La sirenita y la Bestia

Pocos directores contempor¨¢neos como Jacques Audiard a¨²nan con tal radicalidad el tratamiento cinematogr¨¢fico de la mente y del f¨ªsico, la psicolog¨ªa y la naturaleza corp¨®rea, lo que se piensa y lo que se siente. El franc¨¦s, que en las sensacionales De latir mi coraz¨®n se ha parado y Un profeta ya hab¨ªa experimentado c¨®mo mostrar tal dicotom¨ªa, lo eleva a la m¨¢xima expresi¨®n en la arriesgad¨ªsima, brutal y esperanzadora De ¨®xido y hueso, f¨¢bula de amor y horror de ambientaci¨®n ins¨®lita, alrededor de una pareja en principio alejada de cualquier tipo de compatibilidad: una bi¨®loga cuidadora de orcas en un acuario para ni?os y un portero de discoteca de pasado box¨ªstico. Una pel¨ªcula que, aun asentada en el aqu¨ª y en el ahora, en el drama de a pie de calle, tiene mucho de cuento; de cuento para adultos donde no es dif¨ªcil ver a una Bella muy especial (sin piernas) y una Bestia muy carnal, a una sirena de los nuevos tiempos y a un pr¨ªncipe sin mucho seso.

Con su habitual potencia visual, y la ayuda de su inseparable m¨²sico Alexandre Desplat, siempre extraordinario, siempre diferente a todos sus colegas, siempre distinto incluso a s¨ª mismo, Audiard capta con su c¨¢mara la traducci¨®n atmosf¨¦rica de ese sentimiento de ilusi¨®n que pulula por todo el relato, a pesar de la tragedia reinante, a trav¨¦s de constantes rayos de luz que atraviesan el plano como rendijas que abren sus mentes y sus cuerpos hacia un horizonte mejor. La creaci¨®n de sensaciones en el espectador gracias al uso de instrumentos puramente cinematogr¨¢ficos (ralent¨ªs, juegos con el sonido, con la luz¡­) es constante en el cine de Audiard y aqu¨ª son de todo tipo y condici¨®n, aglutinando una extra?a poes¨ªa de la violencia y el amor. El director franc¨¦s conmueve con sus peleas, con sus polvos, con sus llantos.

De ¨®xido y hueso no es una pel¨ªcula f¨¢cil: por sus formas y por su tem¨¢tica. Pero en su complejidad est¨¢ su radicalidad; en sus ganas de agradar no agradando, valga la paradoja. Y, como suele ser habitual en su obra, Audiard vuelve a tocar los ins¨®litos modos de ganarse la vida que tienen algunos en una sociedad masacrada por el ultracapitalismo; aqu¨ª, los soplones contratados por los gerentes de las empresas (no por los due?os), que esp¨ªan de forma ilegal a los trabajadores con el fin de mantener sus n¨²meros, su prestigio y su culo en los lugares m¨¢s altos.