Una historia ejemplar
'El diccionario', de Miguel Calzada, dirigida en la Abad¨ªa por Jos¨¦ Carlos Plaza, documenta la ardiente pasi¨®n intelectual de Mar¨ªa Moliner, encarnada por una espl¨¦ndida Vicky Pe?a. Un regalo teatral y c¨ªvico
En los a?os setenta, una mujer de aire t¨ªmido, vestida austeramente, va al neur¨®logo porque comienza a sufrir p¨¦rdidas de memoria. Est¨¢ jubilada, como su marido, tienen cuatro hijos, y dice estar escribiendo un diccionario. El m¨¦dico la toma por loca y se frota las manos ante la posibilidad de documentar una nueva forma de delirio. La anciana se llama Mar¨ªa Moliner, y cuando el neur¨®logo vea su nombre en los dos tomos del Diccionario de uso del espa?ol comprender¨¢ que se encuentra ante una de las figuras m¨¢s insignes y peor tratadas de nuestro tiempo. Alguien ten¨ªa que contarnos esta historia ejemplar, y lo ha hecho el dramaturgo granadino Miguel Calzada P¨¦rez, que debuta con El diccionario, dirigida en la Abad¨ªa por Jos¨¦ Carlos Plaza.
La pieza se abre y se cierra con dos discursos: el de la presentaci¨®n de la tit¨¢nica obra de Mar¨ªa Moliner y el que nunca (?qu¨¦ verg¨¹enza, se?ores acad¨¦micos!) lleg¨® a pronunciar en la RAE. Como el trabajo lexicogr¨¢fico no tiene f¨¢cil plasmaci¨®n esc¨¦nica, Calzada cimenta la cr¨®nica de esta pasi¨®n intelectual en tres sugestivas l¨ªneas de fuerza. La primera es de alto voltaje emotivo, enraizado en el p¨¢nico atroz que todos tenemos a perder la cabeza. A causa de una arterioesclerosis cerebral, Mar¨ªa Moliner fue perdiendo, tr¨¢gica iron¨ªa, las palabras que tanto amaba y por las que tanto luch¨®: el escen¨®grafo Francisco Leal corona su decorado con la hermosa met¨¢fora de un cielo nocturno donde relumbran palabras como estrellas que, una tras otra, se van apagando.
Asistimos al terrible deterioro de la protagonista, pero tambi¨¦n vamos conociendo (segunda l¨ªnea) su forma de ser y los episodios capitales de su vida a trav¨¦s de las conversaciones que mantiene con el neur¨®logo. Lo que recuerda en la consulta, en el lado izquierdo (casi iba a decir ¡°hemisferio¡±) del escenario, lo vemos representado, ¡°presentizado¡±, casi al instante, en el espacio del lado derecho. Hay memorias intangibles: su cabeza comienza a poblarse de voces, y as¨ª escuchamos, en off (a cargo de Jos¨¦ Pedro Carri¨®n), el torturante retorno de los interrogatorios del tribunal de depuraci¨®n, en la inmediata posguerra. A medida que avanza la obra, los recuerdos se desordenan, siguiendo la pauta evocativa de una mente cuyas conexiones comienzan a estar maltrechas. Pero el neur¨®logo (tercera l¨ªnea) no es un mero receptor: Helio Pedregal interpreta ¨®ptimamente la mutaci¨®n, muy bien pautada por el dramaturgo, de ese m¨¦dico cargado de prejuicios que acabar¨¢ rendido de admiraci¨®n, convirti¨¦ndose poco a poco en protector, amigo y confidente. Hay di¨¢logos que muestran de modo tan sucinto como astuto el humor y la precisi¨®n expresiva de Mar¨ªa, como cuando el m¨¦dico afirma que ¡°no es normal¡± para una mujer de su edad tener una licenciatura en Filosof¨ªa, y ella puntualiza: ¡°Es muy normal, lo que no es es frecuente¡±.
Vicky Pe?a nos hace ver en redondo a una mujer de extracci¨®n humilde que, pese a sus muchos padecimientos, lleva adelante su enorme empe?o
Vicky Pe?a nos hace ver en redondo a una mujer de extracci¨®n humilde, que armada de coraje, dignidad, modestia y buen humor, pese a sus muchos padecimientos, lleva adelante su enorme empe?o. Del mismo modo que Galileo abjur¨® ante la Inquisici¨®n para poder seguir con su trabajo (y salvar a los suyos), esta republicana militante, formada en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, no duda en aplaudir al paso de los nacionales, quemar los libros que pueden traerles problemas y, atea convencida, programar la primera comuni¨®n de sus hijos: como explica a su horrorizado esposo con un esp¨ªritu pr¨¢ctico muy femenino, han perdido el ayer, pero no est¨¢ dispuesta a perder el hoy ni el ma?ana.
La formidable actriz lleva a cabo una interpretaci¨®n admirable, sobrada de recursos y plet¨®rica de matices. ?nica pega: a ratos puede impacientar su peque?a tendencia a apoyar en los agudos. Fernando, el marido, es un f¨ªsico nuclear igualmente represaliado, despose¨ªdo de su c¨¢tedra, que ama y admira profundamente a su esposa pero lleva mal esa entrega sacerdotal a su tarea que dificulta la vida familiar y les distancia. Lander Iglesias comunica una humanidad instant¨¢nea y muestra con claridad tanto la bonhom¨ªa como las asperezas del personaje, pero para mi gusto incurre en algunas gesticulaciones y miradas demasiado enf¨¢ticas.
La funci¨®n peca, a mi juicio, de cierta morosidad en su parte central, tal vez porque los intercambios de la pareja escoran un tanto hacia lo informativo: quiz¨¢s no vendr¨ªan mal algunos cortes.
La funci¨®n peca, a mi juicio, de cierta morosidad en su parte central
La ¨²ltima parte oscila entre el sentimiento di¨¢fano y la sobrecarga emocional. Vicky Pe?a te pone el coraz¨®n en un pu?o en la escena en que se da cuenta de que la afasia ya no tiene vuelta atr¨¢s, y es igualmente devastadora la ¨²ltima visita de Helio Pedregal, cuando ella apenas reconoce a nadie. Hay sobrecarga, a mi juicio, en el pasaje que junta la ceguera del marido, la rememoraci¨®n (nana incluida) de la lejana muerte de la hija, y el hundimiento de Mar¨ªa. Todo eso debe ser tristemente cierto, pero lo cierto y lo ver¨ªdico no siempre van de la mano en el teatro, y aqu¨ª bordeamos lo melodram¨¢tico, aunque no descarto que mi rechazo a ese fragmento pueda deberse a que soporto mal ver a esos personajes sufriendo tanto. Pero Calzada sabe rematar la funci¨®n en punta y hacia lo alto: pese a la doble derrota final, hundida por la biolog¨ªa y la injusticia, Mar¨ªa Moliner vence gracias a ese logro innegable de su voluntad cuajado en obra. Por ese formidable personaje femenino, esa estructura armada en flash-backs pero girando siempre en torno a la relaci¨®n entre m¨¦dico y paciente, El diccionario parece ba?ada en un estupendo aroma de Broadway: podr¨ªa adscribirse perfectamente a ese minig¨¦nero (Gran Mujer Contra Gran Enfermedad), que ha dado piezas como Wit o D¨²o para un solo viol¨ªn. Jos¨¦ Carlos Plaza firma una puesta muy clara, al servicio de texto y actores: como est¨¢ mandado. Felizmente, El diccionario ha prorrogado en la Abad¨ªa hasta el 30 de diciembre. Deber¨ªa girar luego por toda Espa?a, ¡°no solo por sus valores teatrales¡±, como bien dice mi admirado colega Garc¨ªa Garz¨®n, ¡°sino tambi¨¦n por sus valores c¨ªvicos¡±. Buena falta nos hacen ambas cosas.
El diccionario. Teatro de la Abad¨ªa. Madrid. Hasta el 30 de diciembre.
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