Secretos de escritorio
Un mueble imaginado, heredado de un joven poeta chileno desaparecido, es el eje de 'La gran casa', la nueva novela de la escritora estadounidense Nicole Krauss, finalista del National Book Award y aclamada por los lectores y la cr¨ªtica. Desde Nueva York, Londres e Israel, cuatro voces construyen una trama sobre la p¨¦rdida, la extra?eza y la nostalgia
Privilegiada es un adjetivo que a menudo le aplican a Nicole Krauss (Nueva York, 1974) en los c¨ªrculos literarios neoyorquinos. Efectivamente procede de una acaudalada familia y creci¨® en los suburbios de Long Island, en una casa considerada una joya arquitect¨®nica, pero este comentario no resulta del todo pertinente en una ciudad donde se concentra un considerable n¨²mero de millonarias fortunas. Quiz¨¢ el t¨¦rmino aluda a una veta de recelo o soslayada envidia, ese feo vicio contra el que no est¨¢ vacunada ni la comunidad literaria, ni la ciudad de Nueva York.
?Krauss se form¨® en las aulas de Stanford y Oxford. A los 27 a?os public¨® su primera novela con una excelente acogida cr¨ªtica y notable ¨¦xito comercial, y con su segunda, La historia del amor, qued¨® consagrada como una de las voces m¨¢s dotadas y respetadas de su generaci¨®n. Si en Llega un hombre y dice, su primera obra de ficci¨®n, se adentr¨® en la incertidumbre que rodea la p¨¦rdida de memoria, en su siguiente libro hil¨® una trama en la que se cruzaban las vidas de una adolescente y un anciano exiliado, un manuscrito perdido y un romance truncado por la guerra y el exilio. Ha vendido cientos de miles de ejemplares, cuenta con una legi¨®n de admiradores, est¨¢ traducida a m¨¢s de treinta idiomas y con su tercer libro, La gran casa (Salamandra y La Magrana), que ahora llega a Espa?a, qued¨® finalista en el prestigioso National Book Award.
Puede que sea su timidez, su elegante belleza o un aura de misterio y discreci¨®n que rodea su vida privada lo que subyace tras ese recelo. Casada con el novelista Jonathan Safran Foer, es madre de dos ni?os. La pareja representa el relevo generacional del lado m¨¢s glamuroso del Brooklyn literario desde que se instalaron en una espectacular casa en las proximidades de Prospect Park, o al menos as¨ª es como a la prensa le gusta referirse a la vivienda y al matrimonio. La gigantesca mesa empotrada en la que Krauss trabaja y que hered¨® del antiguo propietario est¨¢ extra?amente relacionada con la g¨¦nesis de La gran casa: hizo un cuento sobre un inmenso escritorio con 19 cajones que una novelista recibe en pr¨¦stamo de un joven poeta chileno.
Ese mueble imaginado pas¨® a convertirse en el eje sobre el que gira su nueva novela, la peonza en torno a la que se arremolinan las cuatro voces que construyen La gran casa desde Nueva York, Londres e Israel. Nadia, una escritora de mediana edad, desgrana los pormenores de c¨®mo encontr¨® en su oficio un refugio para escapar de la vida; Arthur, un don de Oxford, intenta reconciliarse con el enigma que durante d¨¦cadas ha rodeado a su esposa, Lotte, una escritora alemana jud¨ªa; Aaron, un anciano israel¨ª, habla con desgarro de la distancia que siempre ha sentido hacia su hijo, y una muchacha americana describe su encuentro y enamoramiento con el hijo del temido anticuario Weisz. En torno a estos mon¨®logos sobrevuela un sentimiento de p¨¦rdida, de extra?eza y de nostalgia, se habla de una novela nunca terminada sobre un tibur¨®n que absorbe las pesadillas de aquellos que est¨¢n conectados a ¨¦l por medio de tubos y cables; de la historia de la destrucci¨®n del segundo templo de Israel y de la di¨¢spora; y, tambi¨¦n, del perpetuo ansia de reconstrucci¨®n de un espacio arrebatado, en busca de un tiempo ya perdido.
Krauss y su esposo guardan con celo su intimidad y la cita para la entrevista tiene lugar en un caf¨¦. La escritora viste un sencillo traje blanco de algod¨®n con tirantes, sandalias planas y unos discretos pendientes largos de los que cuelga un adorno peque?o de coral. Se expresa con determinaci¨®n en un tono de voz dulce, y cuando se azora contesta con una pregunta y una sonrisa, como para tomar aire antes de lanzarse a responder.
PREGUNTA. Nadia, una de las voces protagonistas de su novela, habla con nostalgia de un tiempo en el que su ambici¨®n como escritora estaba intacta. ?C¨®mo ha cambiado la suya en esta d¨¦cada?
