Promesas
Creo haber escuchado de la sabia y transgresora boca de Chicho S¨¢nchez Ferlosio en Mientras el cuerpo aguante, el documental sobre este ins¨®lito personaje que rod¨® Fernando Trueba, la historia de unos gobernantes de tiempos remotos que a cambio de acceder al poder ten¨ªan la obligaci¨®n de cortarse un dedo (?o era una oreja?) al abandonar su jefatura. Es lamentable que esa tradici¨®n tan racional no se haya mantenido hasta la actualidad. Asocio la reconfortante leyenda que contaba Chicho con las imagenes del informativo de laSexta en la que el presidente del PP en Extremadura, un se?or llamado Monago, afirmaba que antes de hacer recortes sociales se cortaba un dedo. Como estos han llegado, un grupo de jocosos y revindicativos manifestantes le exigen el cumplimiento de aquella promesa cantando: ¡°C¨®rtate el dedo, Monago¡±. Imagino con desilusi¨®n que como tantas promesas volc¨¢nicas y sinceras, esta tambien ser¨¢ incumplida.
Igualmente, a las familias de los alumnos en un pueblo de Toledo les hab¨ªan prometido las arrepentidas y sensatas autoridades que no iban a quitar un autob¨²s escolar gratuito que cubr¨ªa ocho kil¨®metros. Ocurri¨® a raiz de que sus humanistas Altezas Reales Felipe y Letizia, en compa?¨ªa de la adusta aunque tambien muy humana Dolores de Cospedal, visitaran el colegio y donaran mogoll¨®n de besos y arrumacos a las criaturas. Cuando se evapor¨® el recuerdo de tan influyente visita, los malvados recortes olvidaron su promesa e impusieron que los cr¨ªos, o bien caminen en plan ¨¦pico y cotidianamente esos ochos kilometros, o los pap¨¢s y mam¨¢s le pongan gasolina al coche y vayan a llevarlos y a recogerlos todos los d¨ªas.
M¨¢s noticias tristes en la tele. Ves un repleto vagon de metro parado en un t¨²nel. Cort¨¢zar estaba convencido de que no hab¨ªa que imaginar la geograf¨ªa del infierno en sitios raros, sino que este estaba situado en el metro. Hay pasajeros que se asfixian, que sufren claustrofobia, ataques de ansiedad y de p¨¢nico. Normal. Cuentan que esa situaci¨®n la ha creado la huelga. Y, por supuesto, los sindicatos aseguran que se debi¨® a una aver¨ªa. No aparece aquel sindicalista tan machote que en una de las huelgas del metro proclamaba con entusiamo: ¡°Vamos a reventar Madrid¡±. O sea: ¡°Vamos a reventar a los de siempre¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.