Premio Nobel de literatura y pol¨ªtica
El galard¨®n al escritor chino Mo Yan, envuelto en controversia por su relaci¨®n con el r¨¦gimen La Academia le premia por ¡°enfrentarse a 50 a?os de propaganda¡±
La ceremonia pareci¨® hecha a medida para Mo Yan, puesto que el r¨ªgido protocolo no contempla que los premiados con el Nobel pronuncien ning¨²n discurso. El escritor, laureado con el premio en la categor¨ªa literaria, ni siquiera se vio forzado a abrir la boca. Le bast¨® con agradecer el premio con las tres tradicionales reverencias que dicta la etiqueta: una ante el rey Carlos Gustavo, la segunda ante los miembros de la Academia y la tercera ante un p¨²blico al que, a ratos, parec¨ªa que se le ca¨ªan los p¨¢rpados. Ante el silencio de Mo Yan, que en los ¨²ltimos d¨ªas hab¨ªa evitado pronunciarse sobre la situaci¨®n pol¨ªtica en su pa¨ªs, hasta el punto de justificar la censura y provocar la ira de la disidencia china, fueron los dem¨¢s los que tomaron la palabra por ¨¦l.
El presidente del comit¨¦ literario, Per W?stberg, dej¨® de lado el discurso formalista sobre su ¡°realismo alucinatorio¡± que hab¨ªa acompa?ado el anuncio del premio en octubre y circul¨® por derroteros bastante m¨¢s pol¨ªticos. Por ejemplo, sosteniendo que la historia china que contiene la obra de Mo Yan nunca concuerda con la versi¨®n oficial. ¡°Describe un pasado que, con sus exageraciones y parodias, supone una revisi¨®n convincente y mordaz de cincuenta a?os de propaganda¡±, dijo W?stberg, quien a?adi¨®: ¡°A trav¨¦s del rid¨ªculo y el sarcasmo, arremete contra la historia y sus falsificaciones, contra la penuria y la hipocres¨ªa pol¨ªtica. La brutalidad de la China del siglo XX nunca ha sido descrita con tanta desnudez¡±. Mo Yan lo observaba con cara de querer volverse a su pueblo.
Las voces de la oposici¨®n, que no han dejado de denunciar la excesiva obediencia de Mo Yan al r¨¦gimen, parecieron m¨¢s calmadas que durante el fin de semana, cuando el poeta Ye Du le hab¨ªa comparado con ¡°una prostituta¡±, mientras el artista Ai Weiwei le acusaba de ¡°traici¨®n y capitulaci¨®n¡±. Solo el escritor disidente Liao Yiwu, exiliado en Alemania tras escapar del territorio chino en 2011, escap¨® a la regla firmando una virulenta tribuna en Le Monde. ¡°Para ser justo, hay que reconocer que sus escritos denuncian los males del r¨¦gimen. Mo Yan ha desvelado algunas sombras del periodo mao¨ªsta, en los l¨ªmites autorizados, pero evitando evocar las que han sido cometidas durante la regencia de los actuales dirigentes¡±, escribi¨®. ¡°Adorno dijo que escribir poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz era un acto de barbarie. En China, el equivalente es este: escribir sin dejar testimonio es vergonzoso¡±.
Seg¨²n Liao Yiwu, Mo Yan form¨® parte del movimiento de la plaza Tiananmen, antes de adherirse a las pol¨ªticas del pragm¨¢tico Deng Xiaoping, que impuls¨® la propiedad privada y la iniciativa individual. Desde entonces, sus declaraciones en p¨²blico han sido extremadamente prudentes. Con algunas excepciones. En la misma cabecera francesa, Mo Yan respond¨ªa en una entrevista aparecida en 2009: ¡°He contado mis historias utilizando t¨¦cnicas surrealistas, el cuento y la f¨¢bula, de manera que las autoridades no sab¨ªan muy bien c¨®mo tom¨¢rselas, cuando en realidad encerraban una carga cr¨ªtica muy fuerte¡±. En la misma conversaci¨®n, recordaba que su familia le ense?¨® desde peque?o a no hablar m¨¢s de la cuenta.
Sin duda, una clave para entender las cr¨ªticas minimalistas que ha pronunciado esta semana en Estocolmo. No hay que olvidar, como han apuntado algunos intelectuales chinos bajo cubierto de anonimato, que Mo Yan no se encuentra en el exilio, sino que sigue viviendo en China, donde medr¨® socialmente adhiri¨¦ndose al partido a propuesta de su padre y donde actualmente ocupa la vicepresidencia de la asociaci¨®n de escritores chinos, respaldada por el ejecutivo.
Con esta sucesi¨®n de forzadas reverencias terminaba la semana de celebraciones en torno a los Nobel. La ceremonia en la Sala de Conciertos y el posterior banquete en el ayuntamiento de Estocolmo supon¨ªan el punto final a un rosario de discursos y conferencias emitidos por la televisi¨®n p¨²blica. Los premios, que recompensan algo tan anacr¨®nico como el saber ¡°en beneficio de la humanidad¡± fueron entregados en el orden habitual y separados por los habituales interludios musicales a cargo de la Real Orquesta Filarm¨®nica de Estocolmo, con obras de Tchaikovsky, Rossini y Gershwin. Los laureados en F¨ªsica, David J. Vineland y Serge Laroche, fueron reconocidos por sus investigaciones en f¨ªsica cu¨¢ntica. En Qu¨ªmica se escogi¨® a Robert J. Lefwokitz y Brian Kobilka por su estudio de los receptores celulares. El brit¨¢nico John B. Gordon y el japon¨¦s Shinya Yamanaka ganaron el premio de Medicina por demostrar que las c¨¦lulas adultas son susceptibles de ser reprogramadas para desarrollar otros tejidos. Y los estadounidenses Alvin E. Roth y Lloyd S. Shapley lograron el de Econom¨ªa por su trabajo sobre el dise?o de los mercados y la teor¨ªa de las asignaciones estables. Todos se llevaron ocho millones de coronas suecas (unos 900.000 euros), un 20% menos que en a?os anteriores. Los responsables del premio han decidido bajar la asignaci¨®n para asegurarse su supervivencia a largo t¨¦rmino. Que ni siquiera la Fundaci¨®n Nobel quede al margen de los estragos econ¨®micos debe de querer decir que la situaci¨®n es tirando a grave.
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