¡°Al principio solo anhelaba escribir. Tras publicar mi primera novela empec¨¦ a pensar qu¨¦ libro era el que solo yo pod¨ªa hacer¡±
RESPUESTA. Al principio solo anhelaba una oportunidad para dedicar mi vida a escribir. Tras publicar mi primera novela empec¨¦ a pensar qu¨¦ libro era el que solo yo pod¨ªa hacer. A la altura de La historia del amor esto se convirti¨® en la verdadera b¨²squeda. Ahora tengo sentimientos distintos, me importa cada vez menos la recepci¨®n que tendr¨¢ el trabajo, el mundo fuera de mi escritorio y de mi ordenador.
P. ?Era esto lo que m¨¢s le importaba?
R. Cuando publiqu¨¦ mi primer libro me sent¨ªa atrapada por la pregunta sobre cu¨¢ntos lectores justifican lo que de otra manera podr¨ªa parecer autocomplaciente. Porque si escribes y no mucha gente te lee, quiz¨¢ deber¨ªas hacer otra cosa que fuese m¨¢s ¨²til para el mundo. Esto es algo de lo que habla Nadia y que trat¨¦ con Leo en mi anterior libro, un personaje que dec¨ªa literalmente que escrib¨ªa para s¨ª mismo. La escritura te permite ser querido como no ocurre en la vida real, porque muestras en la p¨¢gina algo que no puedes ense?ar en ning¨²n otro espacio de la vida. Con el tiempo, no piensas en los dem¨¢s, sino en ti misma, en qu¨¦ debes hacer para sentir que no est¨¢s perdiendo el tiempo.
P. ?Es entonces cuando arranca una conversaci¨®n con otros autores? En La gran casa, parece que Roberto Bola?o es uno de los convocados.
R. No tengo una conversaci¨®n con alguien en particular. Pero s¨ª siento un afecto por determinados libros o autores, y la manera en que me han afectado aparece en mi trabajo. Les celebro. Cada vez que escribo pretendo defender la literatura.
Krauss pasa a hablar de su primer encuentro con Nocturno de Chile, de Bola?o, en 2003, de c¨®mo qued¨® fascinada y no dejaba de recomendar su lectura a todo aquel con quien se cruzaba. La popularidad de la que goza hoy el novelista chileno entre el p¨²blico estadounidense siente que le ha robado algo de intimidad ¡ªsu nombre ya no es un secreto¡ª, pero como escritora este es el tipo de encuentros que ans¨ªa tener. ¡°En la juventud ocurren con m¨¢s frecuencia¡±, reflexiona, ¡°luego pasa menos, pero sigues necesitando esa apertura, pensar que es posible hacer cosas de una manera totalmente distinta. Un sonido, una m¨²sica o un ritmo que nunca antes hab¨ªas o¨ªdo, circula en tu cabeza y te lleva a alg¨²n sitio. Es un poco de viento que te empuja en una direcci¨®n y luego haces descubrimientos que son tuyos¡±.
Los escritores y la escritura son un tema recurrente en la obra de Krauss ¡ª¡°mi idea es m¨¢s de rat¨®n de biblioteca que la que ofrece Bola?o con esos escritores rebeldes, marginales y s¨²per cool¡±¡ª y sin duda es un asunto sobre el que medita tambi¨¦n fuera de la p¨¢gina. Punt¨²a su conversaci¨®n con comentarios sobre Philip Roth, cuya manera de escribir sobre su padre la fascina, o Sebald, de quien admira su distancia narrativa. Al hablar del dilema que supuso la introducci¨®n de un art¨ªculo en el t¨ªtulo de su novela hace una broma, eso no es en absoluto, eso no es lo que yo quer¨ªa decir en absoluto, citando el verso de T.S. Elliot.
¡°Soy americana, mi madre es inglesa, mi padre israel¨ª y mis abuelos de cuatro pa¨ªses; en la adolescencia me preguntaba, ?d¨®nde est¨¢ el lugar del que procedo?¡±
A los 14 decidi¨® que esta ser¨ªa su profesi¨®n, sinti¨® que en la escritura podr¨ªa construir su hogar, un concepto que no acababa de ubicar ¡ª¡°soy americana, pero mi madre es inglesa, mi padre israel¨ª y mis abuelos eran de cuatro pa¨ªses distintos; me preguntaba, ?d¨®nde est¨¢ el lugar del que procedo?¡±¡ª. Tambi¨¦n como introvertida adolescente encontr¨® en los libros un refugio seguro. ¡°La gente habla de la escritura como un medio de expresarte, para m¨ª se trata de una oportunidad de autocreaci¨®n. Te ofrece la posibilidad de engrandecerte y tener m¨¢s vidas¡±, explica. Ella entiende su profesi¨®n como un infinito espacio de libertad que permite abrir puertas nuevas, ajenas a las constricciones que la vida impone.
