El fot¨®grafo que pul¨ªa estrellas
Clark Gable, Rita Hayworth, Errol Flynn, Veronica Lake¡ George Hurrell retrat¨® a los mayores mitos de Hollywood. Sus im¨¢genes son hoy iconos de la ¨¦poca dorada del cine
Le llamaban ¡°grand seigneur of the Hollywood portrait¡± (el gran se?or del retrato hollywoodiense) o ¡°the master of light¡± (el maestro de la luz), y algunos lo consideran el mejor retratista que jam¨¢s haya trabajado para las estrellas del cine. Su recuerdo parece reservado a los cin¨¦filos m¨¢s nost¨¢lgicos, aquellos que gustan de bucear en la mitolog¨ªa de la ¨¦poca dorada de Hollywood. Al igual que leyendas invisibles del tama?o de Bill Gold, Harry Lange o Sid Avery, su nombre no aparece en las conversaciones sobre el s¨¦ptimo arte. Pocos recuerdan que un d¨ªa fue el m¨¢s grande, en aquellos tiempos donde los estudios se mataban por trabajar con George Hurrell: el hombre que convirti¨® el glamour en su traje de andar por casa.
Hurrell naci¨® en Covington (Kentucky) en 1904, a pocos kil¨®metros de Cincinnati. Su pasi¨®n, desde muy joven, fue la pintura, y con ocho a?os pasaba horas dibujando todo lo que se cruzaba por delante de sus ojos. Viendo claramente que aquello ser¨ªa algo m¨¢s que un hobby, en los a?os veinte Hurrell se mud¨® a Chicago para estudiar en el Instituto de Arte. All¨ª descubri¨®, mientras trataba de entender el funcionamiento de una c¨¢mara para fotografiar sus cuadros, que quiz¨¢ hab¨ªa encontrado algo mejor que el dibujo y la pintura. En 1925 conseguir¨ªa una beca para ir a inmortalizar cuadros y artistas a una colonia creativa de California. El viaje abri¨® la mirada del fot¨®grafo. Qued¨® fascinado por la luz de aquella regi¨®n y decidi¨® que Los ?ngeles podr¨ªa ser un buen lugar para tratar de averiguar qu¨¦ quer¨ªa hacer con su vida.
Conocemos sus im¨¢genes ic¨®nicas, pero no sabemos casi nada de Hurrell
¡°Le gustaban mucho las fiestas. En una de ellas conoci¨® a Poncho Barnes, una piloto, y, tras conversar con ella un buen rato, acabaron pactando que Hurrell le har¨ªa unas fotos para su reci¨¦n adquirida licencia¡±, cuenta por tel¨¦fono desde Londres Phil Moad, uno de los mayores expertos sobre la obra de Hurrell, encargado de supervisar la Kobal Collection, el mayor archivo fotogr¨¢fico del mundo relacionado con el s¨¦ptimo arte. Las fotos le gustaron tanto a Barnes que ¨Cen agradecimiento¨C le present¨® a Ram¨®n Novarro, una estrella del cine mudo con un contrato con la Metro Goldwyn Mayer (MGM) del que quer¨ªa librarse para construirse una carrera como cantante de ¨®pera. ¡°Novarro hizo que Hurrell le fotografiara con distintos atuendos, y su plan era enviar esas fotos a Italia y Francia e intentar as¨ª reinventar su carrera. MGM se enter¨® y Louis B. Mayer, el jefe de la casa, prohibi¨® en persona a Novarro hacer algo semejante¡±, sigue explicando Moad. ¡°Sin embargo, las fotos corrieron por el estudio y Norma Shearer, la esposa de Irving Thalberg (vicepresidente de MGM durante dos d¨¦cadas), qued¨® fascinada por ellas. MGM iba a producir una pel¨ªcula llamada La divorciada. Piense que estamos hablando de 1929 y por aquel entonces se preve¨ªa que aquel iba a ser un filme escandaloso. Las candidatas para interpretar a la protagonista de la pel¨ªcula eran Joan Crawford, Greta Garbo y la propia Shearer. Garbo era demasiado pija y no quer¨ªa hacerlo; Crawford ten¨ªa una imagen muy marcada, la de una chica a la que le gustan las fiestas, la diversi¨®n, as¨ª que estaba tambi¨¦n descartada; finalmente, Shearer era perfecta para el rol. Pero Thalberg, su marido, dijo que no, que aquello no iba a funcionar, que ella era demasiado dulce y el p¨²blico no la creer¨ªa. As¨ª que Shearer, que quer¨ªa expandir sus cualidades como actriz, pens¨® en Hurrell. Le pidi¨® el tel¨¦fono de este a Novarro y le llam¨®: ¡®George, quiero hacer este personaje, mi marido dice que soy demasiado dulce para hacerlo y que nadie va a cre¨¦rselo. ?Puedes ayudarme a cambiar mi imagen?¡¯. Naturalmente, Hurrell dijo que s¨ª. El d¨ªa convenido, Shearer lleg¨® all¨ª, con un vestido y nada m¨¢s, sin ropa debajo, intentando parecer una mujer atrevida, casi indecente. Si hoy miraras esas fotos, te parecer¨ªan de una ingenuidad aplastante: hay algo de escote, pero nada m¨¢s. Sin embargo, con los retratos consigui¨® el rol e hizo algo m¨¢s: gan¨® el Oscar a mejor actriz. As¨ª que MGM hizo lo ¨²nico que pod¨ªa hacer: en 1930 le contrat¨®¡±.
Rita Hayworth pos¨® sensual para Hurrell, cuyo secreto era la intimidad c¨®mplice que lograba con los artistas
Hurrell pas¨® los dos a?os siguientes fotografiando a Clark Gable, Joan Crawford, Greta Garbo¡ Sin embargo, una indiscreci¨®n (una escapada de fin de semana haciendo retratos para otro estudio a espaldas de la MGM que lleg¨® a o¨ªdos de quien no deb¨ªa) hizo que Howard Strickling, el publicista que mandaba m¨¢s que el presidente en la compa?¨ªa, le pusiera de patitas en la calle. De aquella ¨¦poca, Moad destaca la manera peculiar en que Hurrell retrataba: pon¨ªa m¨²sica ligera, creaba una atm¨®sfera de relax, conversaba con las estrellas y las hac¨ªa sentirse c¨®modas. Si eso no funcionaba, fing¨ªa ruidos de pedos con la boca, la actriz se re¨ªa y ¨¦l aprovechaba para tomar la foto. ¡°Un d¨ªa se pas¨® por su estudio Greta Garbo, que no ten¨ªa mucho sentido del humor. Se ofendi¨® con aquellas bromas que consideraba de mal gusto y dijo que jam¨¢s volver¨ªa a trabajar con Hurrell¡±.
Tras dejar MGM, el fot¨®grafo despleg¨® todo su talento free-lance para Warner Brothers, Paramount y Columbia. Retrat¨® a Errol Flynn, Mae West, Humphrey Bogart, James Cagney, Bette Davis¡ Cuando se cans¨® de aquello, se larg¨® a trabajar en publicidad al coraz¨®n del mundo: Nueva York. Pas¨® los cincuenta en una oficina de Madison Avenue e incluso colabor¨® con el ej¨¦rcito, tomando retratos de los altos mandos en plena guerra fr¨ªa. Cuando quiso volver a Los ?ngeles y meter de nuevo la cabeza en el cine, todo hab¨ªa cambiado tanto que solo pudo conseguir un empleo como foto fija: eran los a?os sesenta y nadie se acordaba de Hurrell. En 1965, sin embargo, varios museos empezaron a colgar su obra, apareci¨® un libro que repasaba su trayectoria y, de pronto, su nombre volvi¨® a estar en boca de todos. A principios de los setenta recorri¨® otra vez Hollywood y por su objetivo pasaron Robert Redford, Paul Newman y Liza Minnelli. Su ¨²ltima etapa, que empez¨® cuando Hurrell se retir¨® a su casa californiana, incluy¨® a Sharon Stone y Brooke Shields. En 1981, un retrato suyo del actor Ram¨®n Novarro se adjudic¨® por 9.000 d¨®lares (7.200 euros), un precio jam¨¢s alcanzado hasta entonces por una fotograf¨ªa relacionada con el mundo del cine. La muerte le sobrevino mientras finalizaba su trabajo para Warren Beatty y Annette Bening en Bugsy. Ten¨ªa 88 a?os y llevaba m¨¢s de 50 agarrado a su c¨¢mara. A lo largo de su carrera hab¨ªa fotografiado a generales en sus despachos, pintores en sus refugios, a todas las estrellas habidas y por haber, y a un buen mont¨®n de amigos que deseaban colgar un retrato del grand seigneur en su pared.
Unas fotos suyas le abrieron las puertas del oscar a norma shearer
As¨ª, 35 a?os despu¨¦s del ¨²ltimo libro relevante sobre su obra, llega Hurrell: The Kobal Collection (Reel Art Press), con casi 300 retratos de la ¨¦poca dorada de Hollywood, elaborado a cuatro manos por el citado Moad y el editor brit¨¢nico Tony Nourmand. No hay duda de que la amistad entre el tambi¨¦n desaparecido John Kobal y Hurrell ha sido un punto de inflexi¨®n para la concreci¨®n de este proyecto, ya que todo el legado del maestro de la luz est¨¢ en las mismas manos. ¡°?l fue el primer fot¨®grafo-celebridad de Hollywood¡±, concluye Moad. ¡°Muchos intentaron imitarle, pero ninguno lo consigui¨®. Gracias a su fondo como pintor, supo utilizar la luz y las sombras para definir una era. Ayud¨® a moldear la imagen de las estrellas tal como las conocemos ahora, y no solo gracias a su talento; tambi¨¦n era un hombre con una capacidad diplom¨¢tica incre¨ªble. Socializaba con todo el mundo. Las estrellas le conoc¨ªan. Espero que el libro ayude a descubrir al hombre que fotografi¨® a todos esos actores: conocemos sus fotos ic¨®nicas, pero no sabemos nada de ¨¦l. Estar¨ªa bien cambiar eso¡±.
¡®Hurrell: The Kobal Collection¡¯. Tony Nourmand y Phil Moad. Reel Art Press. 288 p¨¢ginas, 60 euros. www.reelartpress.com
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