El ¡®Thriller¡¯ que enamor¨® al mundo
Cumple 30 a?os el disco de Michael Jackson que cambi¨® las reglas del videoclip Se convirti¨® en el m¨¢s vendido del siglo XX
Como en todo lo relacionado con la m¨²sica pop, resulta arduo encontrar cifras fiables sobre Thriller. Las estimaciones de venta oscilan entre los 60 y los 100 millones de copias; en todo caso, cantidades suficientes para establecer el sexto ¨¢lbum en solitario de Michael Jackson como la grabaci¨®n m¨¢s vendida del siglo XX. Un r¨¦cord quiz¨¢ imbatible: con los nuevos h¨¢bitos de consumo, resulta dif¨ªcil que se supere tanta pasi¨®n, certificada por esas multitudes que pasaban por caja.
Thriller no estaba predestinado a cifras tan vertiginosas. Durante la escucha del resultado final en un estudio de Los ?ngeles, el productor, Quincy Jones, hizo un c¨¢lculo a la baja: dado que el mercado estadounidense estaba flojo, pod¨ªa alcanzar unos dos millones. El berrinche de Michael fue hist¨®rico. Se lo tom¨® como una traici¨®n y amenaz¨® con no editarlo hasta que recibi¨® garant¨ªa de que su discogr¨¢fica, CBS, iba a lanzarlo a toda m¨¢quina.
Michael y Quincy hab¨ªan acertado con el anterior elep¨¦, Off the wall (1979). En complicidad, hab¨ªan desarrollado una cuidadosa estrategia para diferenciar al cantante de su primera etapa, como ¨ªdolo teen de la factor¨ªa Motown, y alejarle de la disco music, que ¨²ltimamente hab¨ªa practicado con los Jacksons. Buscaron un material que enfatizara su mayor¨ªa de edad emocional; se necesitaba adem¨¢s un repertorio ecl¨¦ctico para atraer al m¨¢ximo de p¨²blico. Era deseable ampliar su registro vocal, dosificando los falsetes.
Y funcion¨®: Off the wall comunicaba un deleite en confeccionar m¨²sica explosiva; pose¨ªa la energ¨ªa perdida por sus antiguos compa?eros de Motown, Stevie Wonder o Marvin Gaye. Para Thriller, se trabaj¨® sobre 30 canciones hasta centrarse en los nueve cortes elegidos, que inclu¨ªan baladas, funk, algo de rock y varios llenapistas. Se cont¨® con invitados prestigiosos, Paul McCartney y el guitarrista Eddie van Halen. Hab¨ªa incluso ecos de las vivencias del artista: una fan obsesiva inspir¨® Billie Jean, donde el cantante negaba la paternidad de una criatura. El t¨ªtulo principal reflejaba la afici¨®n de Michael por las pel¨ªculas de miedo, algo mal visto en el seno de los Testigos de Jehov¨¢, la fe de la familia Jackson.
Para reivindicar sus dotes como bailar¨ªn, se recurri¨® a los v¨ªdeos musicales. Hoy parece obvio, pero entonces supon¨ªa multiplicar el presupuesto de mercadotecnia, con un resultado incierto: MTV, el canal dominante, prefer¨ªa dedicarse a artistas blancos de pop y rock. CBS subi¨® la apuesta con el clip correspondiente a Thriller, dirigido por John Landis (Un hombre lobo americano en Londres). Se trataba de un h¨ªbrido de cortometraje con v¨ªdeo promocional, con una duraci¨®n de 14 minutos. Su coste fue casi tan alto como el propio elep¨¦.
Discos y v¨ªdeos se retroalimentaron, creando el efecto bola de nieve. Lo nunca visto: siete de las nueve canciones se editaron como caras A de singles, convirtiendo el disco de origen en una referencia internacional, solo comparable al fen¨®meno Fiebre del s¨¢bado noche, que domin¨® el final de la d¨¦cada anterior. Pero Thriller se focalizaba en una sola persona, inmediatamente transformada en icono global, una figura reconocible y adorada en los cinco continentes.
De alguna manera, era la revancha del show business al estilo Los ?ngeles. La prensa musical pod¨ªa entusiasmarse con el punk y el techno pop que ven¨ªan de Londres pero, se argumentaba, nada comparable a semejante exhibici¨®n de m¨²sculo y savoir faire: t¨¦cnicos impecables, m¨²sicos gomosos, compositores eficaces. Y la mano firme de Quincy Jones, antiguo m¨²sico de jazz con el pulso del gusto popular.
