Rebote
El desmedido empe?o de gran parte de los medios de comunicaci¨®n por pinchar el globo de la huelga general afilando la punta de los incidentes violentos o el piqueterismo m¨¢s extremo produjo un extra?o efecto rebote, porque el porrazo con el que un mosso le abri¨® la cabeza a un chaval de 13 a?os en Tarragona o la p¨¦rdida del ojo de una mujer en los incidentes de Barcelona se alzaron con el primer premio de la t¨®mbola medi¨¢tica. La autoridad competente justific¨® ambos hechos como fruto de un rebote. Y tanto.
Los misterios del rebote han querido que Felip Puig arrancara su legislatura de consejero de Interior con las cargas policiales a las puertas del Parlament y consume su interinidad con estos otros episodios sucedidos en el d¨ªa de huelga. Si lo unimos al reincidente esfuerzo de las autoridades para indultar a cuatro mossos condenados por torturas tenemos una perspectiva interesante. Durante el gobierno del tripartito, de cuyo nombre ya nadie quiere acordarse, se instalaron c¨¢maras de v¨ªdeo en las comisar¨ªas. Es una recomendaci¨®n europea, que protege tambi¨¦n a las fuerzas de seguridad de falsas acusaciones de torturas, al propiciar que los detenidos est¨¦n bajo constante observaci¨®n. Puig propici¨® la impunidad frente a la persecuci¨®n de los excesos y quiso ganarse al gremio desenchufando las c¨¢maras. Pero las consecuencias hicieron perder m¨¢s votos a su partido que las portadas madrile?as con sabor a cloaca.
En medio de protestas generales, los propios sindicatos policiales tratan de alejarse de la utilizaci¨®n pol¨ªtica que se hace de la porra, como los jueces comienzan a distanciarse de ser el brazo oficial del desahucio y los m¨¦dicos alzan la voz contra el negocio turbio a costa de los hospitales. Los v¨ªdeos han vuelto a dejar en evidencia al conseller de Interior. El uso de pelotas de goma, la certeza de que nadie asume ninguna responsabilidad cuando se producen excesos, convoca a los pol¨ªticos a tomarse en serio su funci¨®n de enlace entre la ley y los ciudadanos. Si no, seguir¨¢n propagando esa imagen de ser los que sueltan el discurso vac¨ªo y floreado parapetados tras el escudo antidisturbios que los protege de la cruda realidad.
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