Se refiere a los ¡°escritores como raza o especie¡± para apuntar el rechazo que muchos sienten a admitir influencias, a diferencia de lo que ocurre con los m¨²sicos. Ella est¨¢ en desacuerdo. ¡°Los escritores cristalizan muy lentamente en una soluci¨®n de tiempo y experiencia, pero puede ser que eso ocurra a trav¨¦s de la lectura de algo a lo que no habr¨ªas llegado por tu cuenta¡±, afirma. A ella le pas¨® con Bola?o y m¨¢s adelante con Bernhard, en cuya prosa encontr¨® una musicalidad exquisita y distinta que apel¨® a su o¨ªdo de poeta. Porque Krauss hasta los 25 no quer¨ªa ni o¨ªr hablar de una novela, era poes¨ªa lo que ella hac¨ªa y compart¨ªa, entre otros, con su mentor Joseph Brodsky. ¡°Acababa de empezar la universidad cuando vino a dar clase. El ¨²ltimo d¨ªa le entregu¨¦ una carta con mis poemas y me llam¨® a la ma?ana siguiente. Pasamos ocho horas hablando. Me ense?¨® mucho sobre escritura. Estuvimos en contacto hasta su muerte cuatro a?os despu¨¦s¡±, recuerda.
¡°La tercera persona me parece artificial, quiero escaparme para llegar a otro nivel de autenticidad¡±
Al regresar a Nueva York procedente de Oxford fue cuando se lanz¨® a escribir una novela, y dice que analizaba cada frase buscando la f¨®rmula perfecta. Ahora se siente m¨¢s libre y apela a su curiosidad creativa para explicar su b¨²squeda de nuevos retos. Pero tras los cambios de estilo y b¨²squeda de nuevos andamios y estructuras yuxtapuestas, tras su creciente rechazo a las f¨®rmulas narrativas m¨¢s cl¨¢sicas ¡ª¡°la tercera persona me parece artificial, quiero escaparme para llegar a otro nivel de autenticidad¡±¡ª, Krauss identifica dos temas que recorren sus novelas: la reacci¨®n ante una p¨¦rdida y el solipsismo.
P. La literatura a¨ªsla completamente a Nadia, su personaje, ?es eso un peligro?
R. Con Nadia trataba de ver un caso extremo. El aislamiento de la escritura es algo que me importa a medida que me hago mayor y mi vida est¨¢ m¨¢s estructurada en torno a la familia. Esta disminuci¨®n de experiencias puede suponer un problema, pero me encanta visitar sitios nuevos y viajar, salir de mi mundo. Soy bastante solitaria por naturaleza, as¨ª que intento empujarme a hacer esas otras cosas que tambi¨¦n necesito. Con mis personajes, tengo curiosidad, quiero saber qu¨¦ pasa en ese mundo, en esa vida y algunas de las preguntas que se hacen son m¨ªas, otras no, y puede que conozca la respuesta en lo que a m¨ª se refiere, pero me resulta interesante plantearlas bajo otra luz.
P. El personaje tambi¨¦n habla sobre la apropiaci¨®n de historias ajenas.
R. Yo no lo he hecho, pero a medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que me interesa m¨¢s la vida real. A lo mejor esto tiene que ver con estar m¨¢s presente en el mundo que me rodea debido a mis hijos. El vampirismo de Nadia me resulta extra?o, porque para m¨ª la escritura es un gigantesco acto de empat¨ªa. Pero todos los escritores en alg¨²n momento se plantean esta pregunta sobre cu¨¢nto de su vida o de las vidas que les rodean usar¨¢n, cu¨¢nto pueden empujar o d¨®nde est¨¢ la l¨ªnea. Todos tenemos un l¨ªmite.
P. ?Hay alg¨²n estereotipo de escritor en el que odiar¨ªa caer?
R. Uno tiene que ser incre¨ªblemente serio y esto a veces es cargante. Cada d¨ªa tener que sentarte y empujar y cavar para encontrar algo es agotador. Esa es la fuente de una seriedad reconcentrada que no es buena en la vida, porque a todos nos gusta la gente ligera.
En La gran casa, el joven poeta chileno Daniel Varsky se indigna ante la menci¨®n a Neruda y clama contra el monopolio que parece tener sobre cualquier verso procedente de ese pa¨ªs. ?Siente Krauss que hay alguna escritora americana que tenga un monopolio parecido? La novelista se turba, mira inquieta su reloj, dice no comprender la pregunta, ofrece pagar la cuenta del caf¨¦ y en un suspiro desaparece por la puerta, con la misma rapidez con la que lo har¨ªa al final de un p¨¢rrafo un personaje de ficci¨®n.
La gran casa / Casa gran. Nicole Krauss. Traducci¨®n de Rita da Costa / Maria Llopis. Salamandra / La Magrana. Barcelona, 2012. 352 / 368 p¨¢ginas. 19 / 21 euros. nicolekrauss.com/
Nicole Krauss intervendr¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, d¨ªa 26, en el Hay Festival Segovia: Nicole Krauss en conversaci¨®n con Pepa Bueno. 19.00 horas. Biblioteca P¨²blica de Segovia.www.hayfestival.com/segovia/
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