Desolaci¨®n Schiele en Bilbao
El Guggenheim exhibe los sobrecogedores dibujos del expresionista austriaco El centenar de obras procede de la colecci¨®n del Albertina de Viena
La mano arqueada sobre la cadera, todo el peso del cuerpo sobre una pierna, la mejilla procazmente apoyada sobre un hombro y todos los argumentos expl¨ªcitos del desnudo integral resumidos en un cuerpo andr¨®gino, imperfecto, irresistible, reflejado en un juego invisible de espejos. Y al fondo el artista, tomando apuntes del natural, con el rostro hecho un naufragio. Y, si sigui¨¦semos explorando, toda la desolaci¨®n del mundo, tambi¨¦n toda la rebeli¨®n frente a toda idealizaci¨®n de la belleza, tambi¨¦n la irremediable evidencia, ayer como hoy, de estar ante la desintegraci¨®n de un mundo sin un futuro claro. Es la vida en la Viena de principios del siglo XX, o es la vida seg¨²n algunos, por ejemplo seg¨²n Egon Schiele (Tulln, 1890-Viena, 1918), ap¨®stata de la idea preconcebida y del prejuicio expresivo.
Pod¨ªan elegirse otros muchos, pero este fascinante dibujo a l¨¢piz sobre papel de embalaje, Schiele con modelo desnuda ante el espejo (1910), resume de un plumazo los c¨®mos y los porqu¨¦s de la obra del gran expresionista vien¨¦s, cuya obra gr¨¢fica sobre papel (dibujos, acuarelas, gouaches, tintas, carbones, tizas¡) se despliega desde hoy y hasta el 6 de enero en las salas del Guggenheim Bilbao: un centenar de obras procedentes de los ingentes fondos del Museo Albertina de Viena, que posee el mayor fondo mundial de obra gr¨¢fica del artista y es, junto con el Museo Leopold de la capital austriaca, el mayor ba¨²l del tesoro para sus seguidores. La muestra supone uno de los platos fuertes en la celebraci¨®n (en concreto el pr¨®ximo d¨ªa 19) de los 15 a?os de vida del museo.
Nada es lo que parece en los laberintos de Schiele, un creador de quien los historiadores y los cr¨ªticos del arte siguen haci¨¦ndose preguntas. Preguntas tales como qu¨¦ hubiera pasado si la gripe espa?ola no se lo hubiera llevado del mundo con 28 a?os (tres d¨ªas de hacer lo propio con su esposa, Edith, embarazada de seis meses), cuando empezaba a disfrutar de un aut¨¦ntico estatus de estrella en los medios art¨ªsticos de Viena.
La masiva presencia en el Guggenheim de los fondos del Albertina, comisariada por el propio director del museo vien¨¦s, Klaus Albrecht Schr?der, retrata a fondo la evoluci¨®n sin desmayo de la obra del artista desde lo conceptual, lo formal y lo tem¨¢tico. Un artista lleno de desaz¨®n y de inconformismo que aprendi¨® a romper las reglas del color y del trazo tras contemplar la obra de Van Gogh y de Munch.
Disc¨ªpulo de Gustav Klimt, su aut¨¦ntico maestro y mentor, y coincidente en ciertos ¨¢mbitos con la personalidad y la obra del gran expresionista vien¨¦s en el arranque del siglo, Oskar Kokoschka, el legado art¨ªstico de Schiele queda resumido en este conjunto de obras ejecutadas sobre un papel de no muy buena calidad apoyado en madera rugosa.
El viaje es agotador: la formaci¨®n academicista de la que pronto huir¨ªa como del demonio, el idilio inicial con el Modernismo vien¨¦s y el movimiento de Secesi¨®n capitaneado por Klimt, la nueva ruptura y la incursi¨®n salvaje en los territorios del expresionismo: contar, por encima de las apariencias, lo que el 'yo' expresa o puede que quiera expresar¡ Y tambi¨¦n las no siempre confesadas vocaciones del artista: el arte como un juego de papeles donde ¨¦l mismo (era un mani¨¢tico del autorretrato, narcisista como pocos sosten¨ªa que su mejor modelo era ¨¦l) se representaba con mil caretas, su gusto por el espiritismo y por las fotograf¨ªas de fantasmas y las im¨¢genes de enfermos esquizofr¨¦nicos, su pasi¨®n por la teosof¨ªa y el aura de las personas y, por supuesto, lo que siempre consider¨® como una misi¨®n innegociable: bucear ¡ªa buen seguro siguiendo las ense?anzas de su compatriota Sigmund Freud¡ª en los insondables barrancos de la pulsi¨®n sexual.
Eso inclu¨ªa dibujar y pintar el sexo de forma expl¨ªcita, y eso inclu¨ªa dibujar y pintar el sexo de los ni?os de forma igualmente expl¨ªcita. ¡°Es incre¨ªble, hab¨¦is olvidado c¨®mo nos fascinaba el sexo cuando ¨¦ramos cr¨ªos¡±, contest¨® a quienes arremetieron contra ¨¦l por pintar ni?os desnudos en su estudio de la peque?a localidad de Krumau, a donde hab¨ªa escapado huyendo de la asfixiante y biempensante sociedad vienesa de la ¨¦poca.
La exposici¨®n muestra algunos de los dibujos y acuarelas incluidas en la estremecedora Serie de la c¨¢rcel, realizada por Schiele durante sus tres semanas de encierro tras ser condenado por ¡°resguardo insuficiente de dibujos er¨®ticos¡±. La c¨¢rcel fue un trauma para Egon Schiele, un tipo que, al contrario de lo que contaba en sus autorretratos, era alguien vitalista, divertido, vividor y lleno de humor. Aunque fue un mal menor: la acusaci¨®n inicial, finalmente desestimada, hab¨ªa sido de ¡°secuestro y abuso de menores¡± porque un oficial de la marina austriaca le hab¨ªa denunciado por llevarse a Viena ¡ªen compa?¨ªa de su esposa Edith¡ª a su hija de 13 a?os, una de las ni?as que le serv¨ªan de modelos.
Egon Schiele en el Guggenheim: cuerpos maltrechos como met¨¢foras de la maltrecha condici¨®n humana, embarazadas de rictus desolador, anor¨¦xicas de mirada perdida, mujeres hist¨¦ricas, sexos abiertos al espectador como trasuntos expresionistas de El origen del mundo de Courbet, cuerpos descoyuntados, gestos dislocados y, en definitiva, la conclusi¨®n salvaje, irremediable, de su arte: el vac¨ªo. Estamos solos. Nos hemos distanciado tanto de nosotros mismos que somos mu?ecos rotos. Todo est¨¢ perdido, o al menos empieza a parecerlo. ?Les suena?
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