Reversos
"Si el suicidio de la joven Amanda Todd se confirma como la consecuencia de un ciberacoso en la Red vendr¨ªa a confirmar lo que ya sabemos..."
Si el suicidio de la joven Amanda Todd se confirma como la consecuencia de un ciberacoso en la Red vendr¨ªa a confirmar lo que ya sabemos. Que Internet, como todo avance tecnol¨®gico, reproduce las virtudes y defectos de los humanos, los amplifica y los generaliza. Si alguien obtuvo su imagen desnuda y se dedic¨® a difundirla entre los cercanos para aislar y degradar a la v¨ªctima, se sumar¨¢ a la impotencia general frente al vientre inacabable de la Red, cuya memoria se propone imborrable, pero nunca indolora. Su estudiada v¨ªdeo-denuncia, contada con letreros como el cl¨¢sico de Dylan, es ya una memoria dram¨¢tica, que perdurar¨¢, por desgracia, m¨¢s que ella misma.
Pero las cr¨®nicas dejan reversos peligrosos. En Canad¨¢ las asociaciones de internautas y los an¨®nimos justicieros dieron con el nombre de un supuesto culpable y lo hicieron p¨²blico, a¨²n luce en la primera entrada de YouTube. Eso se llama linchamiento. No hay que olvidar que en la vida real, esa que sucede fuera de las pantallas, la joven Amanda tambi¨¦n sufri¨® episodios en carne y hueso de la crueldad gregaria. Es decir, no es una v¨ªctima solo de Internet que tenga que ser vengada en ese territorio sagrado.
Estamos demasiado acostumbrados a ver celebrados en los medios ese pase¨ªllo de los acusados de delitos que comparecen ante el juez entre gritos e insultos de la multitud. A veces acompa?an el seguimiento de asuntos que han despertado la pasi¨®n de la gente. Los que hemos defendido con insistencia que los jueces y las autoridades no pod¨ªan quedarse de brazos cruzados ante asuntos como el de los ni?os robados, tendremos que insistir en que es precisamente la labor profesional la que tiene que llegar al final de la investigaci¨®n y dictar sentencia, no el griter¨ªo de la calle, los insultos y el acoso, incluso a citados err¨®neamente por la investigaci¨®n. Tampoco es recomendable la precipitaci¨®n a la hora de convertir en ficci¨®n dram¨¢tica lo que a¨²n es pasto de tribunales. La impunidad para el delito no podr¨¢ ser combatida jam¨¢s con la justicia populista y la venganza al calor de las prisas. Todo suceso merece una respuesta elaborada, profesional y rigurosa. En la calle y en la Red.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.