M¨²sico de alquiler o ¡®guitar hero¡¯
Se est¨¢n muriendo los art¨ªfices del sonido de los sesenta y ni siquiera nos enteramos. El pasado martes, con 71 a?os, fallec¨ªa Big Jim Sullivan. ?Qui¨¦n? Apostar¨ªa que suena su guitarra en cualquier colecci¨®n medianamente amplia, aunque no aparezca en los cr¨¦ditos. Inconvenientes de ser m¨²sico de estudio: hasta le confundieron con Jimmy Page o George Harrison.
La historia de la m¨²sica popular se narra a partir de los personajes en las portadas; solo en algunas variedades del pop se aplica el equivalente a la cinematogr¨¢fica politique des auteurs y se valora a los productores. Entre una y otra perspectiva, queda poco hueco para los m¨²sicos de sesi¨®n o los arregladores, esenciales para la definici¨®n final del disco.
Alardeaba Big Jim Sullivan de haber participado en un millar de ¨¦xitos, incluyendo 55 n¨²meros uno en las listas brit¨¢nicas. Las cifras parecen disparatadas, pero un instrumentista de primera l¨ªnea, como Sullivan, pod¨ªa atender tres sesiones al d¨ªa. Y este hombre se dedic¨® a tan lucrativa ocupaci¨®n a lo largo de los a?os sesenta y durante parte de los setenta.
Los estudios londinenses funcionaban entonces a pleno rendimiento, incluso serv¨ªan a figuras de otros pa¨ªses. Big Jim Sullivan encantaba a los productores franceses: grab¨® con Johnny Halliday, Eddy Mitchell o Serge Gainsbourg. Por la misma v¨ªa, trabaj¨® con Los Bravos: suya parece ser la guitarra de Black is black, habitualmente atribuida a Jimmy Page.
El oficio de session man implicaba demasiado estr¨¦s, el pavor a pasar de moda, el recurso al alcohol. Algunos escaparon: John Paul Jones y el citado Page se inventaron Led Zeppelin. F¨ªsicamente, Big Jim no daba el tipo de guitar hero. Solo en 1969 acept¨® una oferta de Tom Jones y se incorpor¨® a su banda de directo. Puede que sencillamente no fuera un tipo hip: mientras que Page exploraba las ense?anzas del brujo Aleister Crowley, ¨¦l disfrutaba de los placeres de Las Vegas y conoc¨ªa a Elvis Presley.
Sin embargo, Sullivan ten¨ªa credibilidad rockera. En 1960, hab¨ªa acompa?ado a Eddie Cochran y Gene Vincent en su apote¨®sica gira por el Reino Unido, aquella que evidenci¨® la pasi¨®n inglesa por el rock and roll y que termin¨® con la muerte de Cochran. Su trayectoria personal ejemplariza el salto de gigante de los m¨²sicos brit¨¢nicos. En cuesti¨®n de pocos a?os, se pusieron a la altura de sus equivalentes en Nueva York o Los ?ngeles. Y eso que sufr¨ªan deficiencias de equipamiento: Sullivan aseguraba que fue el primer guitarrista ingl¨¦s con una Gibson Les Paul, que perteneci¨® a la cantante Sister Rosetta Tharpe. Una Gibson nueva, con los aranceles aduaneros, pod¨ªa costar tanto como un utilitario.
Sullivan estaba considerado un adelantado, uno de los primeros mercenarios de Londres en utilizar los pedales de fuzz y gua gua. Tambi¨¦n se sumergi¨® en el sitar indio, instrumento dif¨ªcil: se pod¨ªa cobrar hasta cinco veces la tarifa normal. Grab¨® elep¨¦s bajo el seud¨®nimo de Lord Sitar; se rumore¨® que era un seud¨®nimo de George Harrison.
Sullivan prefiri¨® no crear m¨²sica propia. Aunque ten¨ªa ejemplos de las recompensas disponibles: un chavalito al que dio clases de guitarra, Richard Blackmore, estaba en las alturas con Deep Purple. Solo a mediados de los setenta se atrevi¨® Big Jim a formar un grupo, Tiger, de corta vida.
¡°Muerte o gloria¡±, planteaban The Clash. El dilema era pura demagogia: la mayor parte preferimos acomodarnos. El p¨²blico posterior al punk rock aceptaba a antiguos guitarristas capaces de desmelenarse, como Mick Green. Big Jim Sullivan prefiri¨® algo mucho menos cool: un puesto en la orquesta de James Last. Ninguna broma: las juergas del alem¨¢n exig¨ªan ductilidad y precisi¨®n. En sus a?os crepusculares, se dedic¨® al jazz. Cuando le preguntaban por lo que pudo ser y no fue, compart¨ªa una an¨¦cdota: ¡°Recientemente toqu¨¦ con Van Morrison. Tiene todo lo que cualquiera pueda desear pero es infeliz. Y convierte en un infierno la vida de los dem¨¢s. As¨ª que doy las gracias por no haber tenido la posibilidad de comportarme como un monstruo¡±.
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