Almas
En algunas culturas persiste la superstici¨®n de que al tomarte una foto te roban el alma. Suelen utilizarlo para exigir unas monedas por el posado. Sin embargo, la idea del robo del alma a trav¨¦s de la plasmaci¨®n de tu imagen no solo no est¨¢ anticuada sino que puede que est¨¦ cargada de futuro. Basta observar acontecimientos recientes. Valerie Trierweiler, pareja del presidente Hollande, consigui¨® que un tribunal franc¨¦s condenara a la revista que public¨® las fotos de ella en biquini robadas en la playa del fuerte de Br¨¦gan?on. La denuncia tuvo m¨¢s que ver con la obsesi¨®n del nuevo mandatario por sacudirse la atm¨®sfera de frivolit¨¦ que acab¨® por arruinar los a?os rosa de Sarkozy. El rosa en tiempo de privaciones pasa factura a los pol¨ªticos.
La casa real inglesa lucha desde m¨¢s a?os que ninguna por conservar el aire de casa irreal, pero ha visto expuestos de forma consecutiva el culo del pr¨ªncipe Harry y los pechos de Kate Middleton. Alguno opinar¨¢ que puestos a ense?ar eran las mejores opciones, porque contin¨²a la curiosidad anat¨®mica entre los humanos, por m¨¢s que las sorpresas sean m¨ªnimas. Siempre se robaron fotos en playas y en domicilios privados ante la pasividad general. Ahora tambi¨¦n se roban fotos en m¨®viles, v¨ªdeos y hasta se interceptan grabaciones ¨ªntimas, porque la tecnolog¨ªa ofrece nuevas formas de relaci¨®n de Par¨ªs a Los Y¨¦benes, pero tambi¨¦n nuevas formas de robar el alma. Pero no nos enga?emos, de periodismo no estamos hablando.
La primera fotograf¨ªa de la historia fue una vista desde la ventana del tercer piso tomada por Ni¨¦pce en su casa de vacaciones en 1826. Pero bien pronto Moulin y Rejlander ya se adentraban en el desnudo, un universo a¨²n no terminado de explorar. Tras las fotos de Letizia Ortiz a ra¨ªz de su 40? cumplea?os hay algo de dejarse robar el alma, mostrarla en tiempos donde la lejan¨ªa y la distancia con las instituciones son factor negativo. El detalle de inteligencia estriba en proponerle el encargo a Cristina Garc¨ªa Rodero, nuestra m¨¢s potente maestra en la foto antropol¨®gica. As¨ª nos balanceamos entre la foto deseada y la foto robada. Pero detr¨¢s de cualquiera de las dos va un pedazo del alma.
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