Eduardo Sacheri: ¡°Soy cobarde porque soy m¨¢s hombre que escritor¡±
Tras el ¨¦xito de su primera novela, 'El secreto de sus ojos', el argentino vuelve con 'Papeles en el viento'
El argentino Eduardo Sacheri hace de las historias cotidianas lecturas conmovedoras, de los lugares comunes situaciones universales. Ya lo demostr¨® en 2005 con la novela El secreto de sus ojos, que fue llevada al cine por Juan Jos¨¦ Campanella y que se llev¨®, entre una larga lista de premios, el Oscar a mejor pel¨ªcula extranjera en 2010. Ahora Sacheri vuelve a la carga con su tercera novela, Papeles en el viento (Alfaguara), que narra las peripecias de tres amigos que intentan vender a un futbolista que qued¨® en promesa con el objetivo de recuperar el dinero que invirti¨® en ¨¦l un cuarto amigo, el Mono, recientemente fallecido por un c¨¢ncer a los 40 a?os, para ayudar a la hija hu¨¦rfana.
Partiendo del t¨ªpico t¨¢ndem ¡®argentinos y f¨²tbol¡¯, Sacheri narra una historia de amistad, confianza y la experiencia de un duelo ¡°bien hecho¡±. La mejor manera de superar la muerte, explica el escritor, ¡°es hacer que tu vida empiece a funcionar otra vez, aunque tarde y aunque te tropieces y te golpees unas cantas veces como les ocurre a los protagonistas¡±. Con un aire autobiogr¨¢fico el argentino aborda el tema de la muerte en un escenario tan cotidiano como su barrio, el Castelar bonaerense, donde se crio y ahora se cr¨ªan sus hijos, y unos amigos unidos por su pasi¨®n por el f¨²tbol y por su equipo, el Independiente, del que el escritor se confiesa hincha: ¡°Yo cuando escribo cuento historias que ocurren a la vuelta de la esquina de mi casa¡±, argumenta cuando se le plantea que puede se acusado de incurrir en los t¨®picos, pero es que el f¨²tbol y la literatura son las pasiones de este argentino, ¡°y el punto en com¨²n donde los argentinos, en general, parten para exponer sus problemas¡±.
En una novela con poca presencia femenina, el autor de Papeles en el viento admite la dificultad que encuentran los hombres para expresarse: ¡°Somos mucho m¨¢s cobardes que las mujeres a la hora de enfrentar las cosas, ellas conf¨ªan en el poder constructivo de las palabras. F¨ªjate que yo soy escritor, pero tambi¨¦n soy cobarde porque soy m¨¢s hombre que escritor, y los hombres nos vamos por la tangente antes de afrontar verbalmente las dificultades. Por eso los personajes del libro utilizan el f¨²tbol como v¨ªa de escape y excusa a la vez para enfrentarse a la muerte de su amigo¡±. Despu¨¦s de El secreto de sus ojos, donde el papel de la mujer fuerte e inspiradora era el motor de la historia, esta novela prescinde pr¨¢cticamente de ellas como recurso para mostrar la debilidad encubierta del hombre. ¡°?C¨®mo vamos a llorar los hombres delante de los amigos?, eso no se hace nunca, y si se llora se llora a solas. Es ese el machismo que, al menos los argentinos, tenemos¡±, sentencia.
Si algo le ha aportado el Oscar de Campanella por El secreto de sus ojos a Eduardo Sacheri ha sido visibilidad. Aunque fue ¨¦l quien ide¨® la historia, el argumento y adapt¨® su novela para el cine, no le toc¨® ni un brazo ni una pierna ni nada de la deseada estatuilla. ¡°?No me hables! El mu?equito lo tiene Campanella en su casa, y en cuanto puedo voy y lo acaricio, me saco fotos con ¨¦l¡±, bromea el escritor. ¡°Est¨¢ bien que lo tenga ¨¦l, porque una peli en el fondo es del director, pero siento que tambi¨¦n me toc¨® a m¨ª, y sobre todo me tocaron muchas oportunidades de trabajo. Desde entonces no he parado de tener proyectos¡±.
Papeles en el viento tambi¨¦n tiene un pie puesto en la industria cinematorg¨¢fica. El autor ya est¨¢ trabajando junto con otro director argentino, Juan Taratuto, en la adaptaci¨®n de la novela: ¡°Es algo parecido a lo que hice con Campanella, y me gusta que se produzca este fen¨®meno de que los libros se conviertan en pel¨ªculas porque es como si se le diese otra vida a la historia. Sobre todo si puedo trabajar en el guion, que es lo que me tranquiliza. Si me limitara a vender los derechos y dejar que se hiciera cualquier cosa sin yo saberlo, confieso que me dar¨ªa un poco de p¨¢nico¡±.
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