Coitos voladores y sexo entre superh¨¦roes
Luis Gasca y Rom¨¢n Gubern juntan la historia del tebeo y de la sexolog¨ªa en la 'Enciclopedia er¨®tica del c¨®mic'
?Le excitar¨ªa mantener una relaci¨®n sexual en una v¨ªa f¨¦rrea, con un tren a punto de aplastarle? ?Y acostarse con alguien que lleve puesta una piel de animal? Se dice que la fantas¨ªa humana no tiene l¨ªmites. Y resulta que en la cama menos a¨²n. As¨ª que ambas pr¨¢cticas existen; se llaman, respectivamente, quinunolagnia (en concreto, excitarse al fornicar en una situaci¨®n de peligro) y felpursufilia. Y son dos de las decenas de voces que recoge la Enciclopedia er¨®tica del c¨®mic, que acaba de publicar Ediciones C¨¢tedra.
De hecho, algunas de ellas son tan raras que hasta asombraron al propio Rom¨¢n Gubern, autor de los textos del libro (mientras que Luis Gasca aporta su enorme colecci¨®n de c¨®mic) y de varias obras m¨¢s sobre el erotismo: ¡°Hicimos un primer listado. Pero luego negociamos con la editorial y quitamos las pr¨¢cticas m¨¢s extravagantes y menos recurrentes. Aunque no hubo censura moral¡±.
De las voces m¨¢s normales (pene, gritos o seno) a las m¨¢s peculiares, como autoagonistofilia (excitaci¨®n producida en un sujeto por ense?ar su cuerpo desnudo o sus genitales a extra?os desde un escenario o una ventana) la Enciclopedia acompa?a cada definici¨®n con su contexto hist¨®rico y con vi?etas m¨¢s o menos expl¨ªcitas extra¨ªdas de la historia del tebeo. Entre besos voladores de superh¨¦roes y esqueletos que se acuestan con humanos, el libro busca demostrar, en 452 p¨¢ginas, que ¡°el sexo es la actividad m¨¢s barroca y compleja que haya¡± y que tenemos ¡°derecho al uso del cuerpo para maximizar el placer¡±, como explica Gubern.
La tercera tesis del texto la repite el autor una y otra vez a lo largo de la conversaci¨®n: ¡°Todas las relaciones sexuales entre adultos que las consientan son leg¨ªtimas¡±. Un paraguas tal vez demasiado amplio, tal vez peligroso. Una enciclopedia, por definici¨®n, no ofrece juicios sino explicaciones. Pero Gubern s¨ª se aventura a valorar. De ah¨ª que, por ejemplo, la necrofilia (acostarse con los cad¨¢veres) sea una ¡°perversi¨®n, ya que los muertos no lo consienten¡±.
Tampoco considera el autor leg¨ªtima la zoofilia (practicar sexo con animales), mientras que matiza en el caso de la violencia. ¡°La relaci¨®n sadomasoquista es perfectamente leg¨ªtima. Pero sus protagonistas no quieren ser asesinados. El l¨ªmite lo pone el c¨®digo penal¡±, defiende Gubern. Siguiendo el mismo criterio, el autor no tiene nada en contra de la prostituci¨®n ejercida por libre elecci¨®n, pero s¨ª condena ¡°la esclavitud sexual¡±.
A fuerza de buscar entre parafilias, perversiones y curiosidades, Gubern dio con un caso que le dej¨® especialmente impactado. Era 1903 cuando el tutor alem¨¢n Andreas Dippold provoc¨® la muerte de uno de sus j¨®venes alumnos, Heinz Koch. Un ep¨ªlogo tarde o temprano probable, ya que el se?or en cuesti¨®n se dedicaba a martirizar y torturar sus pupilos. ¡°Cuando lo le¨ª me conmov¨ª. Me estremeci¨®. Es un acto de una crueldad extrema. Al principio pens¨¦ que esta voz no deber¨ªa estar¡±, cuenta Gubern. Finalmente, sin embargo, se puede leer que dipoldismo es la repugnante y enfermiza ¡°excitaci¨®n sexual producida por el maltrato a ni?os¡±.
El pobre peque?o abofeteado que ilustra la definici¨®n pertenece a un dibujo de Carlos Gim¨¦nez de 1981. Y apenas 20 a?os antes coloca Gubern el origen del c¨®mic er¨®tico. Con los tebeos del movimiento underground de Estados Unidos e historietas como Barbarella y Valentina en Europa, ¡°el c¨®mic se hizo adulto en los sesenta¡±. La revoluci¨®n sexual, el movimiento hippy y la despenalizaci¨®n del cine porno en los mismos a?os dieron, seg¨²n Gubern, una gran mano.
Desde entonces, el c¨®mic sigui¨® madurando, hasta el punto de que hoy Gubern cree que se vive una ¡°segunda edad de oro¡±, tras el entreguerra. Y entre tantos talentos, hay decenas que se han dedicado o se dedican a trazar cuerpos desnudos, org¨ªas y coitos de los m¨¢s acrob¨¢ticos. ¡°El c¨®mic tiene dos virtudes: permite dibujar proezas imposibles en la realidad y cuenta con la estilizaci¨®n gr¨¢fica¡±, afirma Gubern. De ah¨ª que seg¨²n el estudioso el tebeo se preste al g¨¦nero provocador incluso mejor que literatura (¡°que ofrece la ventaja de la imaginaci¨®n¡±) y cine (¡°que permite una imagen hiperrealista¡±).
Real, y mucho, fue tambi¨¦n el caso de Olvido Hormigos. Y sobre todo los gritos y los insultos con los que los vecinos de Los Y¨¦benes acogieron a la concejal socialista a su regreso al Ayuntamiento. ?Su culpa? Haber grabado un v¨ªdeo masturb¨¢ndose que envi¨® por el m¨®vil y que acab¨® en Internet. Y que estuvo a punto de llevarla a dimitir. ¡°La hicieron sentir culpable. Se avergonz¨® por esta cultura judeocristiana que dice que el sexo es malo¡±, es la opini¨®n de Gubern.
A esa misma cultura atribuye el estudioso siglos y siglos de tab¨²es sexuales. ¡°Durante 2000 a?os el saber sexol¨®gico estuvo en manos de la Iglesia cat¨®lica, a trav¨¦s del confesionario. Prohibiendo el sexo dominabas al sujeto, a fuerza de repetirle: ¡®Eres culpable. Has de confesar, has cometido una falta¡±, sostiene Gubern. Aunque mucho ha cambiado desde entonces: ¡°Ha habido un gran progreso. Recuerdo cuando, bajo el franquismo, te convenc¨ªan de peque?o de que si te masturbabas te volver¨ªas ciego¡±.
Muchos puntos quedan sin embargo por cambiar. Y uno de ellos, como muestra por ejemplo la constante presencia de mujeres (y no de hombres) semidesnudas en todo tipo de anuncios, es el machismo. Para Gubern,¡°la cultura occidental es sexista y el var¨®n sigue dominando. Por suerte est¨¢ evolucionando r¨¢pidamente, pero es cierto que hay una hegemon¨ªa masculina tambi¨¦n en la cultura sexual¡±. Ojal¨¢ que pronto ya no sea normal. Sino tan raro como fornicar a la espera de un tren.
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