Sin embargo, el mito de una relaci¨®n paterno-filial andaba descaminado. Jackson detestaba la voracidad econ¨®mica de Quincy, que se apuntaba como coautor de las canciones. Y cre¨ªa que la propia leyenda del productor le eclipsaba: cuando se adivin¨® que Thriller cosechar¨ªa infinidad de premios Grammy, Michael intent¨® mover hilos para evitar que Jones se llevara el de mejor productor. Como le explicaba al jefe de CBS, ¡°Quincy ya tiene muchos Grammy y, al fin de cuentas, quien produce soy yo¡±. Algo de raz¨®n ten¨ªa: cuando se publicaron las maquetas, se hizo evidente que Michael hab¨ªa anticipado la forma definitiva de muchos temas.
A la vez, el inmenso impacto de Thriller llevaba dentro la semilla del posterior desastre. Michael cre¨ªa en la fuerza de la voluntad: pretend¨ªa ser el artista m¨¢s famoso y, adem¨¢s, el m¨¢s rico. ?l hab¨ªa intuido la universalidad del disco. Acert¨® y finalmente ten¨ªa el mundo a sus pies; los medios que le racaneaban espacio ahora le ofrec¨ªan portadas y prime time.
Cuando Thriller llevaba 40 millones de copias despachadas, Jackson decidi¨® que el siguiente alcanzar¨ªa los 100 millones. No le importaba que las coordenadas est¨¦ticas hubieran cambiado: estaba convencido de que, si se esforzaba, llegar¨ªa a los 100. Lo escribi¨® en las paredes, lo coment¨® con los ¨ªntimos, se lo exigi¨® a la discogr¨¢fica. En tiempos de vacas gordas, se cre¨ªa que el mercado era flexible: a mayor inversi¨®n, mayores ventas.
Bad saldr¨ªa en 1987. Vendi¨® toneladas pero, con semejantes expectativas, fue considerado un pinchazo. En los cinco a?os transcurridos, Michael hab¨ªa tenido una presencia constante, por motivos leg¨ªtimos ¡ªel especial televisivo de Motown, We are the world, la gira con sus hermanos¡ª, pero tambi¨¦n por una pandemia de malentendidos, sospechas y rumores, muchos generados por la mente febril del artista. En ese periodo, la magia se fue evaporando, dejando en evidencia una desmesurada maquinaria industrial sobre la que se bamboleaba una criatura angustiada, que no transmit¨ªa precisamente felicidad.
Los m¨¢s vendidos
AC/DC, Back in black (1980). Casi 50 millones. Su elementalidad sonora conquist¨® el mundo. Tr¨ªada cl¨¢sica: sexo sin romanticismo, abundante alcohol y desafiante vida rockera.
PINK FLOYD Dark side of the moon (1973). 44 millones de compradores para reflexiones sobre la cordura o la depresi¨®n. La astucia de Roger Waters y compa?¨ªa consisti¨® en disimular la turbulencia conceptual bajo una producci¨®n reluciente, perfecta para equipos de alta fidelidad.
LED ZEPPELIN IV (1971). Ha vendido unos 44 millones, gracias a la combinaci¨®n de crudeza de b¨¢rbaros y lirismo de bardos. El coraz¨®n del Zeppelin de Plomo estaba dividido entre las exhibiciones de artiller¨ªa sonora de la pareja Boham-Page y el anhelo hippy de Robert Plant.
MEATLOAF Bat out of hell (1977). 43 millones de copias vendidas. Una destilaci¨®n wagneriana del imaginario teen, concebida por el compositor Jim Steinman y materializada por el productor Todd Rundgren; por encima, un vocalista desatado que (literalmente) se desgarraba la garganta.
EAGLES Their greatest hits (1976). 42 millones de compradores obligaron al grupo a reunirse, algo que hab¨ªan prometido no hacer "hasta que el infierno se congele". Los Eagles captaron la promesa del sue?o californiano y, en su propia historia, la deplorable degradaci¨®n.
FLEETWOOD MAC Rumours (1977). Las cr¨®nicas de los zafarranchos amorosos dentro del grupo fascinaron a unos 40 millones de compradores. La adopci¨®n de Don't stop como himno de batalla de Bill Clinton ha prolongado la vida comercial de un disco que har¨ªa enrojecer a un guionista de culebrones.
Babelia
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