?Ave, Jos¨¦ Tom¨¢s!
El diestro madrile?o se consagra en una memorable corrida en solitario rozando la perfecci¨®n
Rozando la perfecci¨®n. A Jos¨¦ Tom¨¢s no le queda nada por hacer en el toreo. Su actuaci¨®n en Nimes le consagra por m¨¦ritos propios como uno de los grandes de la historia de la tauromaquia. De principio a fin. Desde el pase¨ªllo con Carmen de fondo, arrastrando el paseo por la arena del coliseo romano, mientras los m¨¢s rezagados escalaban por las ruinas del templo para poder ver al mito viviente en su actuaci¨®n m¨¢s completa.
Atr¨¢s quedan aquellos tiempos en que el diestro necesitaba un toro muy concreto para triunfar. Joaqu¨ªn Ram¨®n, su veedor, el profesional dedicado en ir al campo a escoger los animales, se consum¨ªa a cada calada del tabaco de liar.
JOS? TOM?S
Toros de diferentes ganader¨ªas y correctos de presentaci¨®n. Por orden: Victoriano del R¨ªo, bravo y con calidad; Jandilla, reserv¨®n; El Pilar, bravo; Parlad¨¦, de nombre Ingrato, codicioso, que fue indultado; Garcigrande, noble; Toros de Cort¨¦s, parado y con sentido.
Jos¨¦ Tom¨¢s en solitario: Dos orejas, dos orejas, dos orejas, dos orejas y rabo simb¨®licos, dos orejas y oreja.
Coliseo de N?mes. Matinal. 4? de la feria de la Vendimia. Domingo 16 de septiembre. Cartel de "No hay billetes".
El conocedor acert¨® con el material. Hubo un recital de mando, dominio y tauromaquia pura. Pudo a los seis animales de principio a fin. No son¨® un solo aviso, no sobr¨® un lance, no hubo excesos, ni reiteraci¨®n, ni insistencia. Tampoco gestos para la galer¨ªa. Un intimista, centrado e inspirado torero con halo expres¨® toda su tauromaquia en poco m¨¢s de dos horas, sin una sola nube.
El resultado puede sonar a exageraci¨®n, a ¨¦xtasis, a locura colectiva. Puede que solo la segunda oreja del primer toro pueda tener alg¨²n pero. Lo dem¨¢s, todo fue medido, paladeado, deleitado. Seis toros y cinco estocadas, en la del segundo, en dos tiempos, sali¨® despedido por el toro. Se tir¨® tan de verdad que no tuvo salida. Ese fue el ¨²nico momento de apuro. No se le pudo acusar de tremendista. No hubo lugar al uy, solo al profundo ol¨¦, a alg¨²n quejido, a los gritos de Visca Catalunya o a expresiones de j¨²bilo: "?Esto c¨®mo te lo pagamos?"; "Esto es el toreo puro"; "Me est¨¢s haciendo llorar". No hubo una nube, solo un sol de justicia y, sin embargo, al t¨¦rmino de cada faena se daba una improvisada lluvia de sombreros de paja con corte panam¨¢.
Jos¨¦ Tom¨¢s, en estado de gracia, estuvo tan t¨¦cnico como inspirado de principio a fin. Con su cuadrilla habitual, m¨¢s dos escogidas para el efecto, se cuid¨® al m¨¢ximo la lidia. Ni un capotazo de m¨¢s, ni una pasada en falso con las banderillas. A cada toro, dos puyazos sin buscar los blandos, sin castigar en demas¨ªa.
Ser¨ªa injusto poner nota, escoger un momento. Pero si algo queda para contar a las generaciones venideras ser¨¢ la labor, impecable de principio a fin, con el toro de Parlad¨¦. El capote pas¨® a ser muleta. Salvo el recibo inicial, todo, absolutamente todo, fue por el pit¨®n izquierdo, tore¨® a una mano con el percal y sin ayuda con la pa?osa. Jos¨¦ Tom¨¢s prescindi¨®, en un momento de inspiraci¨®n del estoque simulado. Solo el trapo, su mu?eca y un toro noble y con pujanza. M¨¢s puro imposible. Tan limpio como se sue?a, tan reunido como de sal¨®n. Sin perder pasos, citando en el sitio, encajado, llevando al animal hasta detr¨¢s de la cadera e improvisando los remates. Siete naturales, siete, ligados. As¨ª hasta llegar al indulto. Una vez simulada la suerte suprema ¨¦l mismo acompa?¨® a Ingrato a la puerta de chiqueros.
Del Bosque: ¡°Debe de ser magia¡±
En el callej¨®n, tan c¨®modo como en un banquillo, flanqueado por el padre de Jos¨¦ T¨®mas y Antonio Corbacho, el mentor del diestro en sus inicios, Vicente del Bosque no ocultaba su emoci¨®n: ¡°Es fant¨¢stico, incre¨ªble¡±. Durante todo el festejo firm¨® aut¨®grafos y salud¨® a todo aquel que demandaba una foto con ¨¦l. El salmantino confesaba que aunque se siente aficionado ten¨ªa el toreo algo aparcado: ¡°Hace muchos a?os que no iba y esto me ha impactado. Debe de ser magia, no lo s¨¦. Con un torero as¨ª todo es posible. Ha rozado la perfecci¨®n, del primer al ¨²ltimo toro¡±.
No era el ¨²nico rostro conocido de la grada. Junto al progenitor del torero se encontraba el periodista Jos¨¦ Ram¨®n de la Morena. Y tambi¨¦n asisti¨® al coso de Nimes el futbolista Francisco Pav¨®n, de la cantera madridista y actualmente en las filas del Arl¨¦s.
A primera hora de la ma?ana, tomaba caf¨¦ el Nobel Mario Vargas Llosa en la terraza del Cheval Blanc, uno de los lugares cl¨¢sicos de la villa francesa. Vicente Amigo y Joaqu¨ªn Sabina, peregrinos all¨¢ donde se anuncia el diestro de Galapagar, tampoco faltaron a la cita.
En el coliseo franc¨¦s, el cantante Andr¨¦s Calamaro, desplazado a Nimes desde ¨²ltima hora del pasado viernes, intentaba vivir el momento sin separarse de su nuevo instrumento de trabajo: la c¨¢mara de fotos.
Y no todo fueron toros de carril. Con el ¨²ltimo, exigente, con sentido, se la jug¨® sin miramientos, aguantando miradas, parones y avisos. Jos¨¦ Tom¨¢s tir¨® de t¨¦cnica, de la verdad, no de esa que se disfraza de ventaja para eludir compromisos. Muy cruzadito, con la muleta por delante y obligando y tocando con la tela cuando se quedaba dormido el toro a mitad de viaje. Cada pase era un alivio en un tendido incapaz de mantenerse sentado en la piedra.
Hubo gaoneras, recortes, trincherillas, comienzos a pies juntos, cites a distancia, de frente, por detr¨¢s, faroles, serpentinas, chicuelinas... Todo lo que se quiera contar. Pero ser¨ªa injusto poner una nota, ponderar tal explosi¨®n de arte con un n¨²mero. Once orejas, un rabo y un toro que vuelve al campo para padrear pueden sonar a un balance excesivo. Tan justo como abultado, pero que no hace justicia a esta inmensa dosis de emoci¨®n en vena.
?Ave, Jos¨¦ Tom¨¢s! M¨¢ximo exponente del toreo cl¨¢sico, el que no entiende de modas, ajeno al tiempo. Clamor hasta casi derribar al mito de carne, al redentor de los pecados del toreo, mientras sal¨ªa por la puerta de los c¨®nsules entre l¨¢grimas, gritos y palmas. Solo queda un problema, ?de d¨®nde sacar ¨¢nimo para volver a una plaza de toros tras contemplar un espect¨¢culo de esta magnitud?
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