Los ni?os y la muerte
Una pel¨ªcula infantil sobre la vigencia de la insolidaridad, del rechazo al Otro, al raro, sobre el miedo a lo desconocido, sobre los peligros de la masa enfurecida
Una pel¨ªcula infantil sobre la vigencia de la insolidaridad, del rechazo al Otro, al raro, sobre el miedo a lo desconocido, sobre los peligros de la masa enfurecida, del fuego en manos del vulgo, de las jaur¨ªas humanas que se amparan en el anonimato de la cantidad para impartir justicia desde la turbamulta retr¨®grada de la cobard¨ªa. Ah¨ª es nada: El alucinante mundo de Norman, dirigida a cuatro manos por el debutante Chris Butler, y el m¨¢s experimentado Sam Fell, autor de Rat¨®npolis y El valiente Despereaux, y producida por el mismo estudio que Los mundos de Coraline. Casi un Arthur Miller, el de Las brujas de Salem, un Fritz Lang, el de Furia, un James Whale, el de Frankenstein, para ni?os del nuevo milenio, en formato animado en tres dimensiones, en stop-motion (fotograma a fotograma) con ciertos aportes digitales, y en tono de comedia negra sobrenatural. En fin, un triunfo.
EL ALUCINANTE MUNDO DE NORMAN
Direcci¨®n: Chris Butler, Sam Fell.
Int¨¦rpretes: Anna Kendrick, Casey Affleck, Kodie Smit-McPhee, Leslie Mann (voces).
G¨¦nero: Animaci¨®n. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 92 minutos.
Homenaje a las pel¨ªculas de serie B de casquer¨ªa y muertos vivientes, al tiempo que retrato adolescente a la manera de las cintas gamberras de instituto, El alucinante mundo de Norman no parece prescrita, en principio, para ni?os muy peque?os o para aquellos que a¨²n no tengan un concepto muy claro de la muerte. Se pueden cagar de miedo y, adem¨¢s, parece demasiado compleja para iniciarse en el tormentoso entendimiento de la caducidad de la existencia. El maravilloso paseo del ni?o Norman hacia la escuela, saludando a los muertos ante la estupefacci¨®n de sus vecinos, puede ser una muestra de tal complejidad dram¨¢tica. Una trascendencia en la que incide el hecho de haber elegido como compositor de la banda sonora a un tipo como Jon Brion, m¨²sico habitual de Paul Thomas Anderson en sus primeras pel¨ªculas. Melanc¨®lica, triste, sustancial y sutil, su partitura provoca sensaciones nunca experimentadas; no asalta los o¨ªdos, asalta las mentes. Adem¨¢s, Butler y Fell tienen el buen gusto de culminar su extraordinaria pel¨ªcula con la recuperaci¨®n de The little ghost, canci¨®n de los White Stripes que parece haber nacido para encajar a la perfecci¨®n en el tono de la pel¨ªcula.
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