A la salvaci¨®n por el claqu¨¦

Cuenta Whit Stillman que, all¨¢ por 1973, cuando pas¨® una temporada en Harvard despu¨¦s de su graduaci¨®n, se encontr¨® con un entorno acad¨¦mico imantado por el recuerdo de un grupo de chicas que hab¨ªa desactivado la apat¨ªa depresiva del lugar, a trav¨¦s de un codificado comportamiento dandi y un desbordado sentido l¨²dico. Damiselas en apuros, regreso a la direcci¨®n tras trece a?os de silencio ¡ªel ¨²ltimo trabajo de Stillman tras las c¨¢maras fue The Last Days of Disco (1998)¡ª, se plantea, as¨ª, como un fantaseo, una enso?aci¨®n petimetre alrededor de ese hurac¨¢n esquivo que lo transform¨® todo para bien. Desde su mismo t¨ªtulo ¡ªque apela a una situaci¨®n arquet¨ªpica del cine de los or¨ªgenes (en particular, al primigenio follet¨ªn cinematogr¨¢fico) y al t¨ªtulo original de Se?orita en desgracia (1937) de George Stevens, una pel¨ªcula de Fred Astaire con la colaboraci¨®n de P.G. Wodehouse en el gui¨®n¡ª, Damiselas en apuros hace bandera de la aparente paradoja de conjugar comportamientos arrogantemente retro en un paisaje contempor¨¢neo de colores pastel, con estrat¨¦gicas zonas de difuminado en diversos puntos del plano.

Stillman habla del dandismo como estrategia de resistencia, de una trinchera fuera del tiempo habitada por un grupo de chicas que decide imponer sus din¨¢micas redentoras en una universidad imaginaria amenazada (es un decir) por los nubarrones del suicidio por amor: un club de exc¨¦ntricas hadas madrinas, dispuestas a cuestionar las zonas de exclusi¨®n del campus. A partir de la novela Puro fuego: confesiones de una banda de chicas de Joyce Carol Oates ¡ªya llevada al cine por Annette Haywood-Carter bajo el t¨ªtulo de J¨®venes incomprendidas (1996)¡ª, Laurent Cantet se acerca a un tema similar en su reciente Foxfire: una lucha contra el acoso patriarcal a pie de aula como esbozo de un activismo proto-feminista. Pero las miradas de Stillman y Cantet sobre el asunto no pueden ser m¨¢s opuestas.

Damiselas en apuros lleva la excentricidad grabada en su ADN, en su tono ¡ªque se sit¨²a en una ir¨®nica equidistancia entre la empat¨ªa con sus personajes y su fina, estilizada caricatura¡ª y en esa libertad expresiva que acaba disgregando el relato en un musical donde el claqu¨¦ funciona como camino de perfecci¨®n. Este combate entre perfumes femeninos y olores corporales masculinos, donde el cineasta encuentra en las alusiones a los c¨¢taros un elegante, casi post-lubitschiano eufemismo para hablar de sexo anal, cristaliza en una pel¨ªcula sorprendente, capaz de desarticular toda idea recibida sobre un g¨¦nero ¡ªla comedia universitaria¡ª y un cineasta que aqu¨ª parece liberarse incluso de s¨ª mismo.