Sale a la luz la correspondencia de Sigmund Freud con su hija Anna
Se publican en Francia m¨¢s de 300 cartas que ponen de relevancia que, m¨¢s all¨¢ de los lazos familiares, hab¨ªa un trasfondo terap¨¦utico
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La correspondencia in¨¦dita que Sigmund Freud mantuvo con su hija Anna ve la luz por primera vez con la publicaci¨®n en Francia de cerca de 300 cartas que se enviaron entre 1904 y 1938, en las que se evidencia que m¨¢s all¨¢ del lazo familiar hab¨ªa un objetivo terap¨¦utico.
La estrecha relaci¨®n que el austr¨ªaco guardaba con la m¨¢s peque?a de sus hijos refleja tambi¨¦n que el psicoan¨¢lisis traz¨® el v¨ªnculo entre padre e hija, de la que Freud se convirti¨® en su analista en dos ocasiones entre 1918 y 1924.
Esas cartas, que la editorial Fayard califica de "documento hist¨®rico preciado", resultan igualmente una cr¨®nica de la vida de esa familia de Viena durante los primeros decenios del siglo XX.
Y con ellas se comprueba c¨®mo el psicoan¨¢lisis marc¨® a la menor, que se implic¨® en la Asociaci¨®n Psicoanal¨ªtica Internacional, se dej¨® cortejar por algunos alumnos de su padre y acab¨® dedicada a la terapia de menores, llegando a ser en ese campo la principal representante de la escuela vienesa.
"Mir¨¢ndote me doy cuenta de lo viejo que soy, porque tienes exactamente la misma edad que el psicoan¨¢lisis. Los dos me hab¨¦is causado preocupaciones, pero en el fondo espero de tu parte m¨¢s alegr¨ªas que de la suya", le dijo Freud a Anna a finales de 1920.
El libro "Sigmund Freud, Anna Freud. Correspondance 1904-1938" se pone a la venta ma?ana, y permite seg¨²n su editorial descubrir detalles de ese doctor en medicina e investigador, considerado el padre del psicoan¨¢lisis, tanto en su vida cotidiana como en su faceta profesional.
Las cartas van encabezadas de un "Mi querida Anna" o "Querido pap¨¢", y dejan vislumbrar igualmente c¨®mo en los inicios del psicoan¨¢lisis esa pr¨¢ctica se probaba en los c¨ªrculos de los iniciados y en familia.
Aunque Anna fue la ¨²nica analizada por su padre, la referencia moral que ejerc¨ªa sobre el resto de sus descendientes encuentra su propio hueco en otro libro que llega ma?ana a Francia, "Lettres ¨¤ ses enfants", con una recopilaci¨®n de las cartas que se envi¨® con Mathilde, Martin, Olivier, Ernst y Sophie entre 1907 y 1939.
En ellas Freud manifestaba "una humanidad profunda y palpable", en las que seg¨²n se adelanta sobre las mismas parece evitar actitudes moralizantes y da prioridad a la comprensi¨®n y la escucha.
"Ha sido para m¨ª una experiencia preciosa aprender cu¨¢nto puede recibir uno de sus propios hijos", le dijo a Ernst en noviembre de 1928, lo que para la editorial Aubier no hace sino engrandecer su figura.
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