Al zamorano Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo
Cuando hace cuatro a?os en San Sebasti¨¢n nos reunimos en la facultad de filosof¨ªa para evocar entre amigos a Ferr¨¢n Lobo
Cuando hace cuatro a?os en San Sebasti¨¢n nos reunimos en la facultad de filosof¨ªa para evocar entre amigos a Ferr¨¢n Lobo, tras alguna de nuestras intervenciones mostrabas tu disgusto por que pudiera creerse que est¨¢bamos all¨ª en raz¨®n ¡°de que alguien hab¨ªa muerto y cosas por el estilo¡±. Te irritaba especialmente que pudiera pensarse eso de Ferr¨¢n, ¡° pues obviamente para morir hay que haber nacido¡± dijiste. Nacimiento oficial que literalmente le hab¨ªa ocurrido a Ferr¨¢n Lobo Serra cuando as¨ª quedo inscrito en el registro llamado civil de su natal Gerona, pero no le pod¨ªa ocurrir, suger¨ªas, a nuestro Ferr¨¢n, cuyos apellidos algunos ni siquiera conoc¨ªan entre los componentes de la ¡°tribu¡±. Tribu, as¨ª era como t¨² llamabas al heterog¨¦neo grupo que, en los caf¨¦s parisinos y en las postrimer¨ªas del franquismo, te propon¨ªa una p¨¢gina de los presocr¨¢ticos abierta al azar, para que t¨² inmediatamente la cantaras en griego y la vertieras despu¨¦s al franc¨¦s o al castellano, versi¨®n que, al ser recogida y glosada por uno u otro de los presentes, le convert¨ªa por un instante en luminoso transmisor de la veracidad de los fragmentos transcritos, arranc¨¢ndole en consecuencia a ese sentimiento de identidad individual que siempre ve¨ªas como correlativo del sentimiento mismo de la muerte.
Solo el nombre propio (ese Garc¨ªa Calvo en tu caso), desde luego no ya mortal sino desde siempre muerto, neutralizaba a veces al l¨²cido Agust¨ªn Garc¨ªa perseverante en su denuncia de las condiciones sociales en las que la vida de los seres de lenguaje se reduce a un sin vivir. Sin vivir de aquellos que meramente usan la palabra tras reducirla a la superficialidad de las reglas gramaticales; sin vivir de los que prostituyen las t¨¦cnicas y el ansia de saber reduci¨¦ndolas a instrumentos de reconocimiento; sin vivir de los que traicionan el lugar (siempre universal en su singularidad ) en el que a trav¨¦s de la lengua materna vieron la vida ba?ada en palabra, erigi¨¦ndolo en excluyente patria,
En tal sin vivir viste siempre la concreci¨®n de la muerte. Por eso, en este primero de noviembre, d¨ªa precisamente de los muertos, ser¨ªa profundamente injusto con Agust¨ªn Garc¨ªa que, en el Paris que tanto amaste y fuiste amado, vinculara tu ausencia a la noticia que me llega de la desaparici¨®n del eminente profesor Garc¨ªa Calvo.
Victor G¨®mez Pin es catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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