamente en cl¨¢sicos. Se trata de Ser o no ser, de Ernst Lubitsch (¡°Le hace a Shakespeare lo que nosotros le hacemos a Polonia¡±, dice un nazi en una demoledora cr¨ªtica teatral) y de El gran dictador, de Charles Chaplin.
Pocas pel¨ªculas han dejado una huella tan profunda en la conciencia colectiva como esta obra maestra de Chaplin, devastadora mezcla de drama y comedia. Y no se trata s¨®lo de la secuencia del tirano Adenoid Hynkel jugando con la bola del mundo, una de las im¨¢genes ic¨®nicas del siglo XX, comparable con El Guernica en su universalidad. El gran dictador es una pel¨ªcula insoslayable por sus propias virtudes ¨Cuno la puede ver 500 veces y acabar¨¢ soltando las mismas carcajadas y las mismas l¨¢grimas¨C sino tambi¨¦n por lo que significa: el hecho de que exista nos hace mejores como seres humanos, demuestra que incluso en los peores momentos la inteligencia, encarnada en la risa, puede brillar por encima de la barbarie.
El gran dictador no fren¨® la guerra, nunca se pronunci¨® el discurso con el que cierra la pel¨ªcula, pero tal vez la explica mucho mejor que todos los libros de historia juntos. Recientemente, el investigador Max Hastings, dec¨ªa que el gran misterio de la II Guerra Mundial segu¨ªa siendo c¨®mo fue posible que un pueblo civilizado como el alem¨¢n siguiese fan¨¢ticamente a un individuo como Hitler y a su banda de asesinos. Desde las carcajadas, desde el absurdo lleno de sentido de Chaplin, se entienden muchas cosas